domingo, 7 de abril de 2013

BIGAS LUNA: cine aliñado con sexo y comida

Tarragona, 5 de abril de 2.013


Hoy, a los sesenta y siete años de edad, ha muerto en Tarragona Juan José Bigas Luna, director de cine barcelonés autor de una veintena de películas, siempre provocadoras.




La gastronomía y el erotismo son elementos vertebradores de su obra. En alguna ocasión dijo:
"Vivo en una masía. Tengo cinco burros, cuarenta gallinas y un gallo que se llama Obama. Estoy muy sensibilizado con el tema de la alimentación. Si quieres ser feliz una hora emborráchate, si quieres serlo unos meses búscate una pareja, pero si quieres serlo toda una vida cultiva un huerto.
Si cada uno cultivara su propio huertecito y viera lo que es plantar una semilla y ver como crece una lechuga el mundo se arreglaba en dos días.
El gusto y el erotismo son patrimonio del intelecto. El hombre y la mujer hacían el amor como perros hasta que un día ella se dio la vuelta y quiso mirarse en los ojos de su amado; entonces nació el erotismo. Esa mirada fue más excitante que el hecho de follar."

No puedo decir que sea admirador de sus películas, pero títulos como "Las edades de Lulú" (1.990), "Jamón, jamón" (1.992), "La camarera del Titanic" (1.997), "Volaverunt" (1.999), "Son de mar" (2.001) o "Yo soy la Juani" (2.006) forman parte ya de la historia de nuestro cine.










Jordi Mollá, uno de los muchos actores consagrados a los que, como a Ariadna Gil, Javier Bardem, Penélope Cruz o Verónica Echegui, el director catalán dio su primera oportunidad en el cine declaraba al conocer la noticia de su muerte:

"Bigas fue para mi un padre artístico pero hoy no es que piense mucho en eso, sino en un punto de referencia más allá de las películas. Pienso en un hombre profundamente luminoso, un hombre que adoraba los perros, que disfrutaba de todo. Un hombre muy valiente, preocupado por el futuro del mundo, a quien le encantaba comer ajo. Un místico, un creador como la copa de un pino.
No recuerdo tanto las películas que hice con él ("Jamón, jamón", "Volaverunt" y "Son de mar") como las cenas que tuvimos mano a mano. Me cuesta mucho creer que no esté como estaba. Era un talismán. Era la Capilla Sixtina.
Nos trataba divinamente. Escogía a los actores en la mesa. Decía que si se podía sentar a comer con un actor se podía poner a trabajar con él. Si no se encontraba a gusto comiendo quería decir que no era actor para su película.
Era un personaje muy moderno; era muy avanzado. Tenía una inquietud filosófica y social increíble. Le interesaba la arquitectura, la pintura, el cine, las nuevas tecnologías. Él se lo preguntaba todo."


Penélope Cruz y Javier Bardem, convertidos en pareja en la vida real y triunfando en Hollyvood en la actualidad (todo empezó bajo el toro de Osborne), también han tenido palabras cariñosas para la persona que les abrió las puertas de esta industria por primera vez:


"Te quiero, amigo Bigas"

A lo largo de mi carrera he tenido que hacer muchos castings, pero hubo uno que cambió mi vida.
No sé muy bien que hacía yo leyendo "Las edades de Lulú" a los catorce años, pero el caso es que cuando llegó a mis oídos que habría un casting abierto allí me presenté, sin avisar a nadie.
De un cuarto salió un señor con cara de pillo. Se llamaba Bigas Luna y yo (a escondidas) ya había visto alguna de sus películas. Lo primero que Bigas me preguntó fue mi edad. Le dije que tenía diecisiete años y él, siempre con mucha dulzura y sin hacerme sentir mal, se rio en mi cara y me dijo: "Bueno, no podrás hacer esta película pero te llamaré para otra cuando seas mayor".
Yo me fui a mi casa pensando que, por supuesto, nunca me llamaría, pero también contenta por el respeto y cariño con el que este señor me había tratado.
La gran sorpresa me la llevé casi tres años más tarde. El teléfono sonó y recibí una llamada que me hizo creer en los milagros.
Bigas se acordaba de mi y quería verme para su siguiente película. La película que me cambió la vida.

Bigas era un ser realmente especial. Una de las personas más sabias a la hora de vivir el presente y disfrutar de las cosas pequeñas de la vida. Cuando estaba con él sentía que se paraba el tiempo. El convertía todos los momentos en algo especial, original y casi siempre inolvidable... Una cena, una conversación, un día en el rodaje, un viaje... Su universo era lo más lejano a la mediocridad.

