Santander, 29 de agosto de 2.018
Las Navidades del año pasado llegaron
cargadas de libros procedentes de Santurce. Elegidos al azar, a mi cuñado le tocó
“Eva” (2.017), segunda entrega de la serie “Falco” firmada por el académico
Arturo Pérez-Reverte, autor de obras como “El club Dumas” (1.993), “La piel del
tambor” (1.995), “La carta esférica” (2.000) o “La reina del sur” (2.002). Sin
saber muy bien cómo, casi sin querer, su novela ha caído en mis manos…
“Para
un marino a bordo de un barco, lo mismo que para el soldado en la batalla o
para el feligrés arrodillado ante un sacerdote, la enormidad de la propia
insignificancia resulta tan evidente que el único consuelo es imaginarse gobernado
por hombres que posean certezas en lugar de preguntas.”
Me gustan sus escenarios, descritos en blanco y negro,
y la mordacidad de sus personajes, paridos a imagen y semejanza del autor. El
argumento es lo de menos…
Nada
más estallar la guerra, el Gobierno de la República, con el fin de evitar que
las reservas de oro nacionales cayeran en manos del enemigo si este tomaba
Madrid, las sacó en secreto del Banco de España y las envío a Cartagena para,
desde allí, embarcarlas rumbo a Moscú y financiar, de paso, el suministro de
material armamentístico.
Estamos
en 1.937. En marzo aún quedaban unas treinta toneladas de oro en los polvorines
cartagineros. Hace poco fueron cargadas a bordo del ‘Mount Castle’ -un buque
fantasma que lleva varios meses esquivando las unidades de superficie
nacionales y los submarinos italianos que echan una mano a los franquistas en
el Mediterráneo-, para trasladarlas a Odessa y, desde allí, a Moscú. El
mercante zarpó del puerto de Cartagena escoltado por un destructor republicano
que se retiró en cuanto ambos se toparon con los nacionales. El ‘Mount Castle’
buscó refugió en el puerto de Tánger, ciudad neutral con estatuto internacional;
un lugar corrupto en el que todo se puede comprar. Un destructor nacional, el
‘Martín Álvarez’, lo espera en la bocana…
El
objetivo de los republicanos es que les permitan zarpar escoltados y con
garantías, mientras que, lo que pretenden los nacionales es que el barco y su
carga les sean entregados en el puerto mismo, como presa legítima, o bien se le
fuerce a salir a aguas internacionales para poder capturarlo.
Lorenzo
Falcó es un extraficante de armas y mercenario que, leal solo a su causa,
trabaja como espía para el aparato de inteligencia del bando nacional,
destapando las miserias de uno y otro bando sin decantarse por ninguno.
Peligroso e insolente, es la versión descarriada de un chico de buena familia:
jerezano guapo, joven, elegante, chulo y mujeriego.
Sus
superiores le han enviado a Marruecos con el objetivo de recuperar el oro de
España. Puede hacerlo de dos formas -por las buenas, o por las malas…-, pero
cuidado: a bordo del ‘Mount Castle’, para asegurarse de que el cargamento
llegue a su destino, viaja Eva Neretva, una militante comunista convencida, a
la que no le tiembla el pulso a la hora de defender aquello en lo que cree.
Ambos
se conocen. La suya es una historia triste, repetida e interminable. Hace cuatro
meses, en Salamanca, él asesinó a varios hombres del coronel Queralt -jefe de
la Guardia Civil y de ‘la Secreta’-, con el fin de liberarla y ayudarle a
cruzar la frontera con Portugal. Conserva de ella suspiros en la penumbra y el
recuerdo de su carne, pero también la visión de ese mismo cuerpo, desnudo y
torturado, atado al somier de una cama… Ambos tienen cuentas pendientes y son
muy conscientes de que la última carta siempre la juega la muerte.
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