Laguardia, 7 de agosto de 2.015
El viernes por la mañana volvemos a relajarnos en las instalaciones del balneario, pero después recogemos las maletas y abandonamos el hotel. Volvemos a Logroño, aunque de momento pasamos de largo y nos dirigimos a Laguardia, un pequeño municipio situado a sólo veinte kilómetros de la capital riojana, pertenciente al País Vasco y enclavado en lo alto de un discreto cerro desde el que se domonina toda la comarca alavesa.
En este altozano, en torno al año 908, el rey Sancho Garcés II levantó un castillo destinado a defender las fronteras de Navarra, acosada por moros y castellanos. Posteriormente, en 1.164, Sancho IV de Navarra otorgó el Fuero de Población a Laguardia, elevándola a la categoría de villa, convirtiendo a sus habitantes en hombres francos y libres, lo que supuso un importante incremento de población, y en 1.486 se incorporó a la Hermandad de Álava por mandato de los Reyes Católicos.
El centro del muncipio está rodeado por la muralla que Sancho VII mandó levantar a principios del siglo XIII y en la que se abren cinco puertas. Durante el siglo XIX sufrieron grandes destrozos como consecuencia de la Guerra de la Independencia y de las Guerras Carlistas pero en la actualidad, una vez restauradas, llenan de explendor a una villa que conserva en su interior otros tesoros.
Aparcamos junto a la Puerta de los Paganos, pero accedemos al casco histórico por la Puerta de Mercadal, situada en el extremo sur de la villa, y llegamos a la Iglesia de San Juan Bautista, adosada al lienzo oriental de la muralla, junto a la Puerta de San Juan.
El edificio tiene un carácter defensivo y en él se aprecian diferentes estilos arquitectónicos.
La portada sur, conocida como la de 'los abuelos', es la más antigua: data de finales del siglo XII y contiene elementos propios del románico.
La mayor parte de la iglesia, sin embargo, fue construida entre los siglos XIII y XIV y en sus muros se pueden apreciar ventanales y rosetones de estilo gótico.
Durante el siglo XVI el templo perdió el carácter de fortaleza y la torre defensiva se convirtió en campanario.
Es hora de comer. Desde Santander, nos recomiendan un restaurante: 'El Bodegón', en la Travesía Santa Engracia. ¡¡¡Fantástico!!!
Con el estómago lleno nos acercamos a la plaza mayor y nos sentamos a tomar un café en una terraza situada enfrente del ayuntamiento.
Ha concluido el baile y es el momento de conocer los rincones del pueblo. Su casco histórico, rodeado por las murallas, se articula en torno a tres calles longitudinales cruzadas por tres cantones con una pequeña plaza rectangular en el centro.
Nos desplazamos hasta el extremo norte del pueblo, donde se alza la Iglesia de Santa María de los Reyes, cuya construcción comenzó en el siglo XII aunque no finalizó hasta principios del siglo XVI, lo que justifica la manifiesta mezcla de estilos que presenta.
Es de planta rectangular, con tres naves longitudinales, una nave de crucero rematada con sendas capillas en sus extremos y un ábside poligonal.
Adosada al ábside, en el lado de la epístola, se alza la sacristía. Es de estilo renacentista y fue añadida en 1.549, cuando se derribó la cabecera gótica formada por tres ábsides y se sustituyó por la actual.
Accedemos al interior, donde se custodia la mayor joya del templo. Estamos en tinieblas y un vistoso audiovisiual nos invita a contemplar la espectacular portada gótica de finales del siglo XIV, realizada en piedra y policromada durante el siglo XVII, conservada perfectamente merced al pórtico construido durante el siglo XVI.
Esta formado por un arco apuntado con circo arquivoltas ricamente decoradas con figuras de ángeles, vírgenes, santos, profetas y reyes y motivos vegetales entrelazados.
