martes, 25 de septiembre de 2018

DEGENERADO: la muerte es una porquería, y los que digan lo contrario son unos mentirosos

Santander, 22 de septiembre de 2.018


“Degenerado” (2.013) es una emotiva novela gráfica firmada por la francesa Chloé Cruchaudet e inspirada en la historia real de Paul Grappe narrada en el ensayo “La garçonne et l’assasin”, de los historiadores Fabrice Virgili y Danièle Voldman.



En una entrevista concedida a Jesús Jiménez y publicada en la web www.rtve.es el 18 de mayo de 2.014,  la propia artista explicaba: “lo que más me impresionó de la historia de Paul fue como un hombre que no tenía ninguna tendencia homosexual, ni al travestismo, tuvo que convertirse en mujer para sobrevivir, y como eso cambió su forma de ser y de pensar”.



“Al principio -añadía-, el personaje depende totalmente de su mujer, que le enseña a comportarse como una chica; se establece entre ellos una relación maestro-alumno, pero, poco a poco, el construye su propia identidad y acaba convirtiéndose en una diva femenina”.

Chloé Cruchaudet no edulcora la dura historia de Paul y Louis, pero la aborda de un modo nada grosero y con mucha delicadeza.

La composición de sus viñetas -teñidas de gris, pero salpicadas de rojo-, y el trazo ligero de sus lápices reproducen el caos en el que vivieron sus protagonistas, y consiguen emocionarnos, contagián-donos su angustia…

Estamos aquí por el caso de Louise Landy y Paul Grappe…


…ninguno de los dos había mostrado signos de desequilibrio mental durante la infancia ni contaba con antecedentes delictivos, más allá de una denuncia por exhibicionismo contra Paul cuyo proceso había quedado sobreseído.  

Ambos se conocieron, se amaron y se casaron. Coquetearon, bailaron y se dieron el ‘sí quiero’ justo antes de que Paul fuera reclutado para hacer el servicio militar.



El estallido de la Primera Guerra Mundial les obligó a separarse, pero el miedo a morir como un buen soldadito obediente empujó a Paul a escapar del infierno de las trincheras.




Desertó y se reunió con Louise en París. Su esposa cuidaba de él, pero encerrado entre las cuatro paredes de la habitación de hotel en la que permanecía escondido, los días se le hacían eternos…


Fue entonces cuando comenzó a vestirse de mujer, pues de ese modo podía volver a salir a la calle: ir al parque y sentir la llegada de la primavera…


Pero Louise le hizo ver que afeitarse y ponerse un vestido no iba ser suficiente. A plena luz del día cualquiera se daría cuenta de que no era una mujer: la gente pensaría que era un invertido, los gendarmes no tardarían en detenerle y, cuando descubrieran que era un desertor, lo fusilarían...

Ella fue quien le ayudó a depilarse, quemar la raíz de los pelos de la barba, arreglarse las uñas y perforarse las orejas. Le enseñó a compartarse como una mujer: de manera discreta y comedida, y le bautizó Suzanne.


Poco después, la guerra terminó, pero eso no hizo que amnistiaran a los desertores. Paul seguía en busca y captura. Sentía que era una carga para Louise: ellos eran dos, pero solo tenían una carta de racionamiento... Si hubiera muerto en el frente, ahora ella sería una viuda de guerra y tendría una buena pensión. ¡No podían seguir así!

Paul comenzó a trabajar. Durante el día, mientras Louise estaba en el taller de costura en el que trabajaba, él pintaba miniaturas, y por la noche se vestía de Suzanne y frecuentaba el Bois du Boulogne, una especie de parque de atracciones en el que a nadie se le obligaba a hacer nada que no quisiera. Allí cada cual podía vivir sus fantasías y escoger el juego que más le apeteciera: mirar, ser mirado…



Paul y Louise estaban distanciándose. Cada vez compartían menos cosas y, tal vez por eso, ella empezó a ir con él al bosque.


Allí, Suzanne era muy popular, pues con ella todo era imprevisible: podía ser suave y violenta a la vez, pasar del pudor a la fogosidad en un segundo, y todo con una libertad total. Al principio parecía avergonzarse de su compañera: la dejaba en brazos de desconocidos, mientras se iba con otros, pero después de un tiempo, Louise empezó a adaptarse a aquel ambiente y aquello parecía irritarla.

Diez años después de acabar la guerra, los desertores fueron amnistiados. Paul pudo recuperar su identidad, pero no estaba preparado para hacerlo. Le gustaba ser Suzanne, y la echaba de menos…


Louis, por su parte, echaba de menos a su hombre, pero Paul no encontraba su lugar…


Los fantasmas del pasado le perseguían. Se estaba volviendo loco. No podía más. Necesitaba escapar de allí, librarse de ellos, pero el solo no podía hacerlo…


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