lunes, 21 de septiembre de 2015

EL MONTE CANDINA: el mar y la montaña se funden en un mismo paisaje

Liendo, 27 de agosto de 2.015


El Monte Candina es una impresionante mole caliza situada en las proximidades de Oriñón que custodia la desembocadura del río Agüera desde su margen izquierda. Se trata de un abrupto macizo kárstico de altitud moderada que se levanta bruscamente desde el mar con grandes hoyadas rodeadas de escarpados picos calcáreos inmersos en el lapiaz.


La primera vez que subí al Pico Candina fue hace muchos años, con amigos, y necesité que viniesen a rescatarme...
No fue en el monte donde tuve problemas sino después, en la carretera, de vuelta a casa. A la altura de Heras algunos conductores comenzaron a hacerme señas: salí de la autovía y me detuve en el arcén. ¡¡¡Había pinchado!!!
Me disponía a cambiar la rueda cuando comprobé que después de quince años encerrado en el maletero del coche el gato estaba conpletamente inservible. No llamé a Protección Civil, pero sí a Raúl. Estaba llegando a Santander; se dio la vuelta y vino a rescatarnos.
Aquélla fue una anécdota que recordamos frecuentemente, casi siempre con una cerveza entre las manos...

Poco tiempo después volví a Candina, pero esta vez con la familia. Lo pasamos bien pero Marta no pudo venir. Hace poco quedamos para subir al monte con ella pero el mal tiempo nos lo impidió y cambiamos los Ojos del Diablo por el Molino de Santa Olaja...
Hoy Marta vuelve a estar de vacaciones y el día es expléndido: ¡¡¡vamos allá!!!

Tomamos la salida 162 (Liendo) de la autovía que une Santander y Bilbao y aparcamos el coche en una pequeña zona de descanso situada junto a la antigua carretera nacional, camino de Oriñón.

Nos ponemos las botas, buscamos un sendero que asciende hacia el noroeste y echamos a andar respetando las marcas de pintura que jalonan el camino.

En menos de media hora alcanzamos un pequeño collado que da paso a un par de depresiones cerradas cubiertas de vegetación propias de los macizos kársticos conocidas como Hoya Cobañera y Hoya Corteguera.



Las bordeamos por la zona oriental, continuamos ascendiendo y después de pasar junto a una robusta encina anclada en la roca nos topamos con una zona llana desarbolada y herbosa conocida como Llana Tueros en la que se aprecian algunos vestigios de las minas de hierro explotadas hasta finales del siglo XIX y desde la que podemos vislumbrar a lo lejos un pedacito de mar.


Al fondo se dibuja en la ladera el viejo sendero minero que permitía trasladar el hierro arrancado a la montaña hasta las zonas más elevadas para desde allí bajarlo mediante un sistema de baldes hasta el cargadero de Sonabia.


Ignorando el desvío señalizado en la roca que conduce a Oriñón continuamos ascendiendo hacia el noroeste hasta alcanzar una horcada. Dejamos un pequeño hoyo y el sendero que conduce a Solpico a nuestra izquierda y utilizamos un antiguo plano inclinado para descender hacia una depresión conocida como Hoyo Negro.


Nos desviamos hacia la derecha y después de hora y media llegamos a los Ojos del Demonio, también conocidos como los Arcos de Llanegro: dos singulares arcos horadados por la naturaleza en la roca desde los que se contempla una impresionante panorámica del Mar Cantábrico presidida por el Cabo Cebollero, una discreta península que emerge del fondo del mar con forma de cetáceo conocida popularmente como la Punta de Sonabia o la Ballena de Oriñón.


Un impresionante farallón rocoso desciende vertiginosamente hasta la recóndita playa de Valdearenas, en Sonabia, cobijando en las oquedades, cuevas y repisas del acantilado los nidos de la única colonia de buitres leonados del litoral europeo. Bajo nuestros pies estas impresionantes rapaces despliegan sus alas desafiando las leyes de la gravedad aunque cabe señalar que cuando los inexpertos pollos emprenden, avanzado el verano, la aventura de su primer vuelo se ven obligados a hacerlo sobre un horizonte marino que supone su principal causa de mortandad, abundando los casos de amerizajes y ahogamientos.

Volvemos la espalda a la mar y nos topamos con los picos más altos del sistema. A la izquierda el Pico Candina (476 m.) y a la derecha, en su extremo noroccidental, la cota más alta del macizo: Solpico (483 m.).



Vislumbramos un discreto sendero y dejándonos guiar por nuestra intuición atravesamos el lapiaz para, ayudándonos con las manos, llegar a la cumbre de Solpico, coronada por un simpático banderín con forma de perro. Nuestras miradas vuelan hasta el infinito para encontrarse con unas excepcionales vistas del valle de Liendo, Santoña y Laredo.



Nos reencontramos con las marcas de pintura y desafiando la fuerza del viento recorremos la cresta montañosa camino del Pico Candina. Abajo, a nuestra izquierda, adivinamos los balcones abiertos sobre el mar...


Coronamos el monte vestido con una discreta cruz y un buzón alpino, y de nuevo nos topamos con el monte Buciero y la laredana playa de La Salvé. Abajo, a nuestros pies, vislumbramos el viaducto de Oriñón.



¡¡¡Prueba superada!!! 
Con las suelas gastadas, regresamos a la senda minera y deshacemos el camino recorrido. Llegamos a los coches al filo de las cuatro de la tarde. Reponemos fuerzas y volvemos para casa. Tengo compromisos que cumplir...

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