viernes, 26 de septiembre de 2014

TORRE LOIZAGA: tú y yo teníamos una cuenta pendiente...

Galdames, 21 de septiembre de 2.014


Me lanzaron un órdago y sin dudarlo un sólo instante exclamé: "¡¡¡quiero!!!". Después tardé tanto en mostrar mis cartas que siento que lo perdí...

Santurtzi, 15 de marzo de 2.011

Joven, para romper el hielo con que me has aislado de tu entorno afectivo desde hace no sé cuanto tiempo no es necesario que me envíes tres fotos viejas que ya tengo, ni que me las mandes dos veces: a ver si usas uno sólo de mis e-mails válidos, que hay que ahorrar bits.

Como organizador de viajes cutres familiares, pero muy queridos para mí, te envío esta dirección web para que la abras y valores...

http://www.elcorreo.com/vizcaya/v/20110314/vizcaya/rolls-pisan-fuerte-galdames-20110314.html

"La Torre de Loizaga es el sueño hecho realidad de un hombre -Miguel de la Vía- enamorado de los coches. Es el legado que ha dejado para esta generación y para las siguientes."


Noticias del sitio ya teníamos, pero ahora ha salido a la palestra por el posible traslado de todo el museo a Bilbao así que el pasado domingo Mila y yo decidimos ir a verlo. Como pueblerinos que somos llegamos tarde y mal, así que volveremos el próximo domingo, pero, de todos modos, aprovechamos para dar un paseo por el entorno y resultó muy bonito: zona rural con caminos vecinales de cemento y estrechos, por lo tanto sin circulación, y una ermita al lado del museo con una campa cuidada pero sin equipamiento para señoritos/as de ciudad que con un día adecuado, disposición a pasarlo bien y cerca de Sopuerta, tiene todos los ingredientes para revivir a un descastado.
Ahí queda el órdago...

Hasta la próxima, Ingeniero de buen corazón.

Un año después la fatalidad nos dio un respiro que los dos aprovechamos para probar un coche que llevaba demasiado tiempo parado, acercarnos a Galdames y Sopuerta, pasear, charlar y planificar una excursión que se nos quedó pendiente...

Visitar la Torre Loizaga en familia se convirtió en un compromiso personal que no estaba dispuesto a eludir y que, aunque lo haya hecho durante demasiado tiempo, hoy por fin he satisfecho... Lo he pasado genial rodeado de gente a la que adoro, pero te he echado de menos.

Fue en el evocador paraje de Concejuelo de Galdames donde el empresario encartado Miguel de la Vía acometió en 1.985 la ardua tarea de reconstruir, sobre unos cimientos que se hunden en una época en la que nobles hidalgos se disputaban el poder en la denominadas 'Guerras Banderizas' que asolaban el territorio de Bizkaia, el bastión familiar de los Ochoa García de Loizaga, destruído por sus bandos rivales a finales del siglo XIV.


Tres décadas de trabajo dieron como fruto la construcción de una impresionante fortaleza de aspecto medieval entre cuyas murallas se alzan los seis pabellones que albergan la sorprendente 'Colección de coches antiguos y clásicos" que su propietario reunió.
Se trata de setenta y cinco automóviles en perfecto estado de conservación y listos para ser puestos en marcha entre los que destacan cuarenta y cinco modelos de la firma Rolls-Royce.


Poco entendemos de coches, pero la muestra promete...
El sol, por primera vez en todo el verano, se ha apuntado a una de nuestras jaranas: ¡hoy no llueve!
Aparcamos junto a la ermita de Santiago y acometemos a pie la suave rampa que ha de conducirnos hasta el acceso a la Torre de Loizaga pero que un día, hace dos años y medio, nos dejó sin aliento.



Sacamos las entradas y nos desperdigamos. 
Recorremos los seis pabellones que forman el museo a nuestro aire, dejándonos engatusar por el brillo de las relucientes carrocerías de unos coches que evocan deslumbrantes fantasías, y poco a poco nos reunimos en la última estancia, aquella que bajo la torre alberga en un ambiente especialmente acogedor los primeros modelos de la serie Silver Ghost de Rolls-Royce.



Puede que nos hayamos convertido en unos señoritos...
Regresamos a nuestros coches. Dejamos atrás la ermita y su campa y, deshaciendo el camino recorrido, volvemos a Sopuerta. Junto a las piscinas, nos peleamos por una mesa situada a la sombra y compartimos bocatas de tortilla.

Las nuevas generaciones juegan a la pelota y se pelean con su otro tío mientras yo recorro los paseos que tú me enseñaste. Soy feliz, pero te echo de menos...

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