Santander, 27 de julio de 2.021
En su última
película: “Clara y Claire” (2.019), el director de cine francés Safy Nebbou le
proporciona a la extraordinaria Juliette Binoche tiempo para esconderse y
reinventarse. Los contactos a través de internet son, a menudo, humo más que
aire, pero, a veces, se con-vierten en algo más serio…
“Hoy en día, todo el mundo es director de su propia
vida. Utilizamos pseudónimos: nos mostramos continuamente a nosotros mismos,
pero es un nosotros diferentes. Se trata de provocar envidia por lo que vamos a
comer, o por la playa en la que estamos; enseñamos nuestra vida, pero de manera
que los demás piensen que es magnífica. Vendemos sueños. Eso, en realidad, ha-bla
de soledad, porque, en el fondo, todo esto no es más que el cine llevado al
límite: un guion que nos contamos a nosotros mismos. Es pronto para decir-lo, porque
aún no sabemos qué pasará dentro de unos años, pero es cierto que los que han
nacido en el mundo de Facebook no son los mismos que nacieron antes, en tiempos
de las cabinas telefónicas. Puede que lo que está por venir sea una auténtica
locura; casi ciencia-ficción…”,
sostiene el propio Safy Nebbou.
Claire Milloud (Juliette Binoche) ya ha pasado de los
cincuenta. Estuvo casada durante veinte años con un hombre que lo era todo para
ella. Fue madre de dos hijos, les dio el pecho y su cuerpo no volvió a ser el
mismo. Su marido la dejó por una joven que podría ser su hija y creyó que iba a
morir de pena...
Para gente como ella, las redes sociales son, a la
vez, la balsa y el naufragio. Nunca habíamos estado tan conectados y, a la vez,
tan solos. Flotamos en un mundo virtual…
Esa lucecita verde que indica que el otro está en línea; que está ahí, igual que tú, delante de su pantalla. Cada palabra es elegida con cuidado. Un pequeñísimo error y la magia puede desaparecer…
Entonces, un día, de repente, te piden una foto. No puedes
echarte atrás y le pones cara a alguien que no eres tú. Una cara que no es la
tuya. Una cara más joven. Una cara más guapa…
Le llamas con número oculto. Dice que le gustan tu
voz, tus palabras y tu manera de pensar. Esas sí son reales. Lamentas no haberte
dado la oportunidad de existir, pero sabes que, si le hubieras mandado una foto
tuya, no hubiera querido entablar una relación contigo…
Te sientes viva. Ríes más que nunca y te vuelves un
poco egoísta. Hechas de menos hacer el amor: besar, acariciar, tocar y, sobre todo,
que te toquen. Te dejas llevar y te sientes quien no eres…
Él se convierte en el centro de tu universo. Quiere verte y tú quieres verle, pero no puede ser. Pasa por tu lado sin reconocerte. Empieza a impacientarse y las cosas se te van de las manos…
Retomas tu antigua vida herida, derrotada y vieja;
luego, cuando intentas retomar el contacto con él, no puedes hacerlo. La idea
de que no vaya a haber nada entre vosotros es insoportable…
Afortunadamente, todo es posible: no hay un solo final.
¿Por qué no intentar ocupar el lugar de quien no eres…?
Pero, entonces, ignorar que solo eres un consuelo para
él resulta imposible: no hay peor rival que aquel que no existe…
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