viernes, 7 de febrero de 2014

ISABEL (I): ella es hija de reyes

Mogro, 30 de mayo de 2.013


Año 1.474, Reino de Castilla: el rey Enrique IV muere en Madrid.
Dos jinetes parten presto hacia Segovia para comunicárselo a la infanta Isabel de Castilla. El rey murió sin firmar ningún documento ni pronunciar ninguna palabra sobre quien heredaría su corona lo que le convierte a ella, como hermana legítima y heredera universal que es por los Pactos de Guisando, en su sucesora. El comendador, jueces y regidores son convocados para asistir a su proclamación como reina.
El 13 de diciembre de 1.474 Isabel salió del Alcázar para ser proclamada reina de Castilla en la Iglesia de San Miguel.
Aquel día cambió la historia de Castilla y de España.


Así comienza la serie producida por Diagonal TV para Televisión Española y estrenada en septiembre de 2.012.
Los recortes presupuestarios provocados por la crisis económica no deslucieron un proyecto basado en el rigor histórico y que cuenta con unos excelentes escenarios, un fantástico vestuario y una extraordinaria banda sonora firmada por Federico Jusid. El buen trabajo de actores como Michelle Jenner, Rodolfo Sancho o Pablo Derqui convierte esta producción en un fabuloso documento capaz de reconciliarnos con los libros de historia.



Viajamos atrás en el tiempo.
Estamos en 1.461 y en la corte se viven tiempos convulsos.
El rey Enrique IV (Pablo Derqui) no tiene descendencia. Su matrimonio con Doña Blanca de Navarra se había declarado nulo poco antes de que él subiese al trono en base a una impotencia sexual provocada por algún tipo de conjuro que sin embargo no le impedía mantener relaciones plenas con otras mujeres. En 1.455 se casó en segundas nupcias con su prima Doña Juana de Portugal (Bárbara Lennie): aún no había conseguido dejarla embarazada y el pueblo empezaba a burlarse.



Don Juan Pacheco (Ginés García Millán), marqués de Villena, ve como después de haber acompañado a Enrique hasta el trono éste le desplaza a un lado para convertir a Don Beltrán de la Cueva (William Miller) en su favorito y le nombra Mayordomo de la Casa Real.
Junto a Don Alfonso Carrillo de Acuña (Pedro Casablanc), arzobispo de Toledo, pretende ganarse el favor del infante Don Alfonso (Víctor Elías), legítimo heredero de la corona de Castilla mientras el rey no tenga un hijo.
Desde que el rey Juan II murió y su hermanastro Enrique subió al trono, él y su hermana Isabel (Michelle Jenner) permanecen en el castillo de Arévalo junto a su desequilibrada madre Doña Isabel de Portugal (Clara Sanchís) y bajo la tutela de Don Gonzalo Chacón (Ramón Mauala), pasando estrecheces mientras el nuevo rey no cumple con la retribución pactada tras la muerte de su padre.

La reina por fin se queda embarazada. Puede ser que los remedios de los médicos judíos surtiesen efecto pero Pacheco se encarga de propagar el rumor de que el verdadero padre de la criatura es Don Beltrán.

Para evitar que alguien pueda utilizar a sus hermanos contra su persona o su reino Enrique hace trasladar a Alfonso e Isabel a Segovia, junto a él, alejándolos de su madre al menos hasta que nazca su hijo. Ellos son hijos de reyes y fueron educados para serlo: serán cuidadosos y educados y nunca dejarán que nadie les falte la dignidad ni el orgullo.

Doña Juana dio a luz el 28 de febrero de 1.462:  si hubiese sido madre de un niño los infantes habrían podido regresar a Arévalo, pero fue niña. Le pusieron por nombre Juana y el pueblo le apodó 'la Beltraneja'.
Un hijo habría asegurado la sucesión pero una hija casada con un rey extranjero pondría Castilla en manos de extraños: Isabel y Alfonso siguen siendo peligrosos para la estabilidad de la corona y permanecerán 'presos' en Segovia, despreciados por el rey, humillados por la reina y utilizados por los nobles.

