jueves, 29 de enero de 2015

EL HOBBIT (I) - UN VIAJE INESPERADO: ¿habrá pasado ya lo peor...?

Mogro, 19 de enero de 2.015


A comienzos de los años 2.000 el neozelandés Peter Jackson tuvo el acierto de trasladar a los cines el universo surgido de la mente de J. R. R. Tolkien convirtiendo su novela "El Señor de los Anillos" en una superproducción  cinematográfica que lleno las salas de cine obteniendo el beneplácito de público y crítica.
La combinación de la fantasía épica surgida de la virtuosa pluma del escritor inglés con los más modernos efectos de animación audiovisuales, una brillante banda sonora y una espectacular fotografía funcionó a las mil maravillas y Peter Jackson decidió explotar el filón, apostando por llevar a las pantallas "El Hobbit", una breve novela de Tolkien que él estiró hasta convertirla en una nueva y exitosa trilogía cinematográfica.

En 2.012 llegó a las pantallas la primera y mejor de estas películas, "El Hobbit: un viaje inesperado".


Mi querido Frodo, una vez me preguntaste si te había contado todo lo que había que saber sobre mis aventuras y si bien es cierto que te he contado la verdad, tal vez no te la haya contado toda.
Soy viejo ya. No soy el mismo hobbit que una vez fuera. Creo que ya es hora de que sepas lo que realmente pasó...


Todo empezó hace mucho tiempo. En una tierra lejana hacia el este como ninguna otra que pueda hallarse en el mundo actual estaba la ciudad de Valle: sus mercados eran por todos conocidos, llenos de las riquezas de las vides y de los valles, pacífica y próspera, pues esta ciudad se extendía ante los umbrales del mayor reino de la Tierra Media, Eregor, bastión de Thor, rey bajo la montaña, el más poderoso de los Señores Enanos.
Era legendaria la belleza de esta ciudad fortificada construida dentro de la montaña misma. Su riqueza emanaba de la tierra en forma de gemas extraídas de la roca y de grandes vetas de oro que corrían como ríos a través de la piedra. La habilidad de los enanos no tenía parangón: creaban objetos de gran belleza, trabajando el diamante, la esmeralda, el rubí y el zafiro. Cada vez profundizaban más en la oscuridad y así fue como descubrieron el Corazón de la Montaña, la Piedra del Arca, la Joya del Rey...

Sin embargo los años de paz y prosperidad estaban llegando a su fin. La devoción de Thor por el oro era excesiva: una enfermedad mental había empezado a apoderarse de él, y donde prospera la enfermedad se encadenan los infortunios...
Lo primero que oyeron los enanos fue un ruido como el de un huracán que viniese del norte. Resultó ser un dragón escupefuego: ¡había llegado Smaug!


Los dragones codician el oro...
Los enanos perdieron Eregorn, pues Smaug les arrebató su tesoro para custodiar su botín a lo largo de toda su vida, y vieron impotentes como los elfos no acudieron en su ayuda.
Despojados de su reino los enanos vagaron sin rumbo: el que antaño fuera un pueblo poderoso se vio humillado y Thorin, el joven príncipe enano, se vio obligado a desempeñar todo tipo de oficios trabajando en las aldeas de los hombre, pero jamás olvidó el humo de la montaña flotando bajo la luna ni los árboles resplandeciendo como antorchas pues había visto el fuego del dragón en el cielo y una ciudad convertida en cenizas.
Con la ayuda del azar y la voluntad de un mago, el destino quiso que yo formara parte de esta historia. Todo empezó como cabría esperar...


"En aquellos días jamás me sucedía nada inesperado..."

Un enigmático mago llegó a la Comarca buscando a alguien con quien compartir una aventura. Se topó con Bilbo Bolson y sin su permiso convocó en su confortable agujero a trece enanos sin hogar que aspiraban a convertirse en leyenda.


Thorin 'Escudo de Roble' le había dado a su pueblo una nueva vida en las Montañas Azules -una vida de paz y prosperidad, más valiosa que todo el oro de Eregorn-, pero sus antepasados habían soñado con el día en que los enanos de Eregorn pudiesen reclamar su tierra y ahora que se han cumplido los presagios él sabe que pronto el reino de la bestia llegará a su fin. La riqueza de su pueblo se encuentra desprotegida y es posible que ellos no sean los únicos que reclamen aquello que es suyo por derecho. Deben aprovechar esta ocasión para recuperar Eregorn.


Lejos, al este, más allá de sierras y ríos, dejando atrás bosques y páramos, se alza una solitaria cima, la Montaña Solitaria: estad cerca de la piedra gris cuando llame el zorzal y el sol poniente, con las últimas luces del día de Durin, brillará sobre el ojo de la cerradura.

El verano se acaba...

El día de Durin es inminente: deberán estar en el sitio preciso a la hora precisa para abrir la puerta, entrar en la montaña y arrebatarle su tesoro al maldito Smaug. Para completar su misión necesitarán un saqueador que sea capaz de arrebatarle la Joya de la Corona y Gandalf ya ha pensado en alguien. Bilbo Bolson completará su singular compañia: nadie imagina lo que puede llegar a ofrecer pero es ágil, capaz de pasar desapercibido y su olor le es totalmente desconocido al temible dragón.
El hobbit firmó el contrato que le ofrecieron los enanos y a cambio de una catorceaba parte de los beneficios finales, si los hubiera, se lanzó en pos de una increíble aventura.


El dragón ocupa los pensamientos de Gandalf el Gris: Sauron fue derrotado hace cuatrocientos años pero si Smaug se aliase con el enemigo el efecto podría ser catastrófico.
Algún mal se cierne sobre la Tierra Media. El Bosque Verde está enfermo: nada bueno crece en su interior, el aire está podrido y las sombras que llegan desde Dol Guldur se extienden sobre él. El excéntrico, insensato, solitario y algo desequilibrado mago Radagast el Pardo lo ha visto con sus propios ojos: de la oscuridad ha resurgido un nigromante capaz de invocar a los espíritus de los muertos.


Su aventura ha desatado fuerzas oscuras que no llegan a comprender: algo se está moviendo en las sombras sin ser visto, burlando sus miradas y cobrando más fuerza cada día.
Los planes y confabulaciones de Gandalf no han pasado inadvertidos y habrá quienes no los consideren sensatos.
Pese a la férrea oposición de Saruman el Blanco, el mago anima a los enanos a completar su misión pero durante el viaje son atacados por un ejército de trasgos...


Gandalf les ayudó a escapar pero en el fragor de la batalla el destino quiso que el pequeño Bilbo se quedase sólo para toparse con el pequeño y misterioso Gollum. El hobbit desafió a la desquiciada y cruel criatura a practicar un juego de acertijos y adivinanzas: le derrotó y consiguió salir con vida de su guarida después de haberle arrebatado su singular tesoro.


"El valor no consiste en saber cuando quitar una vida sino en saber cuando perdonarla."

Se reunió con sus amigos y volando sobre las nubes a lomos de una bandada de gigantescas águilas llegaron a los pies de la Montaña Solitaria: ¡su hogar!

Me pregunto: ¿habrá pasado ya lo peor...?


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