lunes, 25 de julio de 2016

LOS 'TORNOS' DE TRESVISO: descorchamos la montaña

Tresviso, 16 de julio de 2.016


Situado a novecientos metros de altura, Tresviso es uno de los municipios más pequeños y recónditos de Cantabria. Aislado en el corazón del macizo oriental de los Picos de Europa, desde 1.991 dispone de un acceso por carretera que parte desde Sotres, en el concejo asturiano de Cabrales, pero hasta entonces la única vía de comunicación con el exterior era un camino de cabras que cae a plomo desde lo alto de la montaña hasta la orilla del río cuyo origen se remonta a mediados del siglo XIX.


Fue entonces cuando las empresas mineras que extraían zinc del macizo oriental de los Picos de Europa comenzaron a abrir accesos que les permitiesen transportar el mineral obtenido en las Minas de Ándara hasta el río Deva para, una vez allí -hasta que en 1.863 se inauguró la carretera del desfiladero-, cargarlo en barcazas de fondo plano que lo conducían hasta Unquera, donde era embarcado en buques que partían rumbo a Bélgica, Alemania y el Reino Unido.
Con este fin, en 1.857 la compañía La Providencia construyó el camino que enlazaba el pueblo de La Hermida con Bejes y desde allí ascendía hasta las minas. Posteriormente, en 1.866, la sociedad minera La Esperanza construyó la vía de acceso que comunicaba Urdón con Tresviso y enlazaba después con el camino construido por La Providencia. La puesta en servicio de éste último permitió explotar temporalmente unos indicios de sulfuros y carbonatos de zinc en los Invernales de Prías de los que aún quedan como testigos algunas bocaminas, pero el director de las Minas de Ándara no tardó en prohibir la utilización de éste a la sociedad que explotaba las minas de Tresviso y fue preciso instalar un cable del que aún se conservan algunos vestigios que, accionado por una especie de noria movida por bueyes, bajaba el mineral y subía los víveres y utensilios mineros.
En 1.885 la Real Compañía Asturiana de Minas se hizo con los derechos de explotación de todos los yacimientos de la zona pero las profundidades que éstos alcanzaron, el empobrecimiento del mineral y las dificultades derivadas del rigor invernal, que límitaba la extracción de material a los meses comprendidos entre junio y octubre, motivaron el cierre paulatino entre 1.930 y 1.940 de todas las minas del macizo oriental de Picos.

Dejamos el coche en una cuneta, aparcado en un recodo del Desfiladero de la Hermida, y nos acercamos al asubiadero de Urdón (75 m.). Echamos a andar y pasamos junto a la central hidroeléctrica construida a principios del siglo XX. 


Seguimos el curso del río cruzanso un par de puentes perfectamente mimetizados con el entorno y nos internamos en una angosta garganta de paredes casi verticales.


Caminamos envueltos por una frondosa vegetación formada por sauces, laureles, avellanos y alguna que otra higuera. Comenzamos a ascender. Nos colamos en el canal de La Cerrosa y el camino se convierte en un exigente sacacorchos...


Superamos los 'tornos'. Desaparecen los árboles, el panorama se despeja y recorremos una peculiar cornisa tallada en la roca para alcanzar un espectácular mirador que se vuelca sobre el barranco del río Urdón: el Balcón de Pilatos. La montaña se desploma sobre el río Urdón y admiramos el túpido bosque que crece al otro lado del río.




Alcanzamos el Coteru la Cruz, un falso llano desde el que ya vislumbramos al fondo las casas de Tresviso. Pasamos junto al abrevadero de Prías y afrontamos la última subida de la jornada, un puñado de 'tornos' que desembocan en una agradable pradería que se desliza suavemente hasta el pueblo.



Una chapa colocada en la fuente del pueblo indica que el record de la subida Tresviso fue establecido por Roberto Ruiz Revuelta el 1 de mayor de 2.015 (39:38:39). Nosotros hemos tardado dos horas y cuarto: es evidente que nuestro estado de forma no nos permitiría competir pero somos como los buenos vinos... ¡Hace veinte años me costó mucho más llegar a la 'meta'!


Ésta es, sin ninguna duda, la mejor ruta de Cantabria, pues es la única que acaba en el bar. Descorchamos la montaña, brindamos con cerveza, compramos un queso picón con denominación de origen, reponemos fuerzas y emprendemos el regreso: ¡¡¡todavía hay que bajar!!!

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