martes, 13 de agosto de 2019

DAVID OTERO y MARÍA ROZALÉN: ¡gracias a los dos!

Torrelavega, 9 de agosto de 2.019


La noche amenaza lluvia, pero el agua nos respeta. Me traslado hasta Torrelavega para vivir la feria y encontrarme con David Otero y María Rozalén: un ‘loco’ dado de alta en 2.010 al que conocí un par de años después, pero al que no he vuelto a ver desde entonces, y una cantautora de provincias convertida en estrella a la que, gracias a internet, descubrí hace casi diez años, pero a la que, hasta hoy, no he tenido ocasión de ver en directo…





David Otero es un tipo honesto que ha pasado unos días cogiendo olas en Suances antes de subirse al escenario de La Lechera y dar el pistoletazo de salida a las fiestas de Torrelavega y a su brillante festival ‘Vive la Feria’. Escoltado por Cristina Rubio (bajo y piano) y Carlos Gamón (percusión), ‘El Pescao’ ha resuelto con precisión los siete cubos de Rubik que presiden el escenario para presentarnos un puñado de canciones frescas y sinceras, sin artificios, que conectan con el público y me reconcilian con el amor y con la vida…


Amenaza con marcharse, pero regresa para repasar, él solo, algunas de las canciones de El Canto del Loco con las que más identificado se siente…

¿Me habré hecho mayor?
Tal vez viva ahora mejor:
más a gusto y más tranquilo en mi interior.
Parece que el amor me calma…

Después de hora y media, el escenario se llena de luz y gente. Los versos se Benedetti anuncian el compromiso de María de los Ángeles Rozalén con la vida: ¡si quieres quedarte con ella, no te salves!



No te quedes inmóvil al borde del camino;
no congeles el júbilo;
no quieras con desgana;
no te salves ahora, ni nunca;
no te llenes de calma;
no reserves del mundo solo un rincón tranquilo;
no dejes caer los párpados pesados como juicios;
no te quedes sin labios;
no te duermas sin sueño;
no te pienses sin sangre;
no te juzgues sin tiempo…

(“No te salves”, Mario Benedetti)
  
María Rozalén alza su voz y Beatriz Romero la escolta con las manos. Ambas se dejan el alma y el corazón. Cantan, bailan, sonríen y conectan con un público entregado que asiste a un concierto fabuloso. No están solas. El escenario se llena de luz y gente: currantes de la música y el canchondeo…


Los deslumbrantes reflejos de su ceñido vestido y el clavel rojo prendido junto a su hombro derecho la convierten en parte de lo que es: una de esas hadas que muchos no saben ver, una de esas hadas que te hechizan e hipnotizan con su alegría y diversión, y te ayudan a viajar a otros mundos, a soñar nuevos sueños y a descubrir las estrellas y no desistir hasta rozarlas con la punta de los dedos. ¡Ojalá que su magia no se apague nunca! ¡Ojalá que su magia sea inmortal!

Rozalén es rabia, orgullo, zalamería, amor, luz, entrega y naturalidad. Rozalén es mucho más…
Rozalén es compromiso, memoria, poesía, rebeldía y sensualidad. Rozalén es coquetería, carisma y calor…

Confieso que he echado de menos la visita de Vicky Gastelo -torrelaveguense de pro-, pero David Otero ha regresado al escenario para sincronizar con la albaceteña y juntos bailar en braille. Sus pies son arena y sal; ellos: energía y amor…



En la vida hay dos opciones: se puede bailar o no, y Torrelavega, esta noche, ha bailado al ritmo impuesto por dos tipos a los que me he enganchado desde el minuto cero. David y María, Otero y Rozalén… Ambos me han reconciliado hoy con la música en directo y con los grandes conciertos. He conectado con ellos y solo puedo darles las gracias: “Gracias y gracias. Gracias a los dos”.



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