Santander, 16 de junio de 2.018
Durante diecisiete años, Jakob luchó por
el sueño de recuperar a Amanda -el amor de su vida-, sin saber si ella estaba
viva o muerta, entregándose a la idea de tenerla a su lado y renunciando a su
juventud solo para salvarla. Desde entonces, cada día, decenas de periodistas
intentan darles caza y preguntarles acerca de los hechos acaecidos el día Javier
Castillo perdió la cordura...
Después de un año de excedencia, Amanda
está a punto de reincorporarse a su puesto en el FBI. Por culpa de los Siete,
su padre está en la cárcel. El caso del ‘decapitador’ -así lo bautizó la
prensa-, llamó la atención de medio mundo, pero acabó sin responsables
directos. Había una lista con el nombre de cientos de mujeres desaparecidas,
pero solo dos víctimas sobre la mesa. Se responsabilizó de su muerte a una
especie de secta cuyos miembros fueron encontrados carbonizados en una casa a
las afueras de Boston. Steven fue el único detenido, el único condenado y el
único que viviría el infierno de la culpabilidad bajo el paraíso de los
barrotes.
“Señoras
y señores del jurado, durante años he secuestrado a cientos de mujeres por
todos los EE.UU. -no sabría decirles cuántas-, con la absoluta certeza de que
acabarían muertas. He destrozado miles de vidas y undido millones de sueños con
la única esperanza de recuperar a mi hija, Amanda Maslow, a quien ustedes
conocían hasta ahora como Stella Hyden. Mi otra hija, Carla Maslow, sigue
desaparecida. No tengo más fuerzas para luchar. No quiero librarme de mi
condena, puesto que la llevaré siempre por dentro. Yo secuestré a estas
mujeres. Yo las entregué a la muerte. No pierdan un segundo más con este
juicio. Júzguenme sin piedad, dejen que me pudra entre rejas. Lo único que a
estas alturas puedo decir es que lo siento.”
Todo lo había hecho por ella, pero, entre
tanta maldad, no resultaba fácil distinguir la bondad de sus motivos. Su afán
por evitar que se la llevaran hizo que atropellara a Carla -su hermana-, a más
de cien kilómetros por hora: “Todo
sucedió tan deprisa que nadie pudo hacer nada. La luna delantera se rompió en
mil pedazos. Desde la feria se escuchaban los gritos de pánico. La música dejó
de sonar y los gitanos ya no vociferaban las maravillas de sus cacharros
inservibles”. Había perdido a Amanda y su pequeña estaba a punto de morir.
Los médicos dijeron que no sobreviviría. Se la llevaron al hospital y nunca la
volvieron a ver…
Esta mañana, al despertarse, Jacob ha escuchado un
inquietante mensaje en el contestador del teléfono de casa: “Pronto terminará todo…”.
Nueva York despierta con una monstruosa noticia: “Susana Atkins aparece decapitada a las
afueras de la ciudad”. La joven que hace un año sobrevivió a un secuestro
en Quebec, ha muerto. En numerosas entrevistas había relatado cómo vivió las
horas que permaneció encerrada y cómo su captor le perdonó la vida. La historia
se ha reescrito: todos los caminos que llevaban a la salvación han
desaparecido.
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