Santander, 1 de mayo de 2.012
En
otoño del año 2.010 vio la luz “Queen Symphonic Rhapsody”, un espectáculo que
rendía tributo al inigualable legado que la banda británica dejó al mundo de la
música.
Arreglos
orquestales para una impresionante colección de temas convertidos en clásicos
que eran interpretados conjuntamente por la Rock Band y la Karelia Symphonic
Orchestra, envolviendo el magistral trabajo de cuatro solistas de primer nivel
mundial que aunaban su carisma y su voz para tratar de paliar la ausencia del mítico
Fredy Mercury.
Jon
Stevens, Mick Wilson, Sheila D. Wheat y el genial Tony Harnell desplegaban sobre el escenario sus fuertes
personalidades y nos regalaban un extraordinario concierto, sin mucho artificio
pero con mucho rock.
Dos
años y tres giras después el espectáculo por fin ha llegado a Santander, a la
sala Argenta del Palacio de Festivales.
La
orquesta rusa ha sido sustituida por la One World Symphonic Orquestra
conformada expresamente para el espectáculo, mientras que la banda de rock ha
cambiado de fichas e incorporado al prestigioso saxofonista Norbert Fimpel, sin
duda la sorpresa más grata de toda la noche.
Los
arreglos musicales siguen siendo geniales y la puesta en escena ha mejorado
notablemente con proyección de imágenes sobre el fondo del escenario y un
poderoso juego de luces.
Sin
embargo, los cuatro solistas que ponían voz a Fredy Mercury han sido
sustituidos por cuatro cantantes que no superan el reto al que se enfrentan.
Thomas
Vikström, polifacético intérrprete sueco, es el único que consigue hacerme
vibrar en algún momento aunque su presencia se ve ensombrecida por la ineptitud
de sus compañeros.
Michel
McCain es una diva del soul en cuyo curriculum los productores del espectáculo olvidan
mencionar su paso por la Orquesta Mondragón de Javier Gurruchaga y a la que
sobran desparpajo y vestidos pero faltan voz y sobre todo afinación aunque
quiero pensar que esta noche tenía algún problemilla con sus cuerdas vocales.
Mats
Levén, sueco también, no demuestra sobre el escenario su larga trayectoria
profesional y parece un joven aprendiz al que falta voz y sobre todo
personalidad y carisma.
Graciela
Armendáriz es una joven cantante lírica con una cara bonita que no encuentra su
lugar en el espectáculo pese a que junto a Thomas Vikström nos regala el
mejor momento de la noche cuando ambos rinden tributo a Montserrat Caballé y
Fredy Mercury interpretando “Barcelona”.
Entre
los cuatro construyen un espectáculo con una primera parte soporífera en la que
el peso del concierto recae sobre Michel McCain y en la que uno a uno van
destrozando los éxitos de Queen.
La
segunda parte, mucho más artificiosa, con duetos interpretados desde las gradas
del teatro, discretos sólos de guitarra acústica y el protagonismo recayendo sobre los
hombros de Thomas Vikström, nos deja al menos un mejor sabor de boca.
En
Bilbao, en el año 2.010, este mismo espectáculo me impresionó.
Desde
entonces el show ha crecido, pero lo ha hecho para convertirse en un inmenso
karaoke, una fastuosa gala de triunfitos.
Lo tengo claro, este show no debe continuar: ¡ESTÁIS NOMINADOS!
si que fuí generoso...., esta claro que al no tener la comparativa esta vez jugué con ventaja.
ResponderEliminarEse Christo mejide que cañero te has vuelto. Tendré que visitar mas a menudo tu blog Nacho
ResponderEliminarNo tanto...
EliminarEn realidad el "show" está bien, siempre y cuando no tengas con que comparar...
Lo malo (o bueno) es haber visto la espectácular gira original.
De todos modos, no esperes encontrar muchos "palos" en mi blog porque no me gusta criticar el trabajo de quienes se atreven a compartir con el público sus propias creaciones: si no me gusta lo digo, pero poco más...