martes, 12 de junio de 2012

ANDRÉS SUÁREZ: recién aterrizado de tierras hispanoamericanas

Bilbao, 9 de junio de 2.012

La posibilidad de dar un achuchón a mi prima era la mejor excusa para desplazarme hasta Bilbao y, de paso, disfrutar en el Cotton Club de un nuevo concierto de Andrés Suárez.

El gallego sigue presentando su último disco, "Cuando vuelva la marea"; como él mismo dice, "si con mi anterior trabajo estuve de gira cuatro años, con éste tendré que estar lo menos seis...".
Intercaló temas de sus discos anteriores y entre unos y otros se coló alguno de aquéllos que Andrés calificó como "Canciones que nunca debí componer" y que desnudan el corazón herido del gallego.

"No diré"
Siento, como nunca he sentido,
el vibrar de las cuerdas, este sol sostenido.
Siento, como siente un buen vino,
los años...
Ya que hablamos del tiempo, ¿cuanto más hace falta
para no verte en mi cama, abrazarte en la almohada?
No diré que no intento enamorarme de otras
que imaginen mi cara al besarme en la boca.

No diré: ya encontraré a alguien como tú,
porque quiero un aguacero de caricias y te quieros.
No diré: ya encontraré a alguien como tú...

Siento como cae del cielo agua salada,
siento una ventana abierta en esta celda que es tu cara,
en otros cuerpos, siento.
Siento, lo siento,
siento como te desmayas viendo enamorados en los aeropuertos,
siento haberte dicho que te amaba porque era cierto.
Cierto que vi tu cara en los hijos que no tengo,
cierto que no me amabas, cierto que si había espejo ni mirabas.

No diré ya encontraré a alguien como tú
porque quiero que me besen, que me abracen siempre fuerte.
No diré ya encontraré a alguien como tú...
No puedo.
(Andrés Suárez)


Recien aterrizado de su periplo por tierras hispanoamericanas, esperaba que amenizase su concierto con anécdotas de su estancia en México y Cuba pero éstas brillaron por su ausencia.
Los efectos del 'jet-lag' se dejaron sentir y la primera parte del concierto resultó más soporífera de lo que me hubiese gustado.


Sin embargo, de repente, su voz nos envolvió para arrastrarnos hasta una playa en Tenerife.
El gallego se vino arriba y el concierto tomó otro cariz cuando nos cantó como en cierta ocasión se enamoró en Cadiz cuando le vio bailar flamenco, o en la barra de un bar, aunque solo supiese que olía a azahar, bebía ron a pelo y calzaba más de un treinta y seis.


Los precedentes son difíciles de superar.
El clima que el verano pasado se creó en el jardín del abuelo es inigualable y suplir la magia con que nos envolvió el sonido del violín de Marino en el Black Bird Club es harto complicado.
Sin embargo el gallego volvió a regalarnos un concierto repleto de emociones que invita a fantasear con la idea de verle sobre un escenario rodeado de una gran banda. 


Después del concierto, durante una breve conversación mientras firmaba discos y se hacia fotos con el público, nos confesó lo mucho que había disfrutado de su experiencia trasatlántica y lo increíble que había sido compartir escenario con los ídolos locales Buena Fe. Nos confirmó que este verano volverá a Santander, y que en Otoño retomará la gira con Pablo Milanés que esta primavera tuvo que cancelar por la repentina enfermedad del cubano.
Si nada se tuerce, nosotros estaremos allí.

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