viernes, 26 de octubre de 2012

MUJERES FRAGUANDO SUEÑOS: ¡basta ya!

El Astillero, 25 de octubre de 2.012


El sol y el azul del cielo se resisten a aceptarlo pero los días son cada vez más cortos.
El otoño avanza con fuerza y regresa al terruño nuestra compañía de teatro más internacional.



Abrego Producciones ha representado hoy sobre el escenario de la Sala Bretón de El Astillero su obra "Mujeres fraguando sueños", una producción estrenada el 9 de noviembre del año 2.000 pero que lamentablemente sigue estando muy vigente.



La denuncia de la mal llamada "guerra de sexos" es una constante en la producción de la compañía, que no ceja en su empeño por aportar su granito de arena para erradicar lo que con acierto describe como la guerra de un sexo contra otro.

Yo también estoy en contra de la discriminación y de la violencia de género, la física y la psicológica, pero pienso que en ocasiones nuestra indignación nos lleva a rebasar un límite en nuestras argumentaciones que amenaza con voltear la situación en lugar de erradicarla. Hoy no es el caso.

Sobre el escenario dos mujeres (aunque la obra esté escrita para tres) recojen el testigo lanzado por el autor, Pati Domenech, y le ponen voz al dolor de todas aquellas que creyeron en el amor, "apogeo de las relaciones humanas y compensación de la muerte", y que hicieron todo lo posible por construir una realidad a la medida de sus propias apetencias pero que se toparon de bruces con la dolorosa realidad.



Compañera usted sabe que puede contar conmigo,
no hasta dos o hasta diez,
sino contar conmigo.
Si alguna vez advierte que la miro a los ojos
y una veta de amor reconoce en los míos,
no alerte sus fusiles, ni piense que delire
a pesar de la veta o tal vez porque existe
usted puede contar conmigo
Si otras veces me encuentra huraño sin motivo
no piense que flojera, igual puede contar conmigo
Pero hagamos un trato, yo quisiera contar con usted, es tan lindo
Saber que usted existe
uno se siente vivo y cuando digo esto
quiero decir contar aunque sea hasta dos, aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda presurosa en mi auxilio
sino para saber a ciencia cierta
que usted sabe que puede contar conmigo.

(Mario Benedetti)



En el escenario dos maniquíes heridos nos muestran sus cicatrices mientras María Vidal le pone voz a su dolor y al de todas aquellas otras que repartidas por el mundo son víctimas de esta pérfida desigualdad y Carmen Armengou danza para expresar con sus manos y su pies toda nuestra indignación. Maravillosas las dos.



A ti, mujer, que siembras arroz en el río Amarillo,
¿quién te librará del orfanato del terror?
A ti, mujer, que lavas tu velo de verguenza en el río Sharif,
¿quién se atreverá a quitártelo y curar tus heridas de cuchillo talibán?
A ti, mujer, niña de Bankok,
¿en que fuente cristalina limpiarán tu pudor maculado en el prostibulo?
Mujer de La Meca, mujer sin rostro,
tan cerca de los ríos sagrados y tan lejos de Dios,
¿qué agua desenmudecerá tu garganta, axfisiada y seca, inexistente?
A ti, mujer, que en los yertos secarrales del río Kasay
te amputan el sexo para humillarte temprano,
¿quién te hará gozar del amor más tarde?
¿Y quién velará por tu hijo recien parido en Europa,
mujer que como un torrente te desbordas en el estrecho?

Por eso os presto mi voz,
mujeres del Ganges, maldecidas con una lluvia de ácido corrosivo en el rostro,
mujeres de Grozni, bañadas en la amargura del río Sadiski,
en una tierra sin hombres, en una tierra sin pan, en una tierra sin paz.
Mi voz es vuestra
mujeres del Uranje, que regásteis con sangre la tierra kosovar.

¡Ahora soys yo!
Y por un momento ofrezco a todos de beber en el manantial de vuestra desdicha,
porque también soy esa niña que a orillas del Nilo
recoje la especia apenas escarchada por el rocío del amanecer
y que condimentará manjares servidos en suculentas bandejas de democracias desasrroladas;
y soy también la adolescente de ojos rasgados que a orillas del río Hiroshima,
con los pies empequeñecidos por la presión de las vendas de la tradición,
brinda placer obsceno sobre el tatami:
objeto que se ofrece a sujeto.

Hoy, como en cuenca esperanzada, confluís en mí.
Hoy, y desde este estrado, con un enorme caudal,
soy vuestra voz,
vuestro rostro desvelado,
vuestro sexo,
vuestra dignidad rebelde.
Os arrullo con mi pudor y lavo vuestras heridas.

(Pati Domenech)

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