miércoles, 13 de julio de 2016

JULIO CÉSAR: sus veintitrés heridas fueron vengadas...

Santander, 8 de julio de 2.016


En torno a 1.599 William Shakespeare escribió "Julio César", una tragedia histórica inspirada en la conspiración labrada en contra del dictador romano y las consecuencias de su asesinato. El supuesto patriotismo de Bruto es el eje en torno al cual gira su historia: mientras otros conspiradores acturaron por envidia y ambición él lo hizo sólo por el bien de Roma...


Bruto ocupaba un lugar elevado en todos los corazones del pueblo. En guerra consigo mismo, hacía tiempo que evitaba las muestras de afecto a los demás. Temía que Roma escogiese como rey a César. Él, aunque le amaba sinceramente, no deseaba que esto sucediese. No conocía causa alguna personal para oponerse a él sino la pública: ¡quería ceñirse la corona! 

"Bruto, duermes. ¡Despierta! ¿Deberá Roma permanecer bajo el terror de un hombre? ¡Habla, hiere, haz justicia!"

¿Qué generación pasó desde el diluvio que no hubiese sido famosa por más de un individuo? La mirada de los hombres, el sufrimiento de sus almas y los abusos del presente eran motivos suficientes para decidirse a hacer justicia y devolver la salud a los enfermos, más no habría de tocarse a ninguna otra persona, con la única excepción de César...

"César, guárdate de Bruto, ten cuidado con Casio, no te acerques a Casca, no apartes tus ojos de Cina, no te fies de Trebonio, observa bien a Metelo Címber. Decio Bruto no te quiere. Has ofendido a Cayo Ligario. Todos estos hombres no tienen más que un pensamiento, y éste se dirige contra ti. Si no eres inmortal, vela por tu seguridad..."

César conocía el riesgo que corría, más no lo temía. Los peligros que le habían amenazado en el pasado no miraron nunca sino sus espaldas y, cuando vieron su rostro, siempre se desvanecieron. La muerte es un fin necesario: cuando haya de venir vendrá... ¿Cómo evitar que se cumpla lo que hayan dispuesto los dioses?

El 15 de marzo del año 44 a. C. César fue apuñalado en el capitolio. Sus adversarios abreviaron su tiempo de temor a la muerte. "¡La tiranía ha muerto!, ¡la ambición ha pagado su deuda!", gritaban. Si Bruto se alzó contra César, no fue porque no le amase, sino porque amaba más a Roma. Celebraba su fortuna y honraba su valentía, pero detestaba su ambición: por eso le mató.


Marco Antonio se doblegó ante los asesinos de su amigo pero profetizó que los furores de una guerra civil devastarían a Italia entera y poco después sublevó al pueblo, volviéndolo en contra de los homicidas. Bruto y Casio estaban reclutando tropas: era preciso hacerles frente sin demora. Junto a Octaviano -sobrino e hijo adoptivo de César-, y Lépido -un soldado experto y valiente- formó el Segundo Triunvirato, una dictadura militar que declaró la guerra a los verdugos de César. Empujados por su espíritu, las espadas de sus asesinos se volvieron contra sus propias entrañas y sus veintitrés heridas quedaron vengadas...

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