Isabel no mostrará dolor o pena porque eso le haría más débil pero llegará el día en que áquellos que le han alejado de su madre se arrepientan de haberlo hecho: Castilla debe quitarse de encima a los nobles que le chupan la sangre asesinando cuando les viene en gana y debe tener un rey que mande y no se deje mandar.

Don Diego Hurtado de Mendoza (Juan Meseguer) pretende no ser un intrigante como Pacheco o gobernar por encima del propio rey como antes hizo Don Álvaro de Luna. Él y Don Beltrán de la Cueva permanecerán fieles al rey.
Pacheco y Carrillo encabezan el movimiento de varios nobles que dando fe de que la pequeña Juana -que ya tiene algo más de dos años- es hija de la reina pero no del rey, sino de Don Beltrán, le niegan el derecho legítimo a heredar el trono y pretenden convertir a Don Alfonso en un pelele al que harán rey: ¡un rey es más que cualquiera de ellos pero no es más que todos ellos juntos porque ellos son Castilla!

Enrique, contraviniendo las indicaciones de sus consejeros, pretende negociar. Un Mendoza nunca traiciona a su rey, ni siquiera cuando se equivoca...
El pueblo pasa hambre mientras ve como los judíos se enriquecen y los moros constituyen la guardia de su rey. Las apariencias son importantes y sus adversarios se servirán de ellas: contarán mil mentiras para que alguna parezca cierta pero si el rey negocia con ellos parecerán todas verdades.
Unos y otros se reúnen en Segovia y el rey propone un acuerdo que evite que sus campos se tiñan de sangre: aceptará todas sus condiciones pero no desheredará a su hija. El acuerdo es imposible.
Castilla se vuelve ingobernable: está dividida en dos y Alfonso e Isabel están justo en medio.

Mendoza y la reina pretenden que Enrique vuelva a negociar con Pacheco: expulsará a Beltrán de la corte y prometerá a la pequeña Juana con Alfonso, eso les permitirá ganar tiempo para lograr un ejército que doblegue al de los nobles castellanos casando a su hermano Don Alfonso V (Daniel Albadalejo), rey de Portugal, con Isabel.
Alfonso e Isabel habrán de separarse por primera vez en sus vidas: hasta el día de su boda él quedará bajo la custodia de Pacheco y ella tendrá casa propia en Segovia, a donde se desplazará desde Arévalo su amiga Beatriz de Bobadilla (Ainhoa Santamaría).
El joven Gonzalo de Córdoba (Sergio Peris Mencheta) llegó a la corte asustado y sin amigos, dispuesto a todo por quedarse. Don Beltrán y Andrés de Cabrera (Jordi Diaz) -de origen judío y Mayordomo Real desde que Beltrán de la Cueva fue nombrado Gran Maestre de la Orden de Calatrava-, le nombraron doncel de Don Alfonso: se ganó su confianza y la de su hermana y ahora velará por la seguridad del futuro rey de Castilla.


Los acuerdos deberían de haberse ratificado en Medina del Campo un mes después pero mientras el joven infante se deja engatusar por las ropas, los lujos y las joyas que Pacheco le tiende, el rey de Portugal acepta el compromiso con Isabel.
La infanta no está dispuesta a casarse con un hombre veinte años mayor que ella y al que ni siquiera conoce y los nobles castellanos, conscientes de que con las tropas de Portugal al servicio de Enrique quedarían en una situación de notable inferioridad, no permitirán esa boda.

Isabel rechaza a Don Alfonso -se casará con quien ella decida- y a los pies de las murallas de Ávila Pacheco y la liga de nobles organizan una farsa en la que los castellanos derrocan a su monarca y jalean al infante Alfonso proclamándole nuevo rey de Castilla.



Beltrán regresa a la corte.
La guerra está servida...




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