viernes, 16 de octubre de 2020

EL MUNDO DE YAREK: un lugar inhóspito bajo cuya superficie late la vida

Santander, 29 de diciembre de 2.019

“El mundo de Yarek” es una novela corta con la que Elia Barceló ganó el premio de la Universidad Polictécnica de Cataluña de Ciencia Ficción en 1.994 y que, posteriormente, fue reeditada con la intención -según cuenta su propia autora-, de que pudiera llegar a la gente aficionada a la literatura amplia, sin etiquetas, con suficiente apertura mental como para disfrutar de cosas que no son exactamente realistas.

 



Lennart Yarek era, hasta hace poco, un ciudadano de la Confederación de Mundos Habitados; un hombre público, un distinguido científico, un prestigioso xenobiólogo, director de investigaciones, miembro de la Academia Interplanetaria de Estudios Ahumanos, especialista en vida alienígena. Si sus tres matrimonios habían fracasado y su único hijo había renegado de él había sido, precisamente, por prescindir de su existencia privada en favor de la ciencia, de manera que nada lo distrajera de su servicio a la humanidad. Estaba habituado a ir de un mundo a otro explorando, recogiendo y procesando datos, contrastando opiniones, redactando informes y archivándolos, pero ya no podrá hacerlo nunca más, pues, después de lo que pasó en Viento, ha quedado reducido a una supervivencia animal en un mundo desierto. Había supuesto que, cuando llegara el momento, la desesperación y la pena rabiosa que lo habían consumido durante los últimos meses bastarían para borrar el terror de la soledad, pero no fue así. A la hora de la verdad, la pena y la desesperación habían perdido importancia y solo quedaba el miedo; un miedo inhumano, bestial y paralizante. Dentro de veinte años, si seguía con vida, podría enviar una señal y alguien vendría a buscarlo, pero no pensaba vivir tanto tiempo. Tenía la firme intención de acabar con su vida en cuanto completara su proceso de catarsis: comprender, aceptar y perdonarse, si podía. ¿Cómo pudo equivocarse? ¿Cómo pudieron equivocarse todos? ¿Cómo pudieron equivocarse tanto?

 

Viento era un planeta virgen, lleno de vida, que deseaban no tener que compartir con nadie, pero no contaron con los buitres: seres carentes de conciencia de sí mismos, capacidad de autocrítica y sentido del humor, incapaces de adueñarse de su espacio y adaptarlo a sus necesidades. Ahora que los buitres ya no existen, el Gobierno ha dado luz verde a su colonización, pero a él lo han acusado de genocidio; ha sido condenado por haber contribuido conscientemente al exterminio de una especie alienígena inteligente con la intención de beneficiarse a sí mismo y a la especie humana, pero los buitres eran animales o, al menos, lo parecían.

 

Es cierto que el Comisionado del Gobierno, en la primera entrevista que mantuvieron en Viento, había lamentado que el planeta estuviera cerrado a la colonización hasta que pudiera establecerse con seguridad si la colonia de buitres era vida inteligente o no, expresando su deseo de que no lo fuera y los humanos pudieran establecerse allí, comprar-tiendo el planeta con todos los animales que lo poblaban y cuidando de no alterar su equilibrio, y había insinuado que él podría construirse allí una casa donde pasar sus años de retiro, ya que el planeta parecía gustarle especialmente, pero eso fue todo. Él y su equipo pasaron dos años en Viento estudiando a los buitres; la decisión final de clasificarlos como vida animal fue tomada por unanimidad, aunque él fue quien tuvo la última palabra.

 

No tenía amigos. No había nadie en el mundo a quien de verdad importara su vida, ni siquiera a él mismo. Lo habían encerrado en un desierto exiliándolo a un planeta muerto por haber tenido la fuerza de mantener su opinión y defender sus creencias hasta el final, pero con lo que no contaban era con que el desierto pudiera florecer para él. De manera repentina, Yermo, el planeta de las sorpresas, se había llenado de vida. Tardó bastante tiempo en estar preparado para abandonar su refugio y arriesgarse a explorar el exterior. Cuando lo hizo, se topó con árboles, flores, todo tipo de animales y varias huellas de pies humanos desnudos de diferentes tamaños. Tenía dos opciones: volver a su guarida y esperar a que el invierno regresara, o salir al encuentro de aquellas criaturas y tratar de establecer algún tipo de relación con ellas. Cuando las encontró, le recordaron a un puñado de elfos que bien podrían haber pertenecido a la corte de la reina Galadriel.

 

Sus sueños estaban repletos de recuerdos, obsesiones y anhelos no cumplidos, pero, por el día, hacía todo lo posible por dar respuesta a los interrogantes que planteaba aquel lugar: su mundo, el mundo de Yarek, un lugar inhóspito bajo cuya superficie latía la vida y que, cada año, durante quince semanas escasas, se llenaba de vida. Sin quererlo, se convirtió en un poderoso Dios caído del cielo para unirse a la elegida y engendrar una hija en ella antes de volver, si quería y podía, a su reino en las estrellas…


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