martes, 25 de febrero de 2014

IRON MAN 3: nosotros creamos nuestros propios demonios

Santander, 15 de febrero de 2.014


En 2.013 los responsables de Marvel Studios volvieron a conceder al socarrón Tony Stark el protagonismo absoluto de una de sus películas. "Iron Man 3" fue dirigida por Shane Black y contó con la participación de Robert Downey Jr., Gwyneth Paltrow y Don Cheadle a los que en esta ocasión se sumaron Rebecca Hall, Guy Pearce y Ben Kingsley.


Un hombre famoso dijo una vez: "nosotros creamos nuestros propios demonios"Coincidiendo con el cambio de milenio Tony Stark (Robert Downey Jr.) creó, sin saberlo, algunos de los suyos. Aquellos fueron buenos tiempos que ahora se han vuelto en su contra.
Tras una breve velada en una cueva afgana Tony Stark se despidió (más o menos) de las fiestas y olvidó noches como aquella que compartió en Suiza con Maya Hansen (Rebecca Hall), una hermosa científica que estaba desarrollando una teoría que le daría la oportunidad de acceder a la zona del cerebro que controla la regeneración y recodificarla químicamente, hackeando el sistema operativo genético de un organismo vivo. Denominaba a su proyecto 'Extremis' y le permitiría desarrollar campos como la rehabilitación dendrítica, la prevención de enfermedades o la regeneración de extremidades. Aquella noche conoció también, e ignoró casi al mismo tiempo, a Aldrich Killian (Guy Pearce), un ferviente admirador del trabajo de la joven...

Tras lo acaecido en Nueva York, Tony siente que, junto al resto de los Vengadores, ha vivido una experiencia que no puede explicar. Si no se ha desmoronado aún ha sido gracias a que Pepper (Gywneth Paltrow) se ha mudado junto a él pero siente que la amenaza es inminente. Pasan los días sin que consiga dormir, encerrado en su taller obsesionado con la idea de perfeccionar su armadura. Sus amigos están preocupados por él.

El Mandarín (Ben Kingsley) es la cabeza visible de un grupo terrorista que amenaza a los Estados Unidos y encarna todos los temores que asedian a Tony.


Le desafió públicamente en un canal de televisión: fue egoísta y estúpido y puso en peligro a aquellos a quienes más quiere. Pudo morir -de hecho le dieron por muerto-, pero ahora debe de reencontrarse a sí mismo y salvar al mundo.



Maya Hansen se ha convertido en una codificadora de ADN biológico que dirige a cuarenta científicos financiados de forma privada y su jefe, Aldrich Killian, trabaja para el Mandarín.
El ego y la obsesión transformaron su proyecto 'Extremis' en una peligrosa arma de destrucción masiva. Es preciso detenerles.


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