Valladolid, 9 de septiembre de 2.012
El estreno en 1.991 de "La Bella y la Bestia" supuso el espaldarazo definitivo al resurgimiento del cine de animación de la factoría Disney que había comenzado en 1.989 con "La Sirenita" y que se confirmaría después con títulos como "Aladdin" (1.992), "El Rey León" (1.994), "Pocahontas" (1.995), "El jorobado de Notre Dame" (1.996), "Hércules" (1.997), "Mulán" (1.998) y "Tarzán" (1.999).
La cinta, dirigida por Gary Troudale y Kirk Wise, con guión de Linda Woolverton y música de Alan Menken y Howard Ashman, fue nominada a los premios Oscar en la categoría de mejor película y alzó las estatuillas correspondientes a mejor banda sonora y mejor canción.
El argumento es una adaptación de un cuento popular europeo recogido por primera vez por la francesa Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve en 1.740, si bien la versión más conocida es la revisión de éste, muy abreviada, que en 1.756 escribió Jeanne-Marie Leprince de Beaumont.
Narra las desventuras de una hermosa joven que acepta ser encerrada en un castillo encantado gobernado por una horrenda bestia para liberar a su padre; la bestia es en realidad un apuesto príncipe, pero sólo si consigue el amor de una dama antes de que se caiga el último pétalo de la rosa que le regaló la hermosa hada disfrazada de pordiosera a la que él despreció se romperá el encantamiento que le convirtió en un horripilante monstruo.
Una perfecta combinación de romance, acción, música y humor aderezada con la presencia de un puñado de fantásticos personajes secundarios -Lumiére, Din-don, la señorita Pop, el simpático Chip...- convirtieron la cinta en una película maravillosa y en un rotundo éxito de taquilla.
La factoría Disney no tardó en aprovechar el filón, convirtiendo la película en un fastuoso musical estrenado en Broadway en 1.994 que después ha recorrido el mundo entero.
En 1.999 el musical llegó al Teatro Lope de Vega, en la Gran Vía madrileña, y su extraordinaria aceptación propició la proliferación a partir de entonces de grandes musicales en la capital, género al que un par de años antes ya le habían abierto las puertas de nuestros teatros Paloma San Basilio y José Sacristán con "El Hombre de la Mancha" (1.997).
"Cuando Alan Menken y Howard Ashman recibieron de la productora Disney el encargo de ponerle música y letra a "La Bella y la Bestia" no tuvieron motivo alguno de extrañeza. Para un tándem de creadores que poco antes había hecho cantar y bailar a ritmo de rock a una terrible y amenazadora planta carnívora, ¿qué tenía de extraño que ahora les pidieran nuevas canciones para una tetera de curvas redondeadas, un candelabro de luz mortecina, un reloj de péndulo impreciso y hasta un escabel con hechuras evidentes de perro faldero?
Menken y Ashman aceptaron la propuesta con intención de afrontar un reto que ya hacía tiempo se habían planteado: escribir un musical al más puro estilo delos clásicos de Broadway para una película de animación, teniendo como ejemplo las pautas marcadas por los grandes creadores del género. Pero Disney, que les había proporcionado ya dos Oscars, preparaba concienzudamente el posterior asalto a los grandes teatros. Tras el trabajo en la película "La Sirenita", los reyes del entertaiment llamaban de nuevo a su puerta para brindarles un camino indirecto que ni siquiera habían imaginado: estrenar en los grandes teatros desde las salas de cine, es decir, llegar a Broadway vía Hollywood.
Y, manos a la obra, crearon para una película de dibujos animados de poco más de ochenta minutos de duración, una de las más bellas partituras del moderno musical americano.
