sábado, 22 de agosto de 2015

LAS TETAS DE LIÉRGANES: desempolvando recuerdos...

Rucandio, 14 de agosto de 2.015


Tomar un chocalate con churros y dar un paseo por Liérganes es un clásico del verano cántabro, como lo es también detenerse junto al puente que cruza sobre el río Miera y dejar que la mirada se pierda a lo lejos mientras uno piensa: "a ver si un día de estos subo a las Tetas..."


Ayer lo intentamos pero el mal tiempo no nos dio opción.
Hoy hemos repetido y después de dejar a los peques en sus campamentos de verano nos hemos dirigido a Rucandio. Hemos aparcado el coche un poco más allá del albergue juvenil y volviendo sobre nuestros pasos nos hemos acercado al discreto cerro sobre el que se alza la Iglesia de Santa María Magdalena para buscar la bandera y tratar de atraparla desempolvando viejos recuerdos juveniles...


Se trata de una iglesia de estilo barroco declarada Bien de Interés Cultural construida a mediados del siglo XVIII a instancias del arzobispo de Zaragoza, don Tomás Crespo Agüero, natural de este pueblo.

Llama la atención su planta octogonal y destaca la torre de sillería adosada a su extremo occidental, también octogonal, de cuatro alturas y rematada por una balaustrada, en la que se abre, entre pilastras que sostienen un frontón partido rematado con una cruz, la entrada principal.

Regresamos junto al coche, buscamos las marcas blancas y amarillas propias de un sendero de corto recorrido y echamos a andar por una carretera asfaltada. Poco después, ignorando la "X" pintada en el suelo, abandonamos el asfalto para continuar nuestro paseo por un camino exigente que en poco más de media hora habrá de conducirnos hasta el canalillo de los simpáticos montes merachos.


Las Tetas de Liérganes es el nombre con el que coloquialmente se conoce a los Picos de Busampiro: dos turgentes afloraciones calizas de similar forma y tamaño conocidas como Cotillamón y Miramón, de cuatrocientos metros de altitud y separadas por un collado herboso al que se puede llegar cómodamente por carretera desde el pueblo del Hombre Pez.


Nosotros llegamos a pie, casi campo a través, y desde allí nos dirigimos a la cima más septentrional: Cotillamón. A nuestros pies se extienden las localidades de Liérganes y Rucandio y si dejamos que nuestra mirada vuele hasta el infinito contemplamos la Sierra de Peña Cabarga, el Pico del Castillo, la bahía de Santander y la isla de Mouro y al fondo el poderoso Mar Cantábrico.


Sabemos que las vistas serán similares, pero no contemplamos la posibilidad de volvernos sin hollar el Miramón, así que volvemos sobre nuestros pasos y nos dirigimos a la cima situada más al sur para contemplar desde allí a su hermana gemela, que se alza poderosa sobre las casas de Rucandio.


Regresamos al confortable seno que separa ambas formaciones y charlamos con el propietario de las cabañas que custodian esta simpática formación geológica: apunta a lo lejos, señala varias subidas y bajadas, nos pide que nos fijemos en algunas encinas y nos propone un atractivo paseo que habrá de conducirnos a otras cumbres cercanas. Quizás otro día...


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