miércoles, 10 de agosto de 2016

ROMA (temporada 2): la República se desangra...

Santander, 10 de agosto de 2.016


El cuerpo ensangrentado de César yacía tendido sobre el suelo. Sus asesinos habían entretenido a Marco Antonio fuera del Capitolio y, cuando por fin pudo entrar, su amigo y protector ya estaba muerto. Juró acabar con todos los traidores que habían conspirado contra él pero su vida corría peligro...


Por suerte, Bruto y sus socios debían declarar que César era un tirano si no querían que su muerte fuese considerada un asesinato, pero, en ese caso, todas sus acciones quedarían invalidadas, incluidos los nombramientos que les habían proporcionado rango y posición. El pueblo amaba a César y para evitar un levantamiento popular contra sus asesinos, Marco Antonio les propuso a éstos pactar una tregua, proclamando una amnistía general, sin tiranos ni asesinos, que permitiese que los actos de César y su testamento continuasen vigentes.Sin embargo, convertido en el hombre fuerte de la República, durante el funeral de su amigo pronunció un discurso que enfureció al pueblo y sus asesinos tuvieron que huir.


Marco Antonio pretendía cumplir su mandato como cónsul y después convertirse en gobernador de La Galia, pero el Senado no lo aceptó y le declaró enemigo público de la República.
Las legiones de Hircio y Pansa se pusieron al servicio de César Octavio y comandadas por Agripa dieron un severo correctivo a los hombres de Marco Antonio (batalla de Mutina, 43 a. C.).


Convertido en un héroe de la República, el hijo adoptivo de César regresó a Roma con su ejército mientras el tirano buscaba refugio en las montañas. Marco Antonio carecía de experiencia y relaciones pero poseía un ejército: se convirtió en el consul más joven de la historia de Roma. Su mandato traería consigo una era de virtud moral y dignidad. Roma volvería a ser lo que fue: una orgullosa república de mujeres virtuosas y hombres honrados. Su padre murió apuñalado veintisiete veces por hombres a los que él consideraba sus amigos; en honor a él, lo primero que hizo fue presentar una moción para declarar a sus asesinos enemigos del estado y ningún miembro de la cámara se atrevió a rechazarla.


El Senado temía haber creado a otro tirano. Cicerón pidió a Bruto y Casio que regresaran a Roma con sus tropas para salvar a la República. Octavio contaba con cuatro legiones y Marco Antonio con siete: creían que ambos se enfrentarían entre ellos para conseguir la supremacía, pero se equivocaban. Unieron sus fuerzas para luchar contra ellos y les derrotaron.


Junto a Lépido formaron un triunvirato que se repartió los territorios de Roma: cada uno se encargaría del gobierno de una región, pero sus beneficios se repartirían equitativamente. Octavio se quedó con Roma y occidente, mientras que a Lépido le correspondió África y a Marco Antonio Egipto y las provincias de oriente.

Para afianzar su pacto, Marco Antonio se casó con Octavia, hermana de Octavio, aunque su matrimonio solo fue una tapadera que le permitió seguir acostándose con Atia, la madre de su socio, mientras su esposa lo hacía con Agripa. Cuando Octavio lo averiguó perdonó a su general, pero repudió a su madre y a su hermana y obligó a Marco Antonio a abandonar Roma y partir hacia Alejandría. Allí éste se reencontró con Cleopatra y cayó rendido a sus pies...


Durante ocho años los triunviros se disputaron el amor de su pueblo. Marco Antonio ansiaba regresar a Roma convertido en su salvador. No deseaba comenzar una guerra con Octavio, pero posponía la entrega de grano y hacia pasar hambre a los romanos, provocándole para que lo hiciera él. Sin embargo, Octavio consiguió pruebas de como la reina de Egipto manipulaba a Marco Antonio y, cuando se las mostró al pueblo, éste se volvió contra su ídolo dispuesto a destruirle: ¡la guerra estaba servida!

En Accio (año 31 a. C.), la flota de Octavio, bajo el mando de Agripa, consiguió una victoria decisiva sobre la reina Cleopatra y su 'esclavo' Marco Antonio. La armada egipcia fue destruida y las tropas de Octavio avanzaron sobre Alejandría, donde ambos habían buscado refugiado. El triunviro estaba dispuesto a retirarse de la vida pública siempre que su rival mantuviese a Cleopatra y su progenie en el trono, pero Octavio no estaba dispuesto a aceptar ningún tipo de condición. Sus hombres cercaron la ciudad y la pareja de enamorados, asediada por el aliento de Onubis, huvo de resignarse a su suerte. Marco Antonio se quitó la vida y Cleopatra, rota de dolor, siguió sus pasos...



Octavio tuvo el triunfo que merecía pero la República agonizaba y él estaba dispuesto a asestarle el golpe de gracia...

No hay comentarios:

Publicar un comentario