viernes, 28 de febrero de 2020

CORTEO: el espíritu del circo sigue con nosotros

Santander, 16 de febrero de 2.020


Desde 2.018, después de diez años vagando de un lado para otro con su carpa a cuestas, los artistas del Circo del Sol que protagonizan “Corteo” desfilan sin ella. Así es como hoy han tenido que presentarse en el Palacio de Deportes de Santander: una pena…



Dicen que este es el espectáculo más querido por par-te de la ‘troupe’, y puede que sea cierto, pues constituye un extraordinario homenaje al circo clásico, un concepto de espectáculo que la compañía canadiense, quizás sin quererlo, se encargó de finiquitar cuando en 1.983 reinventó el ‘más difícil todavía’.

El payaso Mauro representa la esencia del Cirque du Soleil: la diversión, la ternura, el sentido del humor…, pero también muchas de las cosas que la compañía ha dejado atrás: la capacidad de improvisación, la imperfección, la proximidad al público, el jolgorio…



Ha muerto, y asistimos a su funeral. Ha pasado a mejor vida, pero su espíritu sigue con nosotros…




Nos acercamos a su velatorio y, junto a él, rememoramos algunos de los mejores momentos de su vida…







Frente a nosotros desfilan muchos de sus amigos, personajes complejos y esperpénticos, pero dotados de gran humanidad que, durante décadas, viajaron con él en coloridos carromatos: el hombre más fuerte del planeta, la mujer más pequeña del mundo…, tipos dotados de gran humanidad que, hoy en día, deben reinventarse si pretenden seguir formando parte del espectáculo.



Viajamos atrás en el tiempo y compartimos sus recuerdos…




Asistimos a un carnavelesco desfile: una alegre procesión que nos cautiva y hace reír…






Acróbatas y saltimbanquis desfilan frente a nosotros consiguiendo que los lamentos y la melancolía se plieguen frente a semejante cabalgata de alegres recuerdos.




Celebramos la vida mirando al cielo con asombro y exuberancia…




Asistimos a una despedida digna del ‘mayor espectáculo del mundo’; a un desfile jubiloso de coordinación deslumbrante y fuerza grandiosa…


Es hora de irse, pero, antes, Mauro ha de aprender a volar y para eso necesita unas alas…



Mira al cielo y ríe. La gloria le espera y, en el fondo de su alma, sabe que que su espíritu nunca se irá del todo.




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