Madrid, 20 de mayo de 2.012
En
abril del año 2.005 se estrenó en el teatro Rialto de la Gran Vía madrileña el
musical “Hoy no me puedo levantar”, dirigido por Nacho Cano y protagonizado por
Miquel Fernández, Inma Cuesta y Javier Godino, que proponía un recorrido por
los grandes éxitos de Mecano, referente de la música en nuestro país durante
los años ochenta y noventa.
En
septiembre de 2.006 fui a verlo a Madrid con una ilusión tremenda, pero pese
a contar con unos medios y una escenografía extraordinarios, la desilusión fue
absoluta.
El
libreto, obra de David Serrano, trataba de reconstruir sobre el escenario el
espíruto de la “movida madrileña” de los años ochenta, pero se perdía en una
sucesión de chistes fáciles, zafios y ordinarios que convertían el espectáculo
en un esperpento aburrido y desagradable en el que las canciones se metían con
calzador.
Sólo
la espectacularidad de las coreografías propuestas compensaba en parte la
visita al teatro.
Los
mismos productores y el mismo equipo creativó anunció el estreno en octubre de
2.011, también en el Teatro Rialto, de “Más de 100 mentiras”, un musical que
pretendía repasar algunos de los éxitos de Joaquín Sabina.
Ángel
Suárez y José María Cámara, productores del espectáculo, cuentan que en Semana
Santa del año 2.006, sentados en el Lhardy y con un cocido madrileño de por
medio, Joaquín Sabina les dijo que no a su propuesta de hacer un musical basado
en su obra.
Tres
años después, Joaquín, impulsado por su afán de colarse en lugares en los que
no se le espera dijo: “vamos a hacerlo”.
El
maestro dio el visto bueno al espectáculo pero se mantuvo al margen del mismo.
Dejó
en manos de Pancho Varona, uno de sus escuderos más fieles, la supervisión de
los arreglos musicales, y se refugió en Tirso de Molina para embarcarse junto a
su amigo Joan Manuel Serrat en una nueva travesía a bordo del Titanic.
El
resultado, a la vista de los versos que el poeta dedicó a la compañía el día
que ésta festejaba la representación número 100 del musical entregándole al
jienense el “Bombín de Oro”, no le disgutó:
Cien representaciones de más de cien
mentiras
celebra en la Gran Vía la troupe que me
enamora,
del rock and roll al tango, del blues a
la guajira,
me honran, me traducen, me cantan, me
mejoran.
Cuando el telón se abre dos y dos no son
cuatro
en este zarzuelero Broadway gofo y
castizo,
por una vez coinciden las musas y el
teatro
con su antro, su navaja, su puta, su
chorizo.
Que el director dirija, que el
arreglista afine,
que limpien los actores de caspa los
neones,
que duerman abrazados los medios y los
fines,
que en otros labios sigan latiendo mis
pulmones.
Aunque muerto de miedo, amo estas
candilejas,
sudo en el escenario, fumo en el
camerino,
mis duelos y quebrantos, mis cuentos de
Calleja
convergen en el caso de la rubia
platino.
Gracias a los guionistas, los músicos,
la basca,
el productor, el notas, el crítico, el
bombillas,
el que en plena tormenta se pica y no se
rasca,
el Juande y la Manola que hacen cola en
taquilla.
A estrenar el futuro, corrigiendo el
pasado,
he venido esta noche por mi bombín de
oro,
calzándome los guantes del boxeador
sonado,
soñando con el tanga de las chicas del
coro.
La orquesta del Titanic, hoteles,
estaciones,
la luna es un semáforo de carne de
membrillo,
me espera Buenos Aires, Serrat, otras
canciones
y tres generaciones del rosa al
amarillo.
Joaquín Sabina,
12 de enero de 2.012
Me
moría de ganas de ver el musical de Sabina pero la cabeza me decía que el
batacazo iba a ser sonado.
Finalmente,
y tras mucho batallar, hoy ganó el quiero la guerra del debo, y después de
interrumpir bruscamente una sobremesa en Paracuellos del Jarama de ésas que le
ruecuerdan a uno que a veces descuidamos a los amigos más de lo que deberíamos, me he lanzado a la busqueda del teatro
Rialto.
La
temporada está a punto de concluir y los importantes descuentos aplicados al
precio de las entradas invitan a pensar que el éxito de la producción no ha
sido el esperado.
Sin
embargo hoy un público muy heterógeneo, de distintas edades y procedencias,
llena el teatro.
Se
apagan las luces y Joaquín Sabina se reencarna en el espíritu de Samuel para
presentar a ritmo de endecasílabo alguna de las canciones que esta noche vamos
a escuchar y poner en funcionamiento los engranajes del puñado tipos que pueblan su
universo musical.
Samuel
(Víctor Massán) era uno de aquellos raterillos de poca monta que un día
asaltaron a Sabina, colocándole un pincho de cocina en la garganta y birlándole
un puñado de billetes y un “peluco” marca Omega antes de reconocerle, llevarle
a una barra américana y devolverle su dinero a cambio de una canción que el de
Úbeda, por supuesto, les regaló.
Un
tiempo después la fortuna le fue aciaga; alguién les traicionó y él murió en el
asalto al chalet de un millonario.
Ahora
sus compañeros: el “Tuli” (Álex Barahona), Juan (Javier Godino) y “Manitas”
(Diego Paris), y su hermana (Guadalupe Lancho) quieren vengar su muerte.
En
el Darling’s, un local en el que abundan las medias negras y los tacones de
aguja, frecuentado por canallas con corazón, princesas de barrio ávidas de
amor, y algún que otro hombre de traje gris, se gesta un golpe castizo con Paul
Newman y Robert Redford reconvertidos en aventajados imitadores de Cyrano de
Bergerac y el joven cadete Christián de Neuvillette pugnando por el corazón de
Magdalena.
Sobra
un poco de azúcar si de lo que se trata es de recrear el “universo” Sabina,
pero la calidad de los arreglos musicales, la escenografía, el buen trabajo de
los actores-cantantes y las coreografía de un impresionante grupo de bailarinas
que invitan al pecado hacen que ésta sea una experiencia que si merece la
pena.
Después de esto, espero que salga de gira!!
ResponderEliminarCreo que la tienen prevista, pero me parece que después del verano vuelven a la Gran Vía así que lo mismo podemos escaparnos a verles en el Rialto...
EliminarLa voz no se parece nada a la de Ana Torroja, más bien a la rana Gustavo o rockefeller. Que poco gusto tienes, bocachancla!!!
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