viernes, 28 de abril de 2017

LA RUTA DE LOS PUENTES: ¡sol y sombra!

Ucieda, 23 de abril de 2.017


Hoy las fuerzas vivas de la tierruca se han desplazado hasta las inmediaciones de Potes, para acompañar al cardenal Carlos Osoro durante la apertura de la Puerta del Perdón del Monasterio de Santo Toribio de Liébana, acto con el que se ha inaugurado oficialmente un nuevo Año Jubilar Lebaniego...


"Al abrir la Puerta del Perdón decimos no a la sociedad materialista"
(Cardenal Carlos Osoro)

Nosotros no tenemos ganas de saraos, así que, aunque hemos cogido la carretera de Oviedo, antes de llegar a Unquera nos hemos desviado y, a la altura de Cabezón de la Sal, hemos dejado la autovía para dirigirnos a Ucieda, una de las puertas desde las que se accede al corazón del Parque Natural Saja-Besaya.

Aparcamos junto al área recreativa de la Casa del Monte y nos sumergimos en el interior del bosque, dejándonos empapar por su mágica calma...


Echamos a andar por el camino semiasfaltado que penetra en el parque y muy pronto llegamos a un cruce. Giramos a la derecha, cruzamos el puente que atraviesa el río Bayones -tributario del Saja-, y seguimos la pista que conduce a la Ermita del Moral.



El camino gana altura pero hoy no pretendemos coronar ningún monte, así que no tardamos mucho tiempo en abandonarlo para tomar un sendero perfectamente señalizado que descubrimos a nuestra izquierda y penetra en el bosque.


En seguida salimos a campo abierto y vislumbramos los montes y las copas de los árboles que nos van a acompañar durante todo el paseo...


Nuestro obejtivo es recorrer el Monte Río de los Vados y completar la Ruta de los Puentes, conocida también como Sendero de Rozas, siguiendo una cómoda senda circular de casi diecisiete kilómetros de longitud, perfectamente balizada, que atraviesa varios arroyos que van a parar al regato de la Toba y al río Bayones.

En un recodo del camino nos topamos con un desvío señalizado que rapidamente nos conduce hasta el roble tumbado de Bujilices, un simpático ejemplar incluido con el número treinta en el catálogo de árboles singulares de la región, cuyo tronco, de unos diez metros de longitud, yace sobre el suelo y cuyas ramas se alzan buscando el cielo convertidas en árboles de unos veinte metros de altura.


Regresamos al sendero y continuamos nuestro paseo: avanzamos entre hayas y robles, y resguardados bajo su sombra atravesamos un puñado de rústicos puentecillos de madera, muchos de los cuales se presentan ante nosotros huérfanos de río...








El paseo nos tiene reservada una sorpresa más... A la orilla del camino nos topamos con una majestuosa haya de amplísima copa cuyo tronco ronda los cuatro metros de perímetro: monumental ejemplar catalogado con el número veinte en el inventario de árboles singulares del Gobierno de Cantabria.


Después de casi cuatro horas, el camino nos lleva de vuelta a la Casa del Monte. Es la hora de comer y la campa esta repleta de domingueros dispuestos a aprovechar el radiante sol de primavera para degustar un exquisito bocata de tortilla tirados sobre el cesped.
No es mala idea, pero a nosotros se nos ocurren otras opciones...


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