Olite, 6 de agosto de 2.015
Desayunamos y probamos las instalaciones del balneario. El desagradable olor a huevo podrido procedente de las aguas sulfurosas que nos sorprendió anoche al llegar al hotel ha desaparecido y disfrutamos del spa: piscina termal con jets subacuáticos, chorros de cuello de cisne, cascada de agua...
Poco después del mediodía nos ponemos en marcha, camino de Olite, uno de los pueblos medievales más bonitos de España. Situado en el corazón de la Comunidad Foral de Navarra, vivió su mayor explendor durante la Baja Edad Media, cuando fue elegido como una de las sedes favoritas de los reyes de Navarra.
Hace mucho calor así que optamos por tomar unas cervecitas y comer algo antes de visitar sus monumentos. Aparcamos extramuros y accedemos al casco antiguo de la villa por el Portal de Fenero.
Contemplando su imponente perfil y la elegancia de sus remozadas torres resulta fácil trasladarse al medievo e imaginar como era la vida cortesana en un palacio que contaba con una rica decoración, y exóticos járdines, y en cuyo interior se celebraban justas y torneos, juegos de pelota e incluso corridas de toros.
El conjunto histórico del Palacio Real de Olite se divide en tres partes: Palacio Viejo, ruinas de la Capilla de San Jorge y Palacio Nuevo.
1.-Patio Viejo
5.-Torre del Homenaje
7.-Cámara de la Reina o de los Ángeles
9.-Cámara del Rey o de los Lazos
11.-Galería del Rey o de los Naranjos
12.-Patio de la Pajarera
13.-Galería de la Reina
14.-Torre de la Atalaya o de la Joyosa Guarda
15.-Torre de los Cuatro Vientos
16.-Torre del Portal de Fenero
17.-Torre del Aljibe
19.-Torre de las Tres Coronas
20.-Pozo de Hielo
21.-Capilla de San Jorge
22.-Patio de la Morera
En 1.512, tras la conquista de Navarra por parte de la Corona de Castlla, comienza el deterioro del palacio que desde entonces se utilizó sólo como residencia esporádica de virreyes, gobernadores e hidalgos.
En 1.813, durante la Guerra de la Independencia, un pavoroso incendio provocado por el general Espoz y Mina para evitar que los franceses, en retirada, se hiciesen fuertes en el castillo, trajo consigo la destrucción de toda su decoración interior y de gran parte de su estructura. Posteriormente, la apropiación indebida de la piedra de sus muros hubiera supuesto su completa desaparición de no haber sido por la intervención de la Diputación Foral de Navarra que en 1.914 adquirió el palacio y en 1.937 emprendió una costosa restauración que se prolongó a lo largo de treinta años con el fin de devolverle el aspecto y explendor primitivos convirtiéndolo en un vistoso decorado.
Una escalera de caracol dispuesta en el interior de la gran Torre del Homenaje nos conduce a la planta noble del palacio, donde se encuentran las habitaciones de los reyes.
Las dependencias de la reina Leonor de Trastámara -hija del rey Enrique II de Castilla-, comunican con un jardín colgante suspendido a veinte metros de altura sobre una bóveda de robustos arcos fajones y custodiado por un gracioso claustrillo totamente restaurado conocido como la Galería de la Reina.
Recorremos los paseos de ronda del castillo y nos colamos en las caprichosas torres coronadas de pizarra que conforman el singular skyline de la villa.
El Portal de Fenero, una sencilla puerta formada por un arco apuntado sin ningún tipo de decoración abierta en la robusta muralla, era el lugar por el que entraban a Olite los carros de heno.
La Torre de los Cuatro Vientos, de planta cuadrada, es conocida también como la Torre de las Tres Finestras por poseer tres grandes ventanales góticos abiertos cada uno a un punto cardinal que, convertidos en expléndidos miradores, permitían a los reyes y nobles contemplar las corridas de toros, justas y torneos que se celebraban en el exterior del palacio.
Adosada en una de sus esquinas se alza un simpático torreón de base cuadrada y de mayor altura.
