jueves, 24 de septiembre de 2015

LA RUTA DE LOS CAÑASTERIOS (I) - SANTO DOMINGO DE LA CALZADA: donde canto la gallina después de asada

Santo Domingo de la Calzada, 5 de agosto de 2.015


Hace poco cumplimos años y para celebrar nuestros aniversarios hubo quien nos propuso una simpática y atractiva escapada: ¡¡¡la Ruta de los Cañasterios!!!

Nuestro primer destino es Grávalos, un pequeño municipio situado en el extremo oriental de La Rioja perteneciente a la comarca de Arnedo. Allí el ayuntamiento y el gobierno autonómico han financiado conjuntamente la restauración y ampliación de un antiguo balneario inaugurado durante el siglo XIX con el fin de aprovechar las propiedades medicinales de un manantial natural de aguas sulfurosas descubierto en el siglo XVI: Hotel Bienestar Balneario de Grávalos.


De camino nos detenemos en Santo Domingo de la Calzada, cuyos orígenes se remontan al asentamiento que en el siglo XI tuvo lugar en torno a la iglesia y al hospital de peregrinos fundados por el eremita burgalés.
Comemos y nos dirigimos a la oficina de turismo, donde varios paneles explicativos nos muestran la historia de la localidad, una de las principales estaciones del Camino de Santiago.


Domingo García nació en Viloria de Rioja (Burgos) en torno al año 1.019. Decidido a entregar su vida a Dios y tras el fallecimiento de sus padres intentó ingresar en los monasterios benedictinos de Valvanera y San Millán de la Cogolla, pero no lo consiguió. Fue entonces cuando, en el año 1.040, convertido en eremita, se retiró a los bosque de encinas que ocupaban el lugar en el que hoy se levanta la ciudad de Santo Domingo de la Calzada. Observó las dificultades que los peregrinos encontraban al atravesar la zona rumbo a Compostela y desde entonces trabajó para facilitarles el recorrido con la construcción de un puente que permitiera salvar el curso del río Oja, una calzada de piedra que uniera Nájera con Redecilla del Camino, un hospital donde refugiarse, un pozo y una pequeña iglesia.
En el año 1.076 el rey Alfonso VI conquistó estas tierras y previendo que el desarrollo del Camino favorecería la repoblación de las mismas mostró su apoyo al eremita, promocionando sus obras y haciéndole responsable de todas aquellas que se llevasen a cabo en la ruta jacobea.
Domingo García murió en el año 1.109 y fue enterrado en el lugar que él mismo habia escogido: junto a los muros de la gran iglesia erigida en honor al Salvador y a Santa María, en mitad del camino. Sus seguidores consolidaron a partir de entonces el pequeño burgo que con el tiempo adoptaría su nombre y continuaron su obra creando una cofradía que aún hoy acoge a los peregrinos que llegan a la ciudad y preserva la memoria del santo.

Una breve proyección audiovisual rememora el conocidísimo milagro del gallo y la gallina de Santo Domingo de la Calzada:
cuentan que un matrimonio alemán y su joven hijo, Hugonell, se dirigían en peregrinación a Compostela cuando, al llegar a Santo Domingo, hicieron un alto en el camino y se hospedaron en un mesón. La hija del posadero se enamoró inmediatamente del joven pero, al no ser correspondida, decidió vengarse de él y ocultó una copa de plata en su equipaje. Al día siguiente, poco antes de que la familia abandonase la ciudad, ella denunció la desaparición y al encontrar la copa entre las pertenencias del muchacho éste fue acusado de robo y condenado a la horca.
Al día siguiente, sus padres, antes de continuar con su viaje, fueron a despedirse del cuerpo de su hijo, quien sorprendentemente seguía vivo. "Bienaventurado Santo Domingo de la Calzada. Él me ha conservado la vida contra el riguroso cordel... Dad cuenta de este prodigio", les dijo. Los padres acudieron a contar el increible suceso al corregidor de la ciudad pero éste, incrédulo, les espetó que el joven debía de estar tan vivo como el gallo y la gallina asados que se disponía a comer. Al instante las aves recuperaron sus plumas y la vida, dando fe del portentoso milagro...