Las imágenes que decoran sus jambas constituyen un Apostolado completo. Todas ellas se encuentran de pie sobre un pedestal poligonal ricamente decorado y cubiertas por un vistoso doselete. El conjuto está presidido por la espléndida escultura de Santa María de los Reyes situada en el parteluz.
A ambos lados de la Virgen se abre una doble puerta cerrada con sendos arcos trilobulados escarzanos que sirven de base al tímpano que completa el conjunto. Éste está dividido en tres fajas horizontales decoradas con relieves continuos que representan escenas de la vida de Jesús y de su madre.
Visitamos el ecléctico interior del templo y regresamos al exterior.
Junto a la iglesia se alza la Torre Ablacial, una construcción de origen militar que data del siglo XIII y que, aunque hasta el siglo XIX estuvo unida al templo por un corredor, es utilizado actualmente como campanario exento de Santa María de los Reyes.
Cae la tarde.
Volvemos al coche y vamos a Logroño. Aún estamos a tiempo de visitar la Calle Laurel...
El centro del muncipio está rodeado por la muralla que Sancho VII mandó levantar a principios del siglo XIII y en la que se abren cinco puertas. Durante el siglo XIX sufrieron grandes destrozos como consecuencia de la Guerra de la Independencia y de las Guerras Carlistas pero en la actualidad, una vez restauradas, llenan de explendor a una villa que conserva en su interior otros tesoros.
Aparcamos junto a la Puerta de los Paganos, pero accedemos al casco histórico por la Puerta de Mercadal, situada en el extremo sur de la villa, y llegamos a la Iglesia de San Juan Bautista, adosada al lienzo oriental de la muralla, junto a la Puerta de San Juan.
El edificio tiene un carácter defensivo y en él se aprecian diferentes estilos arquitectónicos.
La portada sur, conocida como la de 'los abuelos', es la más antigua: data de finales del siglo XII y contiene elementos propios del románico.
La mayor parte de la iglesia, sin embargo, fue construida entre los siglos XIII y XIV y en sus muros se pueden apreciar ventanales y rosetones de estilo gótico.
Durante el siglo XVI el templo perdió el carácter de fortaleza y la torre defensiva se convirtió en campanario.
En su fachada destacan el escudo de la villa y un precioso reloj de carrillón que cada día, a las cinco de la tarde, pone en marcha una serie de autómatas que danzan al ritmo del pasacalles típico de las fiestas del pueblo.
Ha concluido el baile y es el momento de conocer los rincones del pueblo. Su casco histórico, rodeado por las murallas, se articula en torno a tres calles longitudinales cruzadas por tres cantones con una pequeña plaza rectangular en el centro.
Adosada al ábside, en el lado de la epístola, se alza la sacristía. Es de estilo renacentista y fue añadida en 1.549, cuando se derribó la cabecera gótica formada por tres ábsides y se sustituyó por la actual.
Accedemos al interior, donde se custodia la mayor joya del templo. Estamos en tinieblas y un vistoso audiovisiual nos invita a contemplar la espectacular portada gótica de finales del siglo XIV, realizada en piedra y policromada durante el siglo XVII, conservada perfectamente merced al pórtico construido durante el siglo XVI.
A ambos lados de la Virgen se abre una doble puerta cerrada con sendos arcos trilobulados escarzanos que sirven de base al tímpano que completa el conjunto. Éste está dividido en tres fajas horizontales decoradas con relieves continuos que representan escenas de la vida de Jesús y de su madre.
Visitamos el ecléctico interior del templo y regresamos al exterior.
Junto a la iglesia se alza la Torre Ablacial, una construcción de origen militar que data del siglo XIII y que, aunque hasta el siglo XIX estuvo unida al templo por un corredor, es utilizado actualmente como campanario exento de Santa María de los Reyes.
Cae la tarde.
Volvemos al coche y vamos a Logroño. Aún estamos a tiempo de visitar la Calle Laurel...
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