Santander, 22 de septiembre de 2.018
“Degenerado” (2.013) es una emotiva novela
gráfica firmada por la francesa Chloé Cruchaudet e inspirada en la historia
real de Paul Grappe narrada en el ensayo “La garçonne et l’assasin”, de los
historiadores Fabrice Virgili y Danièle Voldman.
En una entrevista concedida a Jesús
Jiménez y publicada en la web www.rtve.es el
18 de mayo de 2.014, la propia artista
explicaba: “lo que más me impresionó de
la historia de Paul fue como un
hombre que no tenía ninguna tendencia homosexual, ni al travestismo, tuvo que convertirse
en mujer para sobrevivir, y como eso cambió su forma de ser y de pensar”.
“Al
principio -añadía-, el personaje depende totalmente de su mujer,
que le enseña a comportarse como una chica; se establece entre ellos una
relación maestro-alumno, pero, poco a poco, el construye su propia identidad y
acaba convirtiéndose en una diva femenina”.
Chloé Cruchaudet no edulcora la dura
historia de Paul y Louis, pero la aborda de un modo nada grosero y con mucha
delicadeza.
La composición de sus viñetas -teñidas de
gris, pero salpicadas de rojo-, y el trazo ligero de sus lápices reproducen el
caos en el que vivieron sus protagonistas, y consiguen emocionarnos, contagián-donos
su angustia…
Estamos
aquí por el caso de Louise Landy y Paul Grappe…
…ninguno
de los dos había mostrado signos de desequilibrio mental durante la infancia ni
contaba con antecedentes delictivos, más allá de una denuncia por
exhibicionismo contra Paul cuyo proceso había quedado sobreseído.
Ambos
se conocieron, se amaron y se casaron. Coquetearon, bailaron y se dieron el ‘sí
quiero’ justo antes de que Paul fuera reclutado para hacer el servicio militar.
El
estallido de la Primera Guerra Mundial les obligó a separarse, pero el miedo a
morir como un buen soldadito obediente empujó a Paul a escapar del infierno de
las trincheras.
Desertó
y se reunió con Louise en París. Su esposa cuidaba de él, pero encerrado entre
las cuatro paredes de la habitación de hotel en la que permanecía escondido,
los días se le hacían eternos…
Fue
entonces cuando comenzó a vestirse de mujer, pues de ese modo podía volver a
salir a la calle: ir al parque y sentir la llegada de la primavera…
Pero
Louise le hizo ver que afeitarse y ponerse un vestido no iba ser suficiente. A
plena luz del día cualquiera se daría cuenta de que no era una mujer: la gente
pensaría que era un invertido, los gendarmes no tardarían en detenerle y,
cuando descubrieran que era un desertor, lo fusilarían...
Ella
fue quien le ayudó a depilarse, quemar la raíz de los pelos de la barba,
arreglarse las uñas y perforarse las orejas. Le enseñó a compartarse como una
mujer: de manera discreta y comedida, y le bautizó Suzanne.
Poco
después, la guerra terminó, pero eso no hizo que amnistiaran a los desertores.
Paul seguía en busca y captura. Sentía que era una carga para Louise: ellos eran
dos, pero solo tenían una carta de racionamiento... Si hubiera muerto en el
frente, ahora ella sería una viuda de guerra y tendría una buena pensión. ¡No
podían seguir así!
Paul
comenzó a trabajar. Durante el día, mientras Louise estaba en el taller de
costura en el que trabajaba, él pintaba miniaturas, y por la noche se vestía de
Suzanne y frecuentaba el Bois du Boulogne, una especie de parque de atracciones
en el que a nadie se le obligaba a hacer nada que no quisiera. Allí cada cual
podía vivir sus fantasías y escoger el juego que más le apeteciera: mirar, ser
mirado…
Paul
y Louise estaban distanciándose. Cada vez compartían menos cosas y, tal vez por
eso, ella empezó a ir con él al bosque.
Allí,
Suzanne era muy popular, pues con ella todo era imprevisible: podía ser suave y
violenta a la vez, pasar del pudor a la fogosidad en un segundo, y todo con una
libertad total. Al principio parecía avergonzarse de su compañera: la dejaba en
brazos de desconocidos, mientras se iba con otros, pero después de un tiempo,
Louise empezó a adaptarse a aquel ambiente y aquello parecía irritarla.
Diez
años después de acabar la guerra, los desertores fueron amnistiados. Paul pudo
recuperar su identidad, pero no estaba preparado para hacerlo. Le gustaba ser
Suzanne, y la echaba de menos…
Louis,
por su parte, echaba de menos a su hombre, pero Paul no encontraba su lugar…
Los
fantasmas del pasado le perseguían. Se estaba volviendo loco. No podía más. Necesitaba
escapar de allí, librarse de ellos, pero el solo no podía hacerlo…
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