martes, 13 de enero de 2015

EL GATO Y LA GOLONDRINA: no hay marchas nupciales que suenen si no hay amor

Torrelavega, 11 de enero de 2.015

Éste ha sido un fin de semana bastante ajetreado: me ha tocado hacer de canguro y las clases de guitarra, los entrenamientos de balonmano, algún cumpleaños y la misa de los domingos me han tenido de un lado para otro hasta que por fin, esta tarde, tanto vete y ven me ha llevado hasta Torrelavega para saborear con Dani y Adrián en el Teatro Concha Espina la historia de amor imposible entre un gato y una golondrina basada en un cuento infantil del escritor brasileño Jorge Amado que la compañía Ribalta Producciones lleva a los escenarios convertida en un vistoso y divertido musical.


La perezosa señorita Mañana, después de coquetear con el aventurero señor Viento, se reconcilia con el estricto señor Don Tiempo compartiendo con él una simbólica fábula un poco triste, bastante estridente y muy revolucionaria: "El gato y la golondrina".


Erase una vez un gato maltés,
atigrado, manchado, muy malhumorado,
que siempre caía de pié.
Más se enamoró, y ése fue su error,
de una golondrina que era su vecina,
pues siempre es ciego el amor.
El dolor le sobrepasa 
y se nubla su razón,
es posible que delire pues
a cualquier parte que mire
ve su rostro y oye su voz:
en la luna, en el sol,
en la estrella,
en la hoja, en el árbol, en la flor,
en el río, en el mar,
en los peces, las aves, en cada animal.
No puede un gato atigrado
estar tan enamorada como dice esta canción.
"Yo no sé lo que me pasa:
desde que la conocí
ya no como, ya no duermo, 
por su culpa estoy enfermo,
me mareo y solo veo
a mi alegre golondrina.
Así no quiero seguir."
El gato y la golondrina:
el maúlla y ella trina.
No hay mayor lección para el corazón:
distintos o iguales,
no hay marchas nupciales que suenen si no hay amor...


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