Poco importaba que en un principio el producto tuviera como destinatario a un público eminentemente infantil, porque el desafío que se imponían a sí mismos era interesar desde un primer momento a los adultos que les acompañaran. Sabían que trabajar para Disney demandaba canciones y musicalizaciones sencillas que sedujeran a la primera; no podían pensar siquiera en temas que necesitaran ser escuchados una y otra vez para familiarizarse con ellos (al estilo de los de sus admirados Brecht y Weill), pero tampoco estaban dispuestos a rebajar el nivel de su inspiracion hasta el punto de ofrecer un producto que el público no deseara escuchar hasta tres y cuatro veces seguidas sin dejar de encontrar, en cada audición, algo nuevo y seductor. Todas estas intenciones se vieron logradas en una realidad evidente cuando, en el momento del estreno de la película en Nueva York, en 1.991, el critico teatral del New York Times, el temido Frank Rich -al que la comunidad teatral apodaba 'el carnicero de Broadway' por lo sanguinario de sus críticas-, escribió textualmente: <<Si son ustedes habituales del teatro y quieren disfrutar del mejor musical de Broadway de esta temporada, tienen que correr al cine más cercano a ver la película de dibujas animados "La Bella y la Bestia". Hollywood ha dado con el musical que Broadway busca en vano desde hace años.>>
Este comentario bastaba para que el camino de vuelta, el que va del cine al teatro, empezara a pavimentarse de inmediato. Peno no era fácil; otros muchos con anterioridad habían caído en el intento. Grandes musicales nacidos directamente para el cine, como "Cantando bajo la lluvia" y "Siete novias para siete hermanos", habían resultado sonoros fracasos al pasar al teatro. La operación de convertir en figuras de carne y hueso a personajes nacidos como dibujos o provenientes del campo del comic (Snoopy y Charlie Brown, por citar sólo algunos) tampoco había obtenido resultados positivos. La única mínima garantía estaba en el ejemplo del musical "Cats", donde una legión de gatos bailarines llenaba los teatros de medio mundo con años de éxito continuado, y en la confianza absoluta en el producto que tenían entre manos, que les había proporcionado de nuevo otros dos Oscar, a la Mejor Partitura y a la Mejor Canción.
Los productores y creadores de Broadway de toda la vida vieron con recelo el desembarco de Disney en su mundo, y más cuando "La Bella y la Bestia" plantó sus reales en uno de los teatros más respetados históricamente, el famoso Palace de Times Square, templo de la mítica Juydy Garland. Quizá por eso, y a pesar del éxito de crítica y público desde el mismo momento de su estreno en 1.994, cuando llegó el momento de los premios Tony, Broadway se mostró cicatero y el musical tuvo que conformarse con un único Tony al Mejor Vestuario.
Fue un año después, en Los Ángeles, cuna de Hollywood, libre de los resquemores de un ambiente teatral enrarecido, donde consiguió el Ovation al Mejor Musical, refrendado dos años más tarde en Europa con el Laurence Olivier al Mejor Musical a raíz de su estreno en Londres. Más tarde se sucedieron con igual éxito de público y crítica los montajes de Toronto, Tokio, México y Buenos Aires.
Llega ahora "La Bella y la Bestia" a un escenario madrileño. Ello significa un paso de gigante en la oferta del teatro musical en España. El hecho de que esté con nosotros en apenas cinco años desde su estreno mundial en Nueva York habla mucho y bien de la confianza que merece el público español. Un público preparado ya para que, junto a éstos, le lleguen otros musicales recientes, con planteamientos igualmente innovadores, que abren nuevas perspectivas al magnífico momento actual del género.
(José María Pou)
Con mi prima trabajando en Madrid, mi hermana y yo no podíamos dejar pasar la oportunidad de disfrutar de aquel espectáculo y aunque no recuerdo los detalles, sí recuerdo que nos gustó mucho y que lo pasamos bien.
....
Ayer Chus y Juan se casaron en la Iglesia Conventual de San Pablo de los Padres Dominicos, en Palencia: ENHORABUENA, CHICOS; ¡SED MUY FELICES!
Quisieron compartir con nosotros gestos, miradas, palabras entrecortadas, brindis y bailes, y me dieron la oportunidad de reencontrarme con amigos a los que hacía mucho tiempo que no veía y de ver como otros con los que comparto más momentos recuperaban la sonrisa perdida.
Bebimos, cantamos y bailamos hasta altas horas de la madrugada pero eso no impidió que hoy nos hayamos levantado con fuerzas suficientes para saborear el encanto de las bodegas de Monzón de Campos y, por la tarde, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, acercarnos al Teatro Calderón para, doce años después, volver a disfrutar de un musical que ahora está de gira por nuestro país.
Postizas columnas de color azul flanquean el telón para adecuar las dimensiones del escenario a las exigencias de una escenografía que habrá de adaptarse a las condiciones de los distintos teatros por los que va a pasar.
