Oviedo, 22 de septiembre de 2.012
La primera vez que oí hablar de la posibilidad de que Fito se lanzase a recorrer los teatros de nuestro país fue hace unos meses, a raíz de un encuentro digital en el que Gus le preguntó por esta posibilidad.
Ahora aquel proyecto se ha hecho realidad y ayer comenzó en el Auditorium Príncipe de Asturias de Oviedo una gira que llevará a Fito y sus Fitipaldis (Javi Alzola, 'Boli' Climent, Joserra Semperena, Daniel Griffin y Carlos Raya) por los escenarios de nueve ciudades que verán como el vasco recupera algunos temas que hace tiempo que no tocaba en directo y como transforma otros más habituales. Durante tres meses recorrerán los teatros de nuestro país pero avisan: "podemos cambiar los instrumentos, cambiar los arreglos, pero vamos a tocar pocas canciones lentas. No vamos a tocar lento y sentados; yo no se tocar sin energía, yo no se tocar sin mover el pie", dice el señor Fito Cabrales.
En diciembre, en Bilbao, voy a tener la suerte de ver como mi sobrino se encuentra por primera vez con su ídolo, ése cuyas canciones cantaba antes de empezar a hablar y cuyos gestos imita saltando sobre el sofá y tocando su guitarra de plástico mientras ve una y otra vez los videos de sus conciertos.
Será una noche mágica pero soy consciente de que ese día las canciones de Fito sólo serán un condimento, por éso no he querido esperar hasta entonces para subirme a esta gira.
Oviedo es una ciudad de la que guardo recuerdos bonitos.
Aquí pasé un par de meses hace diez años, cuando hice mis primeras prácticas universitarias. Fue poco tiempo pero suficiente para disfrutar de un casco histórico rehabilitado con un gusto exquisito.
Antes del concierto , hemos paseado por sus estrechas calles peatonales, nos hemos perdido en rincones cargados de encanto como la Plaza del Paraguas o la Plaza de Trascorrales y hemos saboreado el néctar de las manzanas asturianas
A la hora prevista estábamos en el Auditorium, y con sólo cinco minutos de retraso Fito ocupaba su lugar en el escenario para confesarnos que todo le viene de dentro y que, aunque este mar cada vez guarda más barcos hundidos, alguien dijo alguna vez que por la boca vive el pez, y él, esta noche, nos lo iba a decir otra vez:
porque escribo igual que sangro,
porque sangro todo lo que escribo,
me he dado cuenta cada vez que canto
que si no canto no se lo que digo.
La pena está bailando con el llanto
y cuando quiera bailará conmigo;
la vida apenas sólo dura un rato
y es lo que tengo para estar contigo,
para decirte lo que nunca canto,
para cantarte lo que nunca digo.
La noche prometía ser una venganza de la buena suerte o una recompensa de la mala vida y junto a sus Fitipaldis nos invitó a equivocarnos una y otra vez.
El objetivo de esta gira es recuperar un puñado de temas olvidados y versionar otros más habituales haciendo que suenen de un modo diferente. Éstos y aquéllos viajaron en el mismo tren, y cerca de las vías detuvieron nuestros relojes porque no siempre lo urgente es lo importante.
Ése era el momento de echar la vista atrás, rebuscar entre nuestros secretos, y beber hasta perder el control.
En abril de 2.008, poco después de concluir la gira de presentación del disco "Por la boca vive el pez", Fito publicó un libro ("Soy todo lo que me pasa") en el que escribía:
"Yo creo que toda la vida voy a hacer canciones, porque lo hice siempre y es una necesidad vital. Es como el que pinta, el que escribe o el que le gusta tunear coches; te gusta y tu tiempo lo dedicas a éso. Otra cosa es el hecho de hacer giras o discos. Hacer giras es una recompensa pero físicamente es durísimo y no sé si me veo con 60 o 70 años dando conciertos. Por otro lado, creo que es una cuestión de emoción, en el momento que tocar en directo ya no te pone, no vale la pena seguir."
De momento parece que le sigue poniendo: "después de dos años lejos de los escenarios vuestros aplausos alimentan mucho. ¡Sois la polla!"
Enterramos el tiempo dentro de un reloj de arena para no cansarnos de escuchar sus canciones; ésa es parte de nuestra cultura.
Fue divertido aporrear la puerta del cementerio de los temas olvidados. y asomarnos a nuestro propio funeral burlándonos del tipo de los ojos rojos antes de dejarnos revolcar por el cielo como un trozo de papel arrastrado por el viento.
Fue divertido aporrear la puerta del cementerio de los temas olvidados. y asomarnos a nuestro propio funeral burlándonos del tipo de los ojos rojos antes de dejarnos revolcar por el cielo como un trozo de papel arrastrado por el viento.
Sabíamos que después de un rato nos iríamos, acumulando todas las tristezas en un montón y acercándonos al mar para abrir la puerta de su jaula, pero hasta entonces no íbamos a parar y aunque Fito y compañía amenazasen con marcharse nosotros primero reímos y lloramos y después perdimos el miedo a quedar como unos idiotas para con nuestros vítores y aplausos recordarles que la noche aún no había terminado.
Fito desanduvo los mil kilómetros recorridos y allí seguíamos nosotros, esperándole.
Volvieron sus Fitipaldis y entre pantanos y rancheras compartieron su amor de cantina, un amor para toda la vida (genial 'transformer')
Ya no hacía falta disimular: nuestros sueños viajaban con el viento. El gran Carlos Raya se mezcló con el público y se desató la locura:
Se marcharon, pero volvieron.
Despacito, eso sí, que las prisas no son buenas.
Carlos cambió su guitarra por un violín y nos presentaron a su sirena: empresaria, de ojos verdes y guapa.
Sin darnos cuenta nos cogió la tormenta y aunque parecía que acabábamos de llegar ya nos teníamos que marchar.
Le pegamos un mordisco a la vida y nos lanzamos a la calle a buscar la melodía.
Fito desanduvo los mil kilómetros recorridos y allí seguíamos nosotros, esperándole.
Volvieron sus Fitipaldis y entre pantanos y rancheras compartieron su amor de cantina, un amor para toda la vida (genial 'transformer')
Ya no hacía falta disimular: nuestros sueños viajaban con el viento. El gran Carlos Raya se mezcló con el público y se desató la locura:
"No voy a sentirme mal
si algo no me sale bien,
he aprendido a derrapar
y a chocar con la pared;
que la vida se nos va
como el humo de ese tren,
como un beso en un portal,
antes de que cuente diez.
Y no volveré a sentirme extraño
aunque no me llegue a conocer,
y no volveré a quererte tanto,
y no volveré a dejarte de querer;
dejé de volar, me hundí en el barro,
y entre tanto barro me encontré
algo de calor sin tus abrazos,
ahora sé que nunca volveré."
Se marcharon, pero volvieron.
Despacito, eso sí, que las prisas no son buenas.
Carlos cambió su guitarra por un violín y nos presentaron a su sirena: empresaria, de ojos verdes y guapa.
Sin darnos cuenta nos cogió la tormenta y aunque parecía que acabábamos de llegar ya nos teníamos que marchar.
Le pegamos un mordisco a la vida y nos lanzamos a la calle a buscar la melodía.
¡QUE GRANDE FITO!
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