jueves, 8 de agosto de 2013

MARK KNOPFLER - 'PRIVATEERING': rock para enmarcar

Madrid, 26 de julio de 2.013


Hace tres años, el 30 de julio de 2.010, estaba en la plaza de toros de Vista Alegre, en Bilbao, disfrutando en directo de la música de Mark Knopfler, que visitaba nuestro país para presentar su disco "Get Lucky".
Aquel día vi de lejos como el escocés construía una obra de arte sobre el escenario y me prometí que, si volvía a España, aprovecharía para ver de cerca como sus dedos se deslizan sobre las cuerdas de sus guitarras definiendo melodías extraordinarias sin contaminarlas con aspavientos ni excentricidades.

Aquellas sensaciones son las que hoy me han traído a Madrid.
La gira europea de presentación de su último trabajo, "Privateering", se ha detenido en Las Ventas y yo he querido bajar al albero para sentir de cerca como él y sus músicos funden el rock con un poco de blues, folk y country y asistir extasiado a un espectáculo en el que sus guitarras comparten melodías con la gaita, las flautas, el piano o el violín. Una noche corta en la que no he echado de menos a los Dire Straits.



Una noche extraordinaria que Gus ha sabido dibujar mejor que yo. Con tu permiso...

"TRIUNFO DE MARK KNOPFLER EN LAS VENTAS: DOS OREJAS BIEN MERECIDAS (Directamente Música)"

La plaza de toros de Las Ventas, en Madrid, lucía sus mejores galas. En el atardecer de la capital se notaba el ambiente de las grandes tardes de toros, sólo hacía falta romper el tópico taurino de 'tarde de expectación, noche de decepción' y el primer espada que se nos presentaba daba pie a hacerlo.

En el coso de Las Ventas el respetable abarrotaba los tendidos y esperaba inquieto un paseillo que Knopfler y sus subalternos empezaron con unos minutos de retraso.
Para calentar al respetable Mark se fue a la puerta de toriles y recibió al morlaco, rodilla en tierra, con una larga cambiada ofreciéndonos "What is this", una canción que suena a clásico de los Dire y que hizo al público empezar a vitorear al maestro y no parar de hacerlo hasta el final de la faena.

Luego vinieron los capotazos con los que Mark paró al toro y lo llevó al terreno donde quería tenerlo. Toda la lidia estuvo salpicada de una inmensa calidad; una gran variedad de lances que sonaban a los Dire Straits, a folk profundo o a country, pero siempre con un gusto exquisito. 
Es una delicia ver tocar a este hombre como se entregan los buenos toreros:  quietos, sin aspavientos, en su sitio, sin enganchones y con toda la delicadeza, elegancia y belleza del mundo.

Llegó el tercio de banderillas: Mark Knopfler nos ofreció tres temas variados con una calidad y fuerza descomunal. Fueron "Romeo and Juliet", "Gastor Blood" y "Haul Away". Merece la pena destacar la calidad de sus subalternos, con momentos impresionantes y sólos insólitos como por ejemplo el duelo de contrabajo y violín que puso a la plaza boca abajo: es un placer escuchar a esta grandísima banda de músicos.

Durante la faena de muleta Mark volvió a demostrar su extraordinario estado de forma ofreciendo tandas variadas, sobrias y repletas de la calidad, la potencia y la precisión de los grandes maestros. Un puñado de muletazos que abrochó con dos temas de los Dire Straits: "Telegraph road" y "So far away".

Mark intentó retirarse para matar este morlaco pero la plaza le pedía más y más, con la clara intención de escuchar algún clásico más de los Dire. Ajeno a los vítores el maestro salió a matar y lo hizo, en mi opinión, en terreno equivocado: con un tema -"Going home"- un poco blando para el final del concierto.
La gente no paraba de pedir otra pero el maestro decidió que el festejo había concluido y el público desfiló hacia la calle saliendo injustamente por una puerta grande que debería haber estado reservada para el maestro.

Una pena que Mark Knopfler se conformará con las dos orejas y no peleara por conseguir el rabo del animal; con que hubiese salido una vez más al ruedo para tocar una de las canciones míticas de los Dire nos hubiesemos ido al hotel con tal subidón que estoy por asegurar que habría sido el mejor concierto de mi vida.
Aun con ese pequeño desazón final, Mark Knopfler salió a hombros del coso madrileño.
Larga vida al genio....


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