martes, 13 de agosto de 2019

EL MAGO DE OZ: en casa se está mejor que en ningún sitio

Santander, 17 de julio de 2.019


En 1.939, Hollywood estrenó un musical protagonizado por Judy Garland inspirado en la novela “El maravilloso mundo de Oz”, de L. Frank Baum que ganó el Oscar a la mejor canción original (“Over the rainbow”) y a la mejor banda sonora, y que, con el paso del tiempo, se ha convertido en un icono de la cultura popular: “El mago de Oz”.


Su mundo es gris, pero Dorothy sueña con un lugar apartado, al que sea imposible llegar en barco o en tren, en el que nadie pueda hacerles daño ni a ella ni a su perrito Totó; un lugar situado más allá del arcoiris, en el que los sueños se hagan realidad y las penas se disuelvan como caramelos…


Somewhere, over the rainbow,
way up high,
the dreams that you dream of
really do come true.

Entonces, un impresionante tornado arrasa la granja de sus tíos y ella se ve arrastrada hasta un maravilloso mundo coloreado en technicolor. Su casa aterriza sobre la malvada Bruja del Este, liberando a los simpáticos habitantes de Pequeñilandia de su horrenda tiranía. Representantes de las cofradías de la canción de cuna y de las piruletas se acercan a saludar y dar las gracias a la jovencita que, al caer de una lejana estrella llamada Kansas ha dejado hecha una piltrafa a la pérfida hechicera.


Hoy es el día de la independencia.
Bailad, cantad y reid sin fín:
¡murió la bruja del este al fin!

El alcalde de la ciudad de Muchkin, situada en el país de Oz, le da la bienvenida y Glinda, el Hada del Norte, le entrega los chapines de rubíes que calzaba la malvada Bruja del Este, pero su hermana, la Bruja del Oeste, le amenaza con atentar contra su felicidad y la de su perro.


Dorothy debe regresar a Kansas lo antes posible, pero solo el mago de Oz puede explicarle cómo hacerlo. Vive en la ciudad Esmeralda; está muy lejos, pero, si empieza por el principio y sigue el camino de baldosas amarillas, no se perderá.

Sigue el camino de baldosas amarillas.
Sigue, sigue el camino de baldosas amarillas,
Síguelo.
Sigue el camino de baldosas amarillas.
Nos vamos a ver al mago,
al maravilloso Mago de Oz.
Dicen que es el mejor, si es que existe alguno…
Si existe un mago, el Mago de Oz es uno de ellos
porque hace cosas maravillosas.
Nos vamos a ver al mago,
al maravilloso Mago de Oz.

En un cruce de caminos, se topa con un simpático e indeciso espantapájaros sin miedo a las brujas que decide acompañar-le a ver al Mago de Oz para pedirle un cerebro que le ayude a pensar:


  


Si tuviera cerebro las horas dejaría pasar,
y con las flores y la lluvia podría charlar.
La cabeza me rascaría de tantas ideas que tendría:
resolvería todas las adivinanzas
y sería tan listo como Lincoln
Podría decir por qué los océanos
cerca de la orilla están,
y pensar cosas que nunca antes pensé.
Lugeo me sentaría y pensaría todavía más…
No sería un don nadie,
con mi cabeza llena de aire.
Si tuviera un cerebro, la vida sería sorprendente:
¡podría bailar alegremente!

Poco después, ambos se encuentran con un oxidado hombre de hojalata que se une a ellos para pedirle al Mago de Oz un corazón…


Si tuviera un corazón
podría presumir de ser más humano.
Sería tierno, amable y muy sentimental;
amigo de los gorriones
y también de los niños gruñones.
Si tuviera un corazón,
lo cerraría con una cremallera
y permanecería siempre joven y alegre.
¡Sentiría emoción, celos y mucha devoción!

Juntos, atraviesan un bosque repleto de animales salvajes y son sorprendidos por un león cobarde que se une a la singular compañía para pedirle al mago un poco de valor.

Es muy triste nacer para ser un gallina,
sin energía ni vigor.
Me temo que no hay duda:
¡soy un león de risa!
Ojalá tuviera valor…




Al llegar a la ciudad Esmeralda se encuentran con la desagradable sorpresa de que el mago no quiere recibirles.


Las lágrimas de Dorothy conmueven al ujier del palacio, que les abre las puertas de sus dependencias, pero el poderoso Mago de Oz resulta ser un fantoche que les exige que le entreguen la escoba mágica de la Bruja del Oeste antes de concederles sus deseos.

La singular compañía demuestra poseer mucho valor, una gran inteligencia y un gran corazón, pero después de derrotar a la malvada bruja descubre que el Mago de Oz es en realidad un impostor: un buen hombre, pero un mal mago que tan solo es capaz de entregar un diploma al espantapájaros, una medalla al león y un buen consejo al hombre de hojalata.


Después, se embarca en un azoroso viaje hacia la estratosfera que habrá de conducirle de vuelta a Kansas y dictamina que, hasta el momento de su regreso, si es que llega, sea el espantapájaros, en virtud de su inteligencia, quien gobierne Oz, ayudado por el magnánimo hombre de hojalata y por el valeroso león.

La pequeña Dorothy se queda en tierra porque no quiere abandonar a su perrito Totó, pero el Hada del Norte premia su bondad mostrándole el camino de regreso a casa y, cerrando los ojos, por tres veces golpea entre sí sus chapines colorados para regresar junto a sus amados tíos.

“Un corazón no se juzga por lo mucho que ama, sino por lo mucho que le quieren sus semejantes.”

2 comentarios:

  1. Muchísimas gracias por un post tan ilustrativo e interesante. Llegué a él, buscando imágenes para un artículo que estoy escribiendo para una asignatura, de Estética y Teoría del Arte. Por supuesto referenciaré adecuadamente según normas APA, lo que extraiga de este blog.

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