jueves, 28 de diciembre de 2017

PARÍS: una cuenta pendiente (VII)

París, 11-14 de diciembre de 2.016


Dejamos atrás el frenesí del bulevar Haussmann y, después de detenernos a contemplar la deslumbrante fachada principal de la Opera Garnier, nos acercamos a la Place Vendôme, refugio de reputados joyeros como los herederos de Louis-François Cartier.



Desde allí, accedemos a los soportales de la Rue Rivoli y, después de tomar un reconfortante cafetín, nos desplazamos hasta la Place du Carrousel y las ilumadas puertas del Louvre.



Suena el teléfono... El azar ha querido que Endika haya tenido que viajar a París por motivos de trabajo justo en estas fechas. Quedamos con él para cenar, pero si antes queremos pasar por el hotel tenemos que darnos prisa...
Buscamos las tililantes aguas del Sena y nos topamos con el Pont des Arts, una pasarela peatonal que une el Museo del Louvre con el Instituto de Francia.


Entre 1.662 y 1.688, Luis le Vau diseñó, atendiendo las disposicones testamentarias del cardenal Mazarino, un palacio destinado a convertirse en sede del Colegio de las Cuatro Naciones, una academía en la que habrían de formarse sesenta nobles procedentes de las cuatro provincias conquistadas por Francia y vinculadas a la corona conforme a los tratados de Westfalia (1.648) y de los Pirineos (1.659): Artois, Alsacia, Pignerol y los condados catalanes del Rosellón y la Cerdaña.
En 1.802, Napoleón I dictaminó que la academía debía de ser clausurada y poco después, en 1.805, trasladó al palacio el Instituto de Francia, institución académica que en la actualidad agrupa la Academia Francesa, la Academia de las Inscripciones y las Lenguas Antiguas, la Academia de Ciencias, la Academia de Bellas Artes y la Academia de Ciencias Morales y Políticas.

Construido en 1.804, este fue el primer puente metálico de la capital francesa. En 1.976, debido a su mal estado de conservación, tuvo que ser clausurado, y dos años más tarde, después de que una barcaza chocara contra uno de sus pilares, se vino abajo. Entre 1.981 y 1.984 el punte fue reconstruido, disponiendo un tablero de madera sobre una estructura metálica que reproduce la celosía original, aunque con dos pilares menos.



Cruzamos el río, pero a mitad de camino, entre una orilla y otra, hacemos una parada para girarnos hacia la izquierda y toparnos con una estampa fabulosa: el sauce llorón que preside la romántica plazoleta de Vert-Galant acaricia con sus ramas las tranquilas aguas del Sena, ajeno a las rutilantes luces del Pont Neuf, que palpitan doradas sobre el líquido elemento.


Alcanzamos la margen izquierda del río y remontando su cauce en busca de nuestro hotel pasamos frente a una de las fachadas laterales de la sede de la Prefectura de la Policía de París, un vistoso edificio de estilo neoflorentino situado frente a las torres de Notre Dame, diseñado por el arquitecto Pierre-Caillat Victor, y construido entre 1.863 y 1.867 para acoger a la guardia republicana.


Llegamos al hotel. Nos damos una ducha rápida para entrar en calor y volvemos a la calle. Endika nos espera para surmergirnos en el corazón del Barrio Latino...


Buscamos la fuente de Saint-Michel, cuya construcción fue fruto de la profunda transformación que experimentó París durante el Segundo Imperio Francés -entre 1.852 y 1.870-, promovida por el emperador Napoleón III y por el prefecto de la ciudad, el barón Haussmann, que afectó tanto al corazón de la urbe como a sus barrios periféricos. Ambos deseaban modernizar París y dejar atrás su pasado medieval, pero para conseguirlo hubieron de recurrir a una controvertida política de expropiaciones que fue duramente criticada por muchos de sus contemporáneos, ya que gran parte de las familias desalojadas se vieron obligadas a desplazarse a barrios alejados del centro. La geometría se convirtió en el eje vertebrador de la nueva ciudad. Se aprobó un decreto que garantizaba la homogeneidad de las nuevas arterias, regulando tanto los proyectos arquitectónicos como el aspecto estético de los inmuebles privados: la nivelación de las vías, la alineación de los edificios, su altura , la inclinación de sus tejados, los materiales utilizados..., Se aprovechó la ocasión para crear una nueva red de alcantarillado, renovar el mobiliario urbano, remodelar plazas y jardines, restaurar fachadas y abrir nuevas calles y bulevares.


La fuente de Saint-Michel, que ocupa la totalidad de una de las paredes de un edificio de seis plantas, estaba destinada precisamente a ocultar la antiestética fachada generada por las obras de apertura del bulevar homónimo. El conjunto, que tiene la estructura de un arco de triunfo, está presidido por una escultura firmada por Francisque Duret que representa la lucha del bien contra el mal, con la imagen del arcángel San Miguel, espada en mano, sometiendo al demonio.
Dos dragones escupen agua al estanque situado a los pies del pedestal sobre el que se alza la escultura, la cual está flanqueada por cuatro columnas corintias de mármol rojo de Languedoc sobre las que se alzan sendas alegorías de las cuatro virtudes cardinales: la templanza, la justicia, la prudencia y la fortaleza.


Un panel de mármol verde situado en la parte superior remata el conjunto. Las pilastras de apoyo que lo envuelven, sostienen un frontón roto coronado por el escudo de armas del emperador.

Remontamos el bulevar Saint-Michel buscando el bulevar Saint-Germain, corazón de la novela que tengo entre manos: "La casa que amé", de Tatiana de Rosnay...

Hace más de ciento cincuenta años, las tropas de obreros del emperador Napoleón reventaron el Barrio Latino con el fin de obtener unos bulevares interminables y un montón de edificios grandes, idénticos unos a otros. La casa de Armand Bazelet se convirtió entonces en una inagotable fuente de esperanza, pero, por mucho que la busco, no la encuentro. Debería estar junto a la iglesia de Saint-Germain-de-Prex, pero el pintoresco encanto del París medieval tuvo que desaparecer para dejar paso a la monumental ciudad de la luz.


Cenamos algo y nos retiramos prontito. Mañana queremos aprovechar el día: todos tenemos cosas que hacer, así que, sin dejar que la noche nos confunda y escoltados por una luna resplandeciente, regresamos a los pies de Notre-Dame. Nos despedimos de Endika: nos veremos en Santander...



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