Junto a ella se sitúa la Torre de la Atalaya, de planta cuadrangular, con una pequeña torre cilíndrica adosada a uno de sus lados, y sobre cuya terraza almenada se alza otra más pequeña circular en la que se situaba permanentemente un vigía. Subimos a lo alto de la torre, desde donde se controlaba la llegada de cualquier noticia del exterior y divisamos a lo lejos la silueta de la villa de Ujué que, situada a más de ochocientos metros de altitud y muy próxima a la frontera con el reino de Aragón, sirvió durante muchos años de avanzadilla militar del reino de Navarra. Volvemos la vista y contemplamos bajo nuestros pies la expléndida planta de la fortaleza medieval.
Continuamos caminando por el paseo de ronda y en el extremo noroccidental del Palacio Nuevo descubrimos la torre más pintoresca del castillo, la Torre de las Tres Coronas, construida posiblemente como casa de juegos para los hijos del rey Carlos III.
Presenta planta octogonal y tres niveles cuyos cuerpos disminuyen de tamaño gradualmente. Desde ella se contemplan un singular edificio con forma de cáscara de huevo y ocho metros de profundidad en el que se guardaba el hielo y la nieve del invierno para, merced al carácter aislante de las capas de pajas entre las que se almacenaba, conservarlos hasta el verano.
Antes de abandonar las dependencias del Palacio Nuevo accedemos a la Torre del Homenaje, la cual, con sus casi cuarenta metros de altura, constituye el punto más alto del palacio.
Desde lo alto de la torre disfrutamos de unas excelentes vistas de la villa de Olite: por un lado contemplamos las torres de los Cuatros Vientos y de la Atalaya con la iglesia de San Pedro y su singular torre gótica de cincuenta y cuatro metros de altura al fondo, y por el otro descubrimos el Palacio Viejo, las ruinas de la Capilla de San Jorge -construida a instancias de la reina Doña Leonor a finales del siglo XIV para uso privado de los monarcas-, la torre y la cubierta de la iglesia gótica de Santa María la Real y la Plaza de Carlos III el Noble.
El dintel es una delicada pieza llena de vida: un paraíso vegetal que esconde a un hombre encaramado a una encina sacudiendo bellotas, a un cazador asediando a un venado, a dos jóvenes peleando a lomos de sendos leones, o a un centauro arrodillado ante un ser mitológico.
Las jambas, por su parte, están decoradas con varias escenas cargadas de simbolismo que incluyen tanto episodios del Antiguo y Nuevo Testamento y como otros propios de la vida cotidiana.
Las molduras muestran una exuberante decoración vegetal formada por hojas de vid, roble, castaño, hiedra y cardo entre las que emergen dos figuras orantes dispuestas bajo sendos doseletes que probablemente representen a Juana I y a su esposo Felipe el Hermoso, vigentes reyes de Navarra cuando se construyó la portada.
A ambos lados de la puerta se despliega un apostolado completo y frente al conjunto la reina Blanca de Navarra dispuso en torno al año 1.432 un precioso atrio enmarcado por una graciosa arquería cuya entrada está presidida por el escudo real y flanqueada por las imágenes de su promotora y de la Virgen.
Su construcción se inició en el siglo XII. Es la iglesia más antigua de Olite y destaca la singular torre gótica sobre la que se alza una singular aguja octogonal del siglo XIV.
La celebración de un funeral impide que accedamos al interior del edificio pero nos detenemos frente a la fachada principal y admiramos su hermosa portada románica de medio punto abocinada con seis arquivoltas lisas dispuestas entre cenefas ricamente decoradas con ajedrezados y motivos vegetales que descansan sobre una serie de capiteles entre los que destacan las representaciones de las luchas de San Jorge con el dragón y de un centauro con una arpía.
En el primero aparecen representados los apóstoles San Pedro, San Andrés y Santiago flanqueados por dos ángeles mientras que en el dintel se recogen varias escenas de la vida de San Pedro.
Cae la tarde y en Olite queda poco que hacer pero la perspectiva de volver al hotel para cenar el insípido buffet ofertado por su cocina no resulta nada atractiva. Nos sentamos en la plaza mayor y tomamos unas cañitas mientras los vecinos del pueblo ensayan algunos bailes populares. Después buscamos un supermercado y compramos algo de jamón, una barra de pan y un par de latas de cerveza....
Llegamos a Grávalos de noche e improvisamos un pic-nic en la terraza del hotel para disfrutar del Starlight de La Rioja: nos subimos al carro de la Osa Mayor y buscando a Solaris nos topamos con Arturo antes de regresar a la habitación y soñar con dragones...
No hay comentarios:
Publicar un comentario