Junto a la oficina de turismo, un entretenido centro de interpretación muy apropiado para los niños muestra algunos de los misterios y encantos del Camino de Santiago

Damos un breve paseo por el descafeinado casco antiguo de la ciudad y recorremos su Calle Mayor para dirigirnos a la iglesia erigida sobre la primitiva colegiata de estilo románico construida a principios del siglo XII bajo la advocación del Salvador y Santa María sobre un solar cedido por el rey Alfonso VI, convertida en concatedral en 1.232.


1.-Pórtico de Santo Domingo
2.-Cripta de Santo Domingo de la Calzada
3.-Capilla de Santiago
4.-Capilla de San Andrés
5.-Capilla de San Pedro
6.-Capilla de San Bartolomé
7.-Altar Mayor y deambulatorio
8.-Capilla del Retablo Mayor
9.-Crucero
12.-Capilla de Santa Teresa
14.-Acceso a las defensas
15.-Capilla de la Magdalena
16.-Trascoro
18.-Coro
19.-Claustro
20.-Pórtico Occidental (Puerta de Cristo)

El nuevo templo comenzó a construirse en 1.158 con planos del maestro Garçión, quien diseñó una iglesia con planta de cruz latina formada por tres naves con pequeñas capillas laterales y girola en la que se abrían tres capillas semicirculares.
De esa época data la cabecera, en la que destacan los hermosos canecillos del abside y en el interior, los capiteles y relieves de los pilares que envuelven el presbiterio.


A principios del siglo XIV se habían construido ya las tres naves cubiertas con bóvedas de crucería y el templo se cerraba en su extremo occidental con una portada carente de decoración esculpida formada por siete arquivoltas lisas sin capitel que se proyectan casi hasta el suelo.
Fue entonces cuando, atendiendo a las necesidades derivadas de las continuas luchas fronterizas entre los reinos de Castilla y Navarra, se acometió la fortificación del edificio y con tal fin se construyeron un portico a los pies del templo y un camino de ronda interior del que aún se conservan algunos vestigios en la nave lateral izquierda, sobre las puertas de acceso al claustro y las capillas laterales.

Durante el siglo XV, tras el hundimiento de uno de los pilares del crucero, se procedió a ampliar el transepto sur y desplazar el muro meridional ampliando las capillas de este lado, se aumento la altura de la capilla mayor y se suprimeron los dos absidiolos laterales de la cabecera para construir las capillas de San Andrés, San Bartolomé y Santiago.

Durante la segunda mitad del siglo XVIII se construyó la actual portada occidental, obra de Martín de Beratúa, formada por un gran arco de medio punto bajo el que se diponen tres óculos circulares y tres hornacinas que cobijan las imágenes de los tres patronos de la diócesis: San Emeterio, San Celedonio y Santo Domingo.


Se procedió entonces a construir una torre exenta de planta cuadrada y setenta metros de altura: la cuarta que se levantaba en la catedral.
La primera se construyó en la nave situada al norte, junto al crucero, a principios del siglo XIII, pero un rayo la destruyó en 1.450. Se sustituyó por otra que a mediados del siglo XVIII amenazaba ruina. Hubo de ser demolida y en 1.760 fue sustituida por una torre-portico que apoyaba una de sus caras en la fachada sur de la iglesia y el resto en una serie de arcos bajo los que discurría la calle. Problemas estructurales obligaron a desmontarla y acometer la construcción de una nueva torre en un lugar más seguro, a unos ocho metros de la catedral, al otro lado de la Calle Mayor.
La torre exenta es obra de Martín de Beratúa y consta de tres cuerpos, de planta cuadrada los dos primeros y octogonal el de las campanas, con cuatro torrecillas en los ángulos y cubierto por una cúpula rematada con una esbelta linterna.

