martes, 16 de octubre de 2012

SEGOVIA: una caja de postales (I)

Segovia, 11-13 de octubre de 2.012


En enero los Reyes Magos le regalaron a mi madre una caja para disfrutar de un par de noches de hotel en cualquier ciudad española antes de que acabase el año.
Me propuso acompañarle pero pasaba el tiempo y no conseguíamos cuadrar nuestras agendas. Este fin de semana, aprovechando el puente de El Pilar, era la ocasión perfecta y Segovia la ciudad elegida.
La capital castellana es un lugar al que nunca había dedicado el tiempo suficiente aunque lo hubiese visitado en un par de ocasiones y del que apenas conocía nada más que su famoso acueducto y su sabroso cochinillo.

Segovia, ciudad castellanoleonesa capital de la provincia del mismo nombre, se encuentra a los pies de la Sierra de Guadarrama, en la confluencia de los ríos Clamores y Eresma.
Sobre un antiguo castro celta se erigió una importante ciudad romana. El asentamiento fue abandonado durante la ocupación musulmana pero tras la conquista de la ciudad por Alfonso VI el Bravo, rey de León y Castilla, su yerno Raimundo de Borgoña, y Pedro de Agen, primer obispo de la nueva diócesis, acometieron en 1.088 la repoblación de Segovia con cristianos procedentes del norte de la península.
En el tramo final de la Edad Media la ciudad vivió su mayor explendor, covirtiéndose en corte de los reyes de la Casa de Trastamara y siendo sede de la proclamación de Isabel la Católica como reina de Castilla el 13 de diciembre de 1.474. A partir del siglo XVI comienza el declive de una ciudad que hoy exhibe orgullosa las huellas románicas y góticas de un pasado glorioso.

Nos confiamos en exceso y cuando quisimos darnos cuenta nos encontramos con que los hoteles de Segovia estaban completos este fin de semana; nos costó encontrar habitación pero finalmente lo hicimos en un pequeño y agradable hostal de San Ildefonso, a sólo diez minutos de la capital.
Haber disfrutado sólo de un día de vacaciones en lo que va de año me ha permitido tomarme la libertad de no trabajar el jueves por la tarde por lo que hemos podido ponernos en camino justo después de comer.


Hemos llegado al hotel, nos hemos instalado y aún hemos tenido tiempo de acercarnos a Segovia para disfrutar de un bonito paseo nocturno...

Accedemos a la ciudad por la Avenida del Padre Claret y tras un giro a la izquierda se despliega ante nosotros la típica postal segoviana: nos saluda el sobrio y majestuoso acueducto romano.



Aparcamos el coche y cruzamos bajo los imponentes sillares graníticos que presiden la Plaza del Azoguejo para adentrarnos en el casco antiguo de la ciudad.


Echamos a andar por la transitada Calle Real para cruzar la muralla bajo la desaparecida puerta de San Martín, junto a la Casa de los Picos.
Se trata de una casa señorial del siglo XV, convertida actualmente en Escuela de Arte y Superior de Diseño de Segovia y sala de exposiciones, cuyo elemento más característico es su fachada, cubierta en su totalidad por sillares de granito tallados en punta de diamante.
Cuenta una leyenda que la casa le perteneció a un noble cristiano que enloqueció al saber que un joven moro rondaba a su hermosa hija. Furioso, entabló conversación con el diablo con el que hizo un pacto para que la fachada de su casa se llenase de garfios que desgarrasen al joven si intentaba acercarse a la doncella. Su confesor le tranquilizó y después de exorcisar la casa, la fachada amaneció cubierta de picos de piedra.
En realidad parece ser que se trataba de la casa de un poderoso musulmán que, tras la expulsión de éstos en 1.492, pasó a manos de un noble segoviano. Todo el mundo se refería a la casa como "la casa del moro" y el nuevo propietario, para que dejasen de referirse a ella de ese modo, decidió transformar su fachada con lo que pasó a ser "la casa de los picos".






Nos colamos en el interior de la ciudad medieval para perdemos por la judería vieja, junto a la zona sur de la muralla, barrio en el que primero Enrique IV y después los Reyes Católicos confinaron a la abundante población judía de la ciudad antes de su definitiva expulsión de Segovia; un puñado de calles estrechas y retorcidas, solitarias y oscuras, ligeramente iluminadas con faroles de hierro fundido, que nos conducen hasta la imponente Puerta de San Andrés (o Puerta del Socorro).




Se trata de un arco de medio punto que descansa sobre dos robustas torres, una de planta cuadrada y otra poligonal, unidas por un cuerpo de guardia bajo el que pasamos para admirar la almenada muralla de la ciudad y vislumbrar el Pinarillo, necrópolis hebrea situada al otro lado del río Clamores.


Volvemos al interior de la ciudad y llegamos hasta la verja de los jardines del Alcázar que, a estas horas, cerrada, impide el acceso al mismo. Nos asomamos al balcón natural que desde el Paseo de San Juan de la Cruz permite vislumbrar algunos de los tesoros que la ciudad esconde junto a las orillas del río Eresma, como la Real Casa de la Moneda, el monasterio de Santa María del Parral o la iglesia de la Vera Cruz, junta a la carretera que conduce a Zamarramala.



Volvemos a perdernos por las empedradas calles de la ciudad descubriendo imponentes restos del glorioso pasado de la ciudad en forma de iglesias y residencias de nobles segovianos vistosamente iluminados hasta desembocar en la irregular Plaza Mayor, junto a la catedral.



File:Catedral de Segovia.jpg

Es tarde. Buscamos el Postigo del Consuelo y flanqueados por el vetusto acueducto iluminado regresamos a la Plaza del Azoguejo.



Va siendo hora de retirarse a descansar pero antes de volver al hotel buscamos en coche el norte de la ciudad para admirar el inaccesible risco sobre el que se alza el pintoresco Alcázar.




2 comentarios:

  1. veo que esta serie va para trilogía.... que misterio, parece una novela.

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    1. Confórmate con que no se convierta en un "Juego de Tronos"....
      FCP

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