jueves, 7 de noviembre de 2019

CHERNÓBIL: ¡estamos vivos de milagro!

Santander, 4 de julio de 2.019


Todo el mundo habla de “Chernóbil”, la nueva mejor serie de la Historia: cinco capítulos de una hora de duración producidos por HBO que pretenden recrear el que fue, junto al que tuvo lugar en 2.011 en Fukushima (Japón), el mayor accidente nuclear de la Historia.


El 26 de abril de 1.986 el núcleo de uno de los reactores nucleares de la central Vladímir Ilich Lenin, ubicada a tres kilómetros de la ciudad de Prípiat y a dieciocho de Chernóbil -situadas ambas en la actual Ucrania, pero pertenecientes entonces a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.)-, saltó por los aires expulsando a la atmósfera enormes cantidades de materiales tóxicos y radiactivos que formaron una nube que se extendió por Europa y América del Norte.


Todo lo que sucedió en Chernóbil fue una locura. ¿Cuánto cuestan las mentiras? No es que vayamos a creérnoslas al pie de la letra, pero pueden hacer que no reconozcamos la verdad, nos conformemos con las milongas que nos cuentan y deje de importarnos quiénes son los héroes y quiénes los verdaderos culpables, dándonos por satisfechos con encontrar un cabeza de turco al que cargar con la culpa de todo.

En esta historia, Anatoly Diátlov era la mejor opción: un hombre arrogante y desagradable que en 1.988 fue condenado a cumplir diez años de trabajos forzados por su irresponsable gestión al frente de la central. Hubo otras personas involucradas en el accidente, pero él carecía de amigos importantes y, al fin y al cabo, fue quien dio las órdenes…


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