Santander, 19 de febrero de 2.014
No necesitan promoción. Su sonido es su mejor reclamo: el que les escucha repite. Probablemente por eso esta noche el Rubicón, donde les conocí por casualidad hace ya casi tres años, se ha llenado.
De todos modos yo he puesto mi granito de arena: se lo recomendé a todos los que quisieron escucharme y quienes me hicieron caso no se han arrepentido.
Adrien Aragón (guitarra manouche), Matthieu Guenez (guitarra flamenca) y Dimitri Laboire (contrabajo) han convertido su formación en cuarteto con la adición de un violín que enriquece aún más su sonido.
Funden destreza y pasión. Intercambian bromas, risas y miradas cómplices: improvisan y saborean la música que interpretan. Disfrutan y nos hacen disfrutar.
No juegan con las cartas marcadas pero la suya es una baza segura: un póker de cuerdas cuyo sonido nos traslada a las calles de Manhattan, las orillas del Sena, el sur de España o Argentina durante más de tres horas de concierto repartidas en tres sets que saben a poco. Queremos más: ¡volved pronto!
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