Accedemos al interior del templo por unaentrada habilitada para los turistas junto a la portada occidental y nos topamos con un trascoro concebido a modo de retablo con pinturas renacentistas de Andrés de Melgar y Alonso Gallego compartimentadas mediante columnas abalaustradas. En la parte inferior tres grandes tablas representan el ciclo de la muerte y pasión de Cristo; en la parte superior la escena de la Oración en el Huerto aparece flanqueada los cuatro doctores de la iglesia occidental.


Rodeamos el coro por el lado de la epístola, donde nos encontramos un segundo retablo decorado en torno a 1.530 con pinturas de Andrés de Melgar y Alonso Gallego que muestran la vida y milagros del fundador de la ciudad.


Recorremos la estrecha nave de la derecha y pasamos junto a varias capillas entre las que destaca la de Santa Teresa, capilla funeraria fundada por la familia Suárez de Figueroa a principios del siglo XV que alberga varios sepulcros góticos, pinturas murales y un hermoso retablo del siglo XV con veinticuatro tablas pintadas y esculturas que muestran escenas de la vida de Jesucristo.



Llegamos al crucero y pasamo junto al curioso gallinero gótico del siglo XV de madera policromada que, conmemorando el famoso milagro del fundador de la ciudad, cobija permanentemente un gallo y una gallina de blanco plumaje. Los animales proceden de las donaciones de los devotos al santo y se cambian cada mes, permaneciendo el resto del tiempo en los gallineros de la Casa de la Cofradía del santo.
Sobre el gallinero, anclado a la pared, se conserva un trozo de madera perteneciente a la horca en la que se colgó al peregrino.

En el centro del brazo meridional del transepto se sitúan la cripta y el sepulcro de Santo Domingo de la Calzada. En él se funden piezas de tres sepulcros de épocas y estilos diferentes: la lauda sepulcral en la que se representa al santo yacente es de estilo románico, la mesa sobre la que se dispone ésta y en la que se narran sus milagros es de estilo gótico y el templete de alabastro que alberga el conjunto, diseñado por Felipe Vigarny y realizado por Juan de Rasines en 1.513 es de estilo tardogótico.


En 1.958 se habilitó bajo el brazo lateral sur del crucero una falsa cripta a la que se accede a través de unas escaleras destinada a albergar los restos de Santo Domingo. En su interior se conservan varias piezas esculpidas en piedra que podrían proceder de la desaparecida portada sur de la iglesia  entre las que destaca la situada frente al relicario y que representa al santo con un cautivo liberado a arrodillado a sus pies ofreciéndoles las cadenas que le mantenían preso.


Continuamos nuestra visita a la concatedral y nos acercamos a la cabecera de la iglesia donde, al retirar en 1.994 el retablo mayor para proceder a su restauración, se descubrieron cuatro pilastras románicas profusamente decoradas.



Las columnas centrales de las pilastras han sido rebajadas, labrándose sobre ellas una serie de detalles escultóricos que se conservan en un fantástico estado gracias a la prolongada protección del retablo, aunque su colocación supuso la eliminación de las zonas que estorbaban.
Dos de las pilastras están decoradas con palmetas y filigranas mientras que en las otras dos aparece representado el árbol de Jesé. En la parte inferior de una de ellas aparece el rey David sentado, con las piernas cruzadas y tocando la viola.


Por encima de él varias figuras humanas se asoman entre motivos vegetales mirando hacia la pilastra opuesta, presidida por una representación de la Santísima Trinidad denominada 'paternitas' en la que una paloma nimbada se situa sobre la cabeza de Dios Padre, quien a su vez sostiene a Cristo sobre sus rodillas.


Sobre la figura de Dios Padre, junto a la paloma, se dispone un coro de músicos ancianos y a su lado una imagen de San Juan 'Evangelista' en forma de águila que sostiene una cartela en la que se hace referencia al inicio de sus evangelios.


Por debajo aparecen la Virgen (a la que falta la cabeza) y otras figuras y en la base la imagen de San Juan mirando hacia arriba y señalando el lugar en el que se encuentra representada la Trinidad.


