Santander, 7 de mayo de 2.011
Arthur Miller fue un dramaturgo norteamericano del
siglo XX ganador del premio pullitzer por sus obras “Muerte de un viajante”
(1.949) y “Panorama desde el puente” (1.955).
Su obra se caracteriza por la crítica social, lo que
contribuyó a que en la década de los cincuenta, acusado por Elia Kazan de
simpatizar con las ideas comunistas, fuese víctima de la “caza de brujas” del
senador Joseph Macarthy.
Estrenada en Broadway en 1.947 “Todos eran mis
hijos” supuso su primer gran éxito.
Hoy el argentino Claudio Tolcachir ha presentado en
la sala Pereda del Palacio de Festivales una fiel adaptación de la obra de
Arthur Miller, que deja al descubierto la hipocresía, el egoísmo y el rencor
de la sociedad norteamericana de la posguerra, pero que bien podrían serlo de
ésta en la que nos ha tocado vivir.
Dos parejas de actores, una veterana y otra novel,
se transforman a medida que la función avanza.
Carlos Hipólito borda el papel de Joe Keller,
cabeza de familia absuelto en su día de la acusación de haber enviado al frente
material defectuoso causante de la muerte de 21 pilotos del ejército americano.
Su serenidad se transforma en amargura y
remordimiento cuando la verdad sale a la luz.
Gloria Muñoz es su esposa, Kate Keller. Su delirio y
debilidad se vuelven fuerza y carácter cuando el horror se hace realidad. Ella
es el pilar en el que se sustenta la familia.
Fran Perea es Chris Keller, el hijo vivo del
matrimonio. Su actuación mejora a medida que la aceptación de la cruda realidad
y la decepción se van instalando en el interior de su personaje.
Manuela Velasco es Ann Dever, hija del
empleado de Joe Keller encarcelado por los delitos que él cometió, novia del
hermano muerto de Chris y ahora prometida de éste. Es el único personaje
sincero consigo mismo. Ella siempre conoció la verdad pero ha perdonado y trata
de seguir con su vida adelante.
Es cierto que vivimos en una sociedad muy hipócrita
que esconde sus miserias para ser feliz. Luchemos por construir un mundo más justo
pero no centremos nuestras fuerzas en destapar escándalos aislados hundiendo a
personas concretas sin reparar con ello el daño que causaron. Me gusta Ann porque ella es sincera consigo misma y
no juzga la falsedad de los demás. Si pudiese me gustaría comportarme como
ella... En una sociedad tan hipócrita, al menos no nos
mintamos a nosotros mismos.
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