Mogro, 8 de junio de 2.014
Isabel de Solís (Nani Jiménez) era una joven noble sevillana. Fue capturada por las huestes de Muley Hacén (Roberto Enríquez), emir de Granada, para convertirla en esclava pero se convirtió en poco tiempo en su mayor apoyo y en la estrella que habría de guiar sus pasos: ella fue su Zoraida...
Él le convirtió en su esposa; ella abrazó su fe y juró que sus hijos respetarían los preceptos del Corán y serían educados según las enseñanzas del Profeta. El moro nombró sucesor suyo al hijo que ella esperaba e hizo venir desde Málaga a su hermano, el Zagal (Javier Mora) para que, si algo le sucediese, cuidase y educase a su sucesor y reinase en su lugar hasta que éste alcanzase la edad adecuada para hacerlo por si mismo.
Muley Hacén había provocado a los cristianos negándose a pagar sus tributos a Castilla y ahora pretendía entregar su trono al hijo de una infiel.
El destino de Boabdil se hallaba escrito en las estrellas. En 1.482, coaccionado por su madre, recurrió al clan de los Abencerrajes para traicionar a su padre y liberar Granada de los escorpiones que la tiranizaban.
El nuevo emir ofreció la paz a Isabel y Fernando. Nuestros reyes sabían que una tregua les permitiría rearmarse pero ese era también el objetivo del moro: traer tropas de África y terminar con la división de los propios nazaríes reagrupando a todos sus contendientes bajo su mando. Concluyeron que sería más productivo alimentar la discordia y empujarles a una guerra fratricida que terminará con la destrucción de sus reinos.
En enero de 1.491 las tropas castellanas comenzaron un asedio que estaban dispuestas a prolongar hasta que los infieles no tuvieran nada que llevarse a la boca y Boabdil se arrastrase hasta Isabel suplicando clemencia. Sacrificarían todos sus animales y arrasarían todas sus cosechas sin descanso, hasta que el hambre se apoderase de sus calles y de sus estómagos; talarían sus vides, envenenarían sus pozos y salarían sus campos hasta que sus gargantas se secasen y no pudieran emitir lamentos ni llantos.
La flota aragonesa impidió que las naves turcas desembarcasen en la península y, mientras sus enemigos agonizaban, las tropas de Castilla permanecieron firmes y erigieron un nuevo campamento en la vega de Granada que habría de convertirse en una nueva ciudad a la que llamaron Santa Fe y que sería recordada durante siglos por su determinación en la lucha contra los infieles.
El 2 de enero de 1.492 Boabdil entregó las llaves de su ciudad a los reyes de Castilla. Granada era ya cristiana...
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