Potes, 28-30 de julio de 2.017
Todo empezó hace un par de meses. Llegamos
a casa y nos sentamos en el sofá para ver “Un paseo por el bosque”, una
película dirigida por Ken Kwapis en 2.015 y protagonizada por Robert Redford,
Emma Thompson y Nick Nolte.
Bill Bryson (Robert Redford) es un
escritor estadounidense que ha publicado infinidad de libros de viajes sobre
Europa y Australia. Tiene todo lo que puede desear, pero no siente la necesidad
de bajar el ritmo. Su vida es casi perfecta, pero predecible. Ansía volver a
sus raíces, explorar la naturaleza y aprender cosas del mundo en el que vive.
Pretende recorrer los 3.408 kilómetros del Sendero de los Apalaches, una ruta
señalizada de largo recorrido situada en el este de EE.UU. que se extiende
desde Springer Mountain, en el estado de Georgia, hasta el monte Katahdin, en
Maine. Dos mil personas lo intentan cada año, pero solo el diez por ciento lo
consiguen…
Cuando verbalizó sus intenciones muchos
pensaron que estaba loco. Su mujer (Emma Thompson), sin embargo, no le planteó
demasiados inconvenientes y la única condición que le puso fue que no hiciera
el viaje solo. No le ha resultado fácil encontrar alguien que quisiera
acompañarle. Solo Stephen Katz (Nick Nolte) parece dispuesto a hacerlo. No se
llevan demasiado bien, tiene un problema con la bebida y no está en forma, pero
no hay nadie más que quiera acompañarle.
Al terminar de ver la película me pregunté a mí
mismo: ¿y por qué no…? Lo que pasaba por mi mente en aquellos momentos no era la posibilidad de conocer el
Sendero de los Apalaches, sino de recorrer el Camino Lebaniego, y por suerte tampoco a mí me pusieron
inconvenientes…
Durante siglos, miles de peregrinos han
hecho un paréntesis en el Camino de Santiago para adentrarse en la comarca de
Liébana y venerar la reliquia del Lignum Crucis.
En torno al año 440, con el beneplácito del papa León I, Toribio de Astorga -sacristán mayor de la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén-, trasladó hasta Astorga un trozo de la cruz de Cristo. Posteriormente, en el siglo XII, con el fin de evitar que
la santa reliquia cayera en manos de los musulmanes, esta fue trasladada al Monasterio
de San Martín de Turieno, fundado en Liébana durante el siglo VI por Toribio de Palencia, A partir de ese momento el monasterio se convirtió en un importante
foco de peregrinación y no tardó mucho tiempo en ser rebautizado como Monasterio de
Santo Toribio.
Durante el Renacimiento el papa Julio II
estableció el Año Jubilar Lebaniego, privilegio que fue ratificado al año siguiente por
León X: cada vez
que la festividad de Santo Toribio (16 de abril) coincide en domingo se celebra
el Año Santo y se abre la Puerta del Perdón para que los peregrinos puedan traspasarla y así ganar el jubileo y obtener la indulgencia plenaria.
A partir de ese momento comenzaron a
llegar a la comarca cristianos procedentes de todo el mundo que
consolidaron una importante red de caminos que permitía a los peregrinos
acercarse al monasterio, venerar la cruz de Cristo y obtener el perdón de sus
pecados.
Después de ver la película protagonizada por
Robert Redford estaba decidido a recorrer el Camino Lebaniego. Pensaba que esta
vez las obligaciones familiares impedirían a mi habitual compañero de correrías por
el monte venir conmigo, pero me equivocaba... Se apuntó sin dudarlo y lo único
que tuvimos que hacer fue buscar una fecha que nos encajase a los dos. No fue
fácil cuadrar nuestras agendas, pero por fin lo hemos conseguido: ¡¡¡vamos
allá!!!
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