martes, 22 de septiembre de 2020

PICO CASTILLO: una cuenta pendiente

 Heras, 19 de septiembre de 2.020

Visto desde el pico Llen (570 m.), el pico Castillo (263 m.) es poco más que una tachuela, pero, a ras de suelo, su silueta resulta imponente.

 



Prolongación natural de la sierra de Peñacabarga, se alza junto a Solares y presenta un vistoso alzado cónico cuya vertiente sur ha sido carcomida por una cantera clausurada no hace demasiados años.



Hasta hoy, su ascensión era para mí un asunto pendiente. ¡Ya está resuelto!

 

Nos reunimos junto a la presa del embalse de Heras y echamos a andar por la carretera que bordea el pantano.



Poco después de pasar las instalaciones de la granja ‘La Mina’, tomamos un desvío a la izquierda y nos aproximamos a la base del cono para ascender a su vértice por el lado sur.

 

Al principio, las pistas abiertas para la explotación de la plantación de eucaliptos que ocupa la parte inferior del monte nos permiten ganar altura cómodamente. Después, subimos a derecho por un estrecho sendero, embarrado y con una fuerte pendiente, que se cuela entre espinosos matorrales y nos conduce, en un abrir y cerrar de ojos, hasta lo alto del pico.


A nuestros pies se extiende el municipio de Solares y, un poco más allá, se levanta el recientemente conquistado Monte Vizmaya.



Las vistas son espectaculares: contemplamos la bahía de Santander en su máximo esplendor, el vecino pico Llen y, al otro lado de la autovía, nuestras queridas montañas pasiegas y merachas.





Por miedo a resbalarnos, buscamos un camino alternativo que nos permita descender sin pasar por los pindios tramos embarrados que hemos superado en la subida, pero no lo encontramos. Volvemos por donde hemos venido y, al final, resulta no ser para tanto.

Llegamos a los pies de la montaña sin incidentes y, siguiendo las indicaciones de un simpático recolector de castañas, bordeamos el pantano de Heras por la orilla contraria recorriendo un cómodo camino que discurre junto a hermosos prados verdes que constituyen el hogar de caballos, ovejas y cigüeñas antes de llegar al bunker del Banco Santander.



De ahí, al coche. Degustamos un delicioso desayuno saludable y nos despedimos hasta la próxima.


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