Se apagan las luces, se alza la cortina y una voz en off nos recuerda que...
"Érase una vez, en un país lejano, un joven príncipe que vivía en un resplandeciente castillo. A pesar de tener todo lo que podía desear, el príncipe era egoísta, déspota y consentido, pero una noche de invierno llegó al castillo una anciana mendiga y le ofreció una simple rosa a cambio de cobijarse del horrible frío.
Repugnado por su desagradable aspecto el príncipe despreció el regalo y expulsó de allí a la anciana pero ella le advirtió que no se dejara engañar por las apariencias porque la belleza se encuentra en el interior y cuando volvió a rechazarla la fealdad de la anciana desapareció dando paso a una bellísima hechicera. El príncipe trató de disculparse pero era demasiado tarde pues ella ya había visto que en su corazón no había amor y como castigo lo transformó en una horrible bestia y lanzó un poderoso hechizo sobre el castillo y todos los que allí vivían. Avergonzado por su aspecto el monstruo se encerró en el interior de su castillo con un espejo mágico como única ventana al mundo exterior. La rosa que ella le había ofrecido era en realidad una rosa encantada que seguiría fresca hasta que el cumpliera veintiún años; si era capaz de aprender a amar a una mujer y ganarse a cambio su amor antes de que cayera el último pétalo, entonces se desharía el hechizo. Si no, permanecería condenado a seguir siendo una bestia para siempre.
Al pasar los años comenzó a impacientarse y perdió toda esperanza pues, ¿quién iba a ser capaz de amar a una bestia?"
Hermosos decorados nos trasladan a las calles del pueblo por el que Bella (Talia del Val) pasea dejando volar su imaginación.
"Ésta es mi pequeña aldea,
un lugar cada día igual.
Con el sol se levantan todos
despertando así..."
Cuando su padre se pierde en el fantasmagórico bosque poblado por lobos Bella no duda en ir a buscarlo encontrándolo encerrado en las mazmorras del castillo encantado.
La horripilante Bestia (Ignasi Vidal) consiente en dejarle libre si a cambio ella permanece en su mansión para siempre.
Bella accede y merced a una brillante escenografía y a una vistosa estructura giratoria, Lumiére (Diego Rodríguez) y Din-Don (Frank Capdet) le muestran los rincones del inmenso palacio y esperanzados, junto al resto de entrañables personajes encantados que pueblan el castillo, le preparan un extraordinario festín con sabor a revista en el que los platos, los cubiertos y las servilletas bailan y cantan haciendo que la hermosa joven olvide sus temores.
Ma chere Madmoiselle, es una gran satisfacción
y un inmenso placer recibirla aquí esta noche.
Y ahora le invitamos a que tome asiento
y se ponga cómoda porque el salón comedor
tiene el orgullo de presentar : ¡SU CENA...!
El amor parece que puede llegar al palacio encantando y una inocente sonrisa se instala en nuestros rostros cuando la horripilante Bestia y la hermosa Bella comienzan a gustarse.
(ella...)
Hay algo en él
que no es igual,
pues era un bruto desgarbado y un patán,
y ahora es un sol;
no se porque
no descubrí todo lo bueno que hay en él.
(él...)
Me mira a mí,
no hay nadie más,
y me ha rozado la pezuña sin temblar.
No puede ser,
mira hacia aquí,
y juraría que la he visto sonreír.
(ella...)
Es una magia extraña,
yo jamás pensé que iba a ocurrir.
No es el que yo soñaba,
pero hay algo nuevo en él que empiezo a descubrir...
Pero el vanidoso y despreciable Gastón (Daniel Diges), despreciado por Bella, lidera la encolerizada marabunta organizada por las gentes del pueblo cuando el padre de ella describe al horripilante monstruo que tiene prisionera a su hija.
Con antorchas y garrotes asaltan el castillo.
La Bella y la Bestia se aman, aunque tal vez sea tarde para ellos...
Un maravilloso espectáculo que aúna impresionantes decorados, vistosas coreografías y un cuidado vestuario para explotar al máximo unas canciones y una historia que emocionan y estremecen aunque los productores recurran a música enlatada para hacernos disfrutar de la partitura de Alan Menken.
¡IMPRESIONANTE!
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