viernes, 23 de agosto de 2013

PICO SAN VICENTE: ¡cincuenta y cinco minutos dicen...!

Ramales de la Victoria, 22 de agosto de 2.013


La localidad de Ramales de la Victoria se extiende a los pies del Pico San Vicente (957), una escarpada peña de naturaleza caliza que constituye el extremo oriental de la Sierra del Hornijo, que se extiende de este a oeste separando los valles de Soba (al norte) y Ruesga. 
Desde hace tiempo, cada vez que paso por este pueblo, casi siempre camino de la meseta castellana, dedico un instante a admirar su impresionante silueta, una de las más hermosas de nuestra montaña, planeando una ascensión que siempre se termina posponiendo en el tiempo.


Su cara norte, la que se ve desde Ramales, resulta treméndamente escarpada y abrupta; su ascensión es peligrosa y requiere conocimientos de escalada. 
Hoy Javi y yo nos hemos decidido por fin a subir este monte, aunque lo haremos por su cara sur, menos hermosa pero mucho más accesible.

Dejamos atrás Ramales y nos internamos en el Valle de Soba para dirigirnos a Rozas, donde aparcamos el coche. 
Atravesamos el pueblo en dirección norte, hacia la ermita del Rosario, y continuamos andando por un camino asfaltado hasta Manzaneda. En Santander el cielo estaba gris pero aquí las nubes se están retirando y disfrutamos ya de un hermoso cielo azul en el que, a lo lejos se recorta ya el extremo oriental de la Sierra del Hornijo.


Cruzamos el mencionado! barrio y cuando ya lo estamos dejando atrás un pequeño cartel nos indica cual es el camino que debemos seguir para atravesar el lapiaz.
¡Cincuenta y cinco minutos reza el condenado!: casi dos horas tardamos en llegar a la cima y algo más en bajar...



Dejándonos conducir por unas difuminadas marcas de pintura roja ascendemos por un sendero exigente que nos conduce hasta una pedrera donde hacemos una breve parada para recuperar el aliento.
A partir de este momento pequeños hitos de piedras encimadas jalonan la ruta que hemos de seguir. Ayudándonos con las manos avanzamos por la pedrera y trepamos por el lapiaz hasta asomarnos a la vertiente oriental del monte. A nuestros pies se desliza el río Gándara, afluente del Asón, que abandona el valle de Soba deslizándose entre el Pico San Vicente (957 m) y Peña Busta (723 m).

Ya casi hemos llegado a la cumbre.
Nos aceleramos y el lapiaz nos pone las cosas difíciles pero una vez recuperada la calma buscamos los hitos que nos indican cual es el mejor camino y llegamos a la cima sin problemas.

Un buzón alpino nos da la bienvenida mientras un puñado de buitres vuela bajo nuestros pies.
Ramales de la Victoria se desparrama en la base del monte y las montañas nos envuelven. El esfuerzo ha merecido la pena.




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