lunes, 30 de septiembre de 2013

LA AMABA: desmadejando ovillos y removiendo ollas

París, 24 de septiembre de 2.013



No se me ocurre mejor excusa para empezar a leer una novela de la francesa Anna Gavalda que viajar a París. Adoro sus puntos suspensivos...
"La amaba" es una novela publicada en 2.002, corta, de fácil lectura, que se convirtió pronto en un éxito mundial y que catapultó a su autora hacia el estrellato.

Chloé es una joven madre a la que acaba de abandonar su marido:
Se cubre la cara con las manos y llora detrás de sus dedos... La última vez que se abrazaron fue ella quien le besó: ¿por qué se dejó besar por una mujer a la que ya no amaba?

Pierre es su suegro:
Es un hombre muy extraño: como un pez que se zafa y escabulle entre tus dedos... No se prodiga y reprime sus impulsos; que no muestre nada por miedo a sentirse vulnerable es algo que Chloé nunca ha podido entender porque en su familia tocarse y besarse es como respirar.

Él irrumpe en su desmoronada vida para llevársela junto a sus niñas a una casa en el campo y allí recordarle lo hermosa que es la vida y susurrarle que llora demasiado y está más guapa cuando sonríe.

Ir hasta el quinto piso, saltar setos, vallas, zanjas, taparse la nariz, cruzar el patio del viejo Marcel y ver Teletoons comiendo gominolas... La vida es maravillosa pero a veces no lo notamos porque estamos demasiado ocupados mirando donde poner los pies para no pisar los charcos.
En ocasiones uno debe de tener el valor de enfrentarse a si mismo, mirar su vida cara a cara y concederse el derecho a equivocarse; salir del tercer sótano, asumir sus dones y ser feliz.

Ella debería de haber sido la protagonista de la novela pero se convierte en la excusa que Gavalda necesita para diseccionar el corazón de Pierre y desempolvar sus recuerdos y sentimientos con el fin de que Chloé no repita sus mismos errores...

Cuando Pierre conoció a Mathilde no paraba de hablar: tenía que recuperar cuarenta y dos años de silencio. Luego besó su sonrisa; sólo fue éso...
Dos meses después recorrieron París cogidos de la mano. Fue feliz, pero también cobarde, y se limitó a prometerle 'siempres' y 'más adelantes'.
Tuvo la felicidad ahí, al alcance de la mano, y dejó escapar sólo para no complicarse la vida. Hubiera sido tan sencillo... Bastaba con alargar la mano y tomarla; lo demás habría terminado por arreglarse de un mudo u otro porque todo termina por arreglarse cuando se es feliz.

Tal vez, sólo tal vez, el hijo de Pierre haya hecho lo correcto: ha dado un paso al frente para lanzarse a por el amor de su vida...
Chloé tiene que aceptarlo y seguir su camino; tiene que luchar por recuperar su felicidad porque la Vida es más fuerte que nada.
¡La Vida es más fuerte que tú!




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