sábado, 18 de mayo de 2019

UN RAMITO DE VIOLETAS: el amor verdadero perdura en el tiempo

Santander, 29 de abril de 2.019


Cuando terminé de leer la novela “Seda”, me vino a la cabeza la letra de “Un ramito de violetas”, una deliciosa canción, triste pero con final agridulce, que la malograda Cecilia publicó en 1.974.



Era feliz en su matrimonio,
aunque su marido era el mismo demonio.
Tenía el hombre un poco de mal genio
y ella se quejaba de que nunca fue tierno.
Desde hace ya más de tres años
recibe cartas de un extraño,
cartas llenas de poesía
que le han devuelto la alegría.
A veces sueña y se imagina
cómo será aquel que tanto la estima:
sería un hombre más bien de pelo cano,
sonrisa abierta y ternura en las manos…
No sabe quién, sufre en silencio:
¿quién puede ser su amor secreto?
Y vive así, de día en día,
con la ilusión de ser querida.

¿Quién le escribía versos?
Dime, ¿quién era?
¿Quién le mandaba flores por primavera?
¿Quién cada nueve de noviembre,
como siempre sin tarjeta,
le mandaba un ramito de violetas?
  
Y cada tarde, al volver, su esposo,
cansado del trabajo, la mira de reojo.
No dice nada porque lo sabe todo:
sabe que es feliz así, de cualquier modo,
Porque él es quién le escribe versos.
Él: su amante, su amor secreto.
Y ella, que no sabe nada,
mira a su marido y luego calla.

(“Un ramito de violetas”,
Cecilia)


El amor verdadero perdura en el tiempo y, aunque la rutina puede convertirse en un peligroso adversario, siempre encuentra un resquicio por el que colarse, pero no nos confundamos: amar de cualquier modo no es suficiente…

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