Me siento muy afortunada de haber pasado tiempo con él y de haber podido admirar de cerca su talento, su humor, su bondad, su maravillosa cabeza...
Bigas ha sido alguien muy importante para mí. Siempre le estaré agradecida por muchas cosas y siempre, siempre, estará en mi corazón.
Te quiero, amigo Bigas.
Penélope Cruz

"Papá Bigas"

No sé qué decir, ni cómo. Y mucho menos escribirlo.
A Bigas le de debo una mujer que amo, dos amigos del alma y una carrera que nunca soñé con poder tener. ¿Qué puedo añadir al eterno y profunda agradecimiento que siento hacia él? Sólo el inmenso cariño que siento hacia una persona que siempre fue noble, libre, buena, amorosa y ligera... ¡Esa ligereza emocional de Bigas que tanto envidiábamos muchos! Como hombre inteligente que fue le recuerdo siempre elegir la sonrisa, el amor y un buen trozo de jamón antes que el drama y la angustia ante cualquier conflicto. Qué maravilla ese alma liviana con cuerpo de oso... Que regalo esa ironía en positivo siempre, esa ausencia de malicia frente a la vida... Qué lecciones de ética vital cada vez que te miraba en silencio y sonriente, invitándote a ser feliz por encima de todas las estúpidas y prescindibles cosas que lo evitan. Un hombres sabio de verdad en la más sencilla y simple piel, con el paladar más agradecido a los milagros de la tierra y el mar.
Todavía recuerdo mi primera caracolada en Barcelona con él. Tras dos horas, dos visitas a la cocina y tres cacerolas a rebosar para los dos saqué mi bandera blanca mientras el reía y me decía... "Ay, Benito. Hacen falta muchos huevos de oro para compartir mi mesa"... Desde entonces a los caracoles sólo les puedo ver en los cuentos.
Penélope, Jordi y yo vivimos nuestro primer sueño profesional de su mano, y nos cuidó con tanto cariño, respeto, apoyo y criterio que hizo que ninguno de los tres dudásemos en hacer de ésta nuestra profesión. Nos regaló el placer de soñar despiertos por primera vez y nos llenó el corazón de fe, ilusión y amor por nuestro trabajo. A él le debemos el creer que es posible vivir tu sueño y la fuerza y la fe para luchar por él.
Para mí fue como un padre que me llevó de la mano y al que le debo tantas cosas... Cosas hermosas, buenas, inteligentes... Como reconocer y degustar cada sabor que te ofrece la vida por muy amargo que sea para digerir sólo aquello que nos pueda alimentar de verdad y, si es posible, con un buen vino. Mi querido Papá Bigas, este plato de hoy me es muy difícil de tragar; la verdad, no sé cómo hacerlo. Lo mojaré con todo mi amor, mi respeto, mi admiración y mi eterno agradecimiento por ti. Y te tendré siempre dentro de mí, alimentándome.
Te quiero mucho. Te agradezco todo.
Para siempre mi Papá Bigas.
Javier Bardem



Leonor Watling, protagonista junto al propio Jordi Mollá de "Son de mar" y compañera de viaje de Bigas Luna  hace un par de años en su candidatura a la presidencia de la Academia del Cine de España ha querido recuperar su decálogo para la vida:

Selecciono página en blanco para hablar de Bigas y se llena de dibujos de tinta china, de palos y hojas encontrados en la playa repletos de sentido cosidos a esta hoja. Selecciono página en blanco para hablar de lo que yo sé de Bigas Luna, que es muy poco, y aparece su decálogo para la vida, su manera de cocinar y enredar a cada persona que rozaba su vida en su red de creatividad y compromiso extremo con el presente.
Su cine lo verán ustedes y hablarán de él gentes que se dedican a ello; yo quiero que quede un rastro suyo en cada gesto de quienes le conocimos y, si es posible, en quienes no llegaron a tener la suerte de compartir mesa con él.
El asombro constante, la "infatuación" con cada detalle cotidiano, el descubrimiento de cualquier música o filosofía, la pasión por las teorías que explicaban su universo. Reconozco que podía convencerme de cualquier versión de la realidad que quisiera porque la contaba con tanta fe y tanta pasión que era imposible no creerle.
La primera vez que vi a Bigas Luna fue en su retiro de Tarragona; la última vez fue allí también, en su casa, su universo. Las dos veces salí cargada de verduras, dibujos, títulos de libros que había que leer y ganas infinitas de ser consciente de cada cosa que tenía y hacía en mi vida. De poseer (como él poseía) cada minuto de su existencia y cada objeto que le rodeaba. De ser capaz de reencarnar a sus padres en dos palmeras que le daban sombra cada día, de sorprenderse con el rumor de las ramas de los naranjos o el escote de una camarera, de disfrutar de el diente de ajo o una infusión de anís.
Porque con Bigas nada era genérico, no era UN diente de ajo más, era EL diente de ajo: milagro de la parte por el todo, del sabor de civilizaciones enteras resumidas en su paladar.
Pintar, tocar, escuchar, grabar, mirar, tallar, criar, interpretar, entender, cultivar con una profunda intención de cambiar el mundo que le rodeaba, de hacerlo mejor y más divertido. Generoso, apasionado y curioso.
Me pesa no haber aprovechado más su presencia; me alivia haberle conocido: aligeraba la vida y la embellecía.
Decálogo:
     -equilibrio
     -medida
     -ritmo
     -deseo de Dios
     -ejercicio
     -comida sana
     -desear lo que se tiene
     -del propio paisaje al invierno estelar
     -vivir con lo mínimo necesario
     -descansar
Leonor Watling

No hay comentarios:

Publicar un comentario