jueves, 14 de junio de 2012

UN NIÑO Y UNA NIÑA NO SON DOS NIÑOS: como tampoco lo son un niño y otro niño

Santander, 9 de junio de 2.012

El título de la obra lo dice casi todo, y es como para echarse a temblar, pero el prestigio atesorado por Ábrego Producciones y Pati Doménech invitaba a acudir al Casyc esta tarde para juzgar sin prejuicios el mensaje lanzado por la compañía.


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La preocupación por la igualdad de género es una constante en el recorrido de la compañía cántabra, que en esta ocasión pretende trasladar su mensaje a los más pequeños intentando no adoptar una actitud excesivamente moralizante, siendo su objetivo fundamental hacer hincapié en una serie de tópicos que siguen vigentes en nuestra sociedad y que muchas veces, sin ser muy conscientes de ello, traslamos a los más jóvenes.

Áureo Gómez y María Vidal son un científico loco y una joven inquieta que, cada uno desde su perspectiva, metódico y cuadriculado el uno y fantasiosa y soñadora la otra, se enfrentan a una serie de hábitos y roles esteriotipados con los que convivimos y que, a menudo, asumimos como válidos sin pararnos a pensar en lo que suponen y, sobre todo, en lo que esconden detrás.

Agradezco la forma sútil de abordar el problema.
El mensaje queda claro: recojo el guante y me aplico el cuento, aunque creo que el envoltorio resulta muy pobre.

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Una horrenda máscara y un vestuario estrafalario no son ingredientes suficientes para captar el interés de los pequeños, que al fin y al cabo era de lo que hoy se trataba.

"Un niño y una niña no son dos niños:
una niña no es el femenino de un niño,
un niño no es el masculino de una niña.
Un niño jugando con una muñeca no es una nenaza.
Un niño y una niña hambrientos son un grito que nunca calla.
Un niño, con una niña que crece, no son un juguete;
como no lo es una pistola de plástico:
aunque de plástico, sigue siendo una pistola.
Un niño y una niña, ¡no son dos niños!"


Si una niña no es el femenino de un niño y un niño no es el masculino de una niña es porque una niña y un niño no son lo mismo, como no lo son una mujer y un hombre, ni tampoco una joven y su hermana o un hijo y su padre, aunque nadie discuta en estos casos que si les juntamos lo que resulta son dos mujeres y dos hombres.
Aceptemos que todos somos únicos y luchemos por tener las mismas oportunidades, los mismos derechos y las mismas obligaciones sin perdernos en discusiones gramaticales.
No malgastemos nuestras fuerzas peleando por ser igual o mejor que nadie y esforcémonos en defender nuestro derecho a ser lo que somos sin tener que renunciar a nada.


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