Recorremos el deambulatorio que envuelve la cabecera de la iglesia deleitándonos en las filigranas románicas de sus capiteles y llegamos al brazo norte del crucero, donde se alojó el altar mayor tras su restauración.


El retablo mayor es del siglo XVI y su autor es Damián Forment. Es de madera dorada y policromada y está dedicado al Salvador y al misterio de la Asunción de la Virgen. Se dispone sobre un zócalo de alabastro en el que aparecen representadas varias escenas de la vida de Santo Domingo y consta de banco y de un gran cuerpo monumental formado por tres pisos con tres calles principales y cuatro entrecalles secundarias.


En la zona inferior aparecen representadas tres escenas de la pasión de Cristo flanqueadas por las figuras de los cuatro evangelistas en las entrecalles: la Flagelación y Cristo camino del Calvario en las calles laterales y una hermosa Piedad en la calle central, en la que se muestra a Cristo tendido sobre una sábana blanca con la cabeza apoyada sobre el regazo de la Virgen María, a quien acompañan los Santos Varones y las tres Marías. 


El conjunto está presidido por la imagen de El Salvador: un Cristo sedente con la mano derecha alzada en actitud de bendecir.
Por encima de él está representada la Asunción de la Virgen a los cieles y se completa la calle central con un gran óculo eucarístico destinado a la exposición permanente del Santísimo, privilegio de la iglesia aragonesa, para la que Forment ya había trabajado, desde el siglo XIV.


En las calles laterales aparecen representadas escenas referidas a la Anunciación, la adoración de los pastores, la adoración de los Reyes, la presentación del Niño, la Resurrección y Pentecostés. En las entrecalles se distribuye un apostalado completo.
En el centro de la parte superior del retablo aparece la Santa Faz flanqueada por ángeles y en los extremos sendas tallas de Adán y Eva.

Completamos la visita a la iglesia recorriendo la nave septentrional, flanqueada por extrechas capillas entre las que destaca la de la Magdalena, mandada construir por D. Pedro Carranza, maestrescuela de la Catedral de Burgos, en 1.517 y en la que podemos admirar un extraordinario sepulcro atribuido a Felipe Vigarny junto a un retablo de León Picardo y una hermosa reja de los talleres de Andino.

A los pies de la iglesia, junto a la Capilla de la Magdalena, se encuentra el acceso a los elementos defensivos dispuestos a principios del siglo XIV, cuando el templo se convirtió en una pequeña fortaleza: un camino de ronda interior y un pórtico fortificado dispuesto frente a la fachada occidental sobre recios estribos con arcos apuntados, garantizaban la seguridad del edificio.


Regresamos a la iglesia y visitamos el claustro, originario del siglo XIV pero profundamente reformado en el siglo XVI. En la actualidad sus galerías y las estancias anejas, incluida la Sala Capitular, albergan el Museo Catedralicio donde se exponen obras pertenecientes a la catedral y al resto de la diócesis.

Salimos a la calle y nos acercamos al antiguo hospital de peregrinos fundado por el santo en el siglo XII, convertido hoy en Parador Nacional, para tomar un cafetín.
Nos acercamos de nuevo al exterior de la iglesia y nos deleitamos con los detalles románicos de su cabecera antes de regresar al coche y continuar con nuestro viaje.

Tomamos la Nacional 232, dirección Zaragoza, y nos desviamos hacia Arnedo, internándonos en la Sierra de Prejano. El paisaje cambia: se vuelve agreste y verde.


Pasamos junto a los cautivadoras ruinas de Turruncún, un pequeño pueblo fantasma colonizado por la madre naturaleza y llegamos a Grávalos al filo de las diez de la noche, con el tiempo justo para probar el discreto buffet del restaurante del hotel.
Nos registramos y al caer la noche salimos a dar un paseo por el pueblo, pero está desierto y no hay nada que ver. Nos vamos a dormir: mañana más...

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