Santander, 4 de marzo de 2.011
José Luis Sampedro es un escritor barcelonés al que descubrí hace un
buen puñado de años, cuando mi amiga Inés me invitó a leer “La vieja sirena”:
una maravillosa novela ambientada en la Alejandría del siglo III y que narra
la vida de una misteriosa mujer de origen desconocido.
El
libro me gustó muchísimo y muy pronto tuve entre mis manos otra novela del
mismo autor, “La sonrisa etrusca”, en la que buceamos en el corazón de un
anciano gravemente enfermo que se ve obligado a trasladarse desde su pueblo en
el sur de Italia al piso de su hijo en Milán, dónde conocerá a su nieto recién
nacido.
El
estreno de la adaptación teatral de esta novela es lo que hoy nos lleva a la
Sala Pereda del Palacio de Festivales.
Una
propuesta sorprendente: voces en off que permiten conocer los pensamientos de
Salvatore (alias Bruno) y las largas conversaciones que mantiene con su nieto
Brunettino y proyecciones de video sobre el fondo y los laterales del escenario
nos dan la oportunidad de viajar en el espacio y el tiempo y trasladarnos junto
a Salvatore-Bruno a su pueblo y a su pasado.
La genial escenografía unida al fantástico trabajo de Héctor Alterio
en el papel de Salvatore hacen que sea imposible no sumergirse en el corazón del protagonista
y descubrir a un hombre rudo, tosco, ingenuo y con una inmensa capacidad de
amar.
Es
imposible no emocionarse.
No
es la primera vez que disfruto del trabajo de Héctor Alterio.
Se
trata de un veterano actor argentino al que descubrí, junto a Ricardo Darín y
Natalia Verbeke, en el año 2.001, cuando junto a ellos protagonizó “El hijo de
la novia”.
Además ya tuve la oportunidad de verle en este mismo teatro hace un par
de años, cuando protagonizó junto a José Sacristán la discreta obra de teatro
“Dos menos” en la que ambos daban vida a dos enfermos terminales que
afrontaban el epílogo de sus vidas con un envidiable sentido del humor.
Un
gran actor que hoy, una vez más, ha conseguido emocionarnos.
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