Santander, 19 de agosto de 2.013
Poco después de las diez de la noche ha ocupado su lugar en el pequeño tablao dispuesto en los jardines de la biblioteca Menéndez Pelayo y de un modo amable y distendido, echando por tierra la infundada imagen hosca y antipática que yo tenía de él, nos ha confesado que al principio le costó escoger una lectura apropiada para esta noche pero que, cuando en junio se produjo el fallecimiento de Javier Tomeo, lo tuvo claro.
A finales de los años ochenta y principios de los noventa el escritor aragonés se convirtió, sin haber escrito una sola línea para el teatro, en uno de los autores españoles más representados en Europa merced a las adaptaciones de sus obras estrenadas en los teatros de Francia, y Alemania.
En 1.991, en el Teatro Romea de Barcelona, Jose María Pou leyó, por primera y única vez, y en catalán, "El gallitigre": una breve fábula que para entonces se había convertido ya en novela. Nunca más se representó pero no fueron pocas las ocasiones en que el autor le comentó a su amigo lo mucho que le gustaría escucharle leerlo en castellano. En junio Jose María Pou lo tuvo claro: hoy era el día.
Alza la mirada y exclama: "¡Va por ti!".
Durante unos segundos se encasqueta una oronda nariz roja y entonces se convierte en Augusto, un payaso que nos abre las puertas del circo del mundo permitiendo que antes nuestros ojos desfilen un buen número de fieras con sus respectivos domadores para construir una divertida fábula que apuesta por la tolerancia como herramienta de convivencia.
Jose María Pou ha estado magistral. Su poderosa voz y sus delicados matices le convierten en un fabuloso cuentacuentos capaz de detener el tiempo y arrastrarnos a otro mundo.
Al concluir la lectura el público le ha ovacionado pero él, antes de despedirse erigiendo un enhiesto surtidor de sombra y sueño para su amigo, ha reclamado un poco de silencio y confesado satisfecho que la cita de hoy ha supuesto el punto y final a una larga condena de treinta años y un día que le ha mantenido alejado de unos jardines en los que ya estuvo en 1.983 recitando un puñado de versos de Gerardo Diego. También a él ha querido recordarle hoy:
Para quererte a ti, querer quererte:
yo te quise querer y ya te quise.
...
Para quererme a mí, mira el espejo:
la que te mira y te sonríe ya no eres tú,
es mi alma que te crea, que se viste de ti.
(Gerardo Diego)
No hay comentarios:
Publicar un comentario