Bilbao, 24 de mayo de 2.011
No
hace mucho, a principios de abril, cuando fui a Palencia a ver “La Bella
Durmiente”, pude disfrutar de una agradable cena y una interesante sobremesa con
Susana.
Hablamos
de sus peques, de mis sobrinos, de amigos comunes y por supuesto, también de
ballet.
Le comenté lo mucho que el año pasado me gustó la coreografía de Boris
Eifman “Oneguin” y entonces ella me sorprendió contándome que la empresa en la
que ella trabajaba hace unos años era la que gestionaba las giras del Saint
Petersburg Eifman Ballet en España y que ella viajaba con la compañía (¡que
envidia!).
Me recomendó encarecidamente su coreografía
“Tchaikovsky” y resulta que hace unas semanas descubrí que la compañía iba a
venir a presentarla al Palacio Euskalduna de Bilbao: ¿cómo desaprovechar una
oportunidad así?
Una coreogragía conmovedora en la que sufrimos junto a Tchaikovsky cuando le vemos enfrentarse a si mismo y a su homosexualidad y en la que disfrutamos con él cuando se entrega a la música.
Una coreogragía conmovedora en la que sufrimos junto a Tchaikovsky cuando le vemos enfrentarse a si mismo y a su homosexualidad y en la que disfrutamos con él cuando se entrega a la música.
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