miércoles, 24 de agosto de 2016

LOS POZOS DE NOJA: pasado y presente de dos pequeños embalses

Rubalcaba, 14 de agosto de 2.016


Hoy hace un año que subimos a las 'tetas' de Liérganes...
Regresamos a la cuenca del Miera y nos desplazamos hasta Rubalcaba. Pasamos frente a la cruz erigida en 1.717, declara Bien de Interés Cultural en 1.994, que constituye el monumental remate de la esquina noroeste del cierre de la Casona de Miera-Rubalcaba.


Se trata de una robusta estructura curva rematada con dos pirámides y un Cristo crucificado, decorada con un vistoso escudo de armas sostenido por sendas figuras humanas que exalta el explendor del linaje familiar.

Aparcamos junto a la casona levantada a principios del siglo XVIII por Felipe García Miera Rubalcaba y Velasco, una construcción de sillería en la que llaman la atención un balcón en esquina y el imponente escudo familiar labrado en piedra de la fachada principal.


Bajo la atenta mirada de Santa Maria la Blanca nos preparamos para empezar a caminar. Su imagen preside la espadaña barroca de la fachada principal de la ermita del pueblo, dividida en dos cuerpos decorados con volutas jónicas y pináculos, rematados por un frontón curvo con peineta central.


Echamos a andar por una pista asfaltada que sube hacia el sur. Ganamos altura rápidamente y muy pronto descubrimos a nuestra izquierda la imponente mole de Peña Pelada (700 m).


El asfalto nos conduce hasta un grupo de casas y cabañas conocido como La Pereda. La pista se termina y continuamos nuestro paseo por un estrecho sendero que cruza varios regatos y asciende suavemente hacia el este hasta alcanzar una graciosa cabaña custodiada por un rebaño de burros junto a la que crecen varios fresnos.


Nuestra intención era seguir de frente, hacia el sureste, dejando a nuestra izquierda la peña de los quesos para subir directamente a Las Enguinzas (961 m), pero un lugareño con el que nos hemos cruzado en el camino nos ha advertido que este camino está bastante cerrado y nos ha recomendado seguir un sendero que va hacia el oeste y da un ligero rodeo pasando por los Pozos de Noja (700 m)...
Le hacemos caso: ignoramos nuestro cuaderno de ruta, saltamos una alambrada y echamos a andar hacia nuestra derecha ganando altura hasta llegar a El Somo, una zona más o menos llana, cubierta de prados, en la que se encuentran los pozos.

Las casas de Liérganes se desparraman a nuestros pies. Al fondo se recorta la silueta de la Sierra de Peña Cabarga y más allá, si no fuese por la bruma que hoy ha cubierto toda la costa de Cantabria, podríamos ver el mar...


Los Pozos de Noja son dos pequeños embalses construidos a principios del siglo XX, aprovechando las turberas en las que tradicionalmente se acumulaba el agua de escorrentía y del deshielo, para garantizar la alimentación de dos turbinas situadas en la base del monte pertenecientes a la sociedad anónima Electra Pasiega, una pequeña compañía cuyo objetivo era suministrar electricidad a los vecinos de Liérganes, localidad que vivía entonces una época dorado debido al auge turístico experimentado gracias a la explotación de su afamado balneario.
Hoy en día las centrales ya no están en funcionamiento y el volumen de agua acumulada en los pozos es muy inferior al de entonces, pues las paredes de los embalses están parcialmente derruidas, pero es difícil que se sequen lo que hace que este paraje se convierta en un atractivo punto de encuentro para el ganado de la zona.


Frente a nosotros, en dirección suroeste, se alza el macizo de Las Enguinzas. Desde aquí no debería ser difícil acometer el ascenso final pero estamos cansados, hace mucho calor y no vislumbramos el camino, así que va a ser mejor que lo dejemos para otro día...

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