viernes, 19 de julio de 2013

MEDIANOCHE EN PARÍS: cualquier tiempo pasado fue mejor, o no...

Santander, 1 de junio de 2.011


Que Woody Allen es un genio no es algo que yo vaya a descubrir ahora.
El guionista, actor, director, músico y escritor neoyorkino ha alzado la estatuilla de los Oscar en tres ocasiones: mejor guión original en 1.977 (“Annie Hall”) y en 1.986 (“Hannah y sus hermanas”) y mejor director en 1977 (“Annie Hall”).

Sus películas resultan diferentes por sus guiones provistos de diálogos trepidantes e inteligentes, argumentos enrevesados y finales sorprendentes.

A mi me cautivó por primera vez en 2.001 con la divertidísima “La maldición del escorpión de jade” y desde entonces pocos han sido sus estrenos que se me han escapado: “Todo lo demás” (2.003), “Melinda y Melinda” (2.004), “Match point” con una espectacular Scarlett Johansson empapada bajo la lluvia (2.005), “Scoop” (2.006), “El sueño de Casandra” (2.007) y la decepcionante “Vicky, Cristina, Barcelona” (2.008) que le permitió a Penélope Cruz ganar el Oscar a la mejor actriz de reparto.


 

 

 

El paseo por Barcelona que nos propuso en 2.008 me decepcionó mucho y supongo que por eso había dejado pasar los estrenos de sus últimas películas sin interesarme por ellas.
Sin embargo ahora, la posibilidad de viajar a París de la mano del genio ha despertado mi curiosidad.
En “Medianoche en París” Woody Allen confiesa que la obra de ningún músico, pintor o escritor puede competir con la belleza de una gran ciudad, con el encanto de sus rincones y la magia de sus gentes.


La película esta protagonizada por Owen Wilson, un guionista muy reconocido en Hollywood que aspira a escribir una gran novela y que está a punto de casarse con la encantadora Rachel McAdams (“El diario de Noa”, 2.004) cuando se cruza en su camino la cautivadora Marion Cotillard.
Mujeres guapas en las películas de Woody Allen: como casi siempre…


París y la música de jazz son el envoltorio perfecto para una película en la que el neoyorkino reflexiona sobre la idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor; esa falsa nostalgia y añoranza es el único argumento que en ocasiones encontramos para soportar un presente que no es el que deseamos pero al que no nos atrevemos a enfrentarnos.
Tal vez tenga razón…




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