miércoles, 4 de septiembre de 2013

NACIMIENTO DEL RÍO PISUEÑA: un paseo entre cabañas pasiegas y pequeños saltos de agua

Pisueña, 29 de agosto de 2.013


Agosto se acaba. El verano se nos escapa entre los dedos y no podemos dejar pasar un día más sin hacer algo que tenemos en mente desde junio: hoy queremos conocer el nacimiento del río Pisueña, afluente principal del río Pas.
Recogemos a los peques. Conducimos hasta Pisueña, un pueblecito muy próximo a Selaya, y aparcamos el coche en una pequeña plaza junto al río.
A nuestra izquierda, sin llegar a cruzar el puente, junto a unas escaleras que conducen a la remozada ermita de Nuestra Señora de las Nieves, una señal de madera nos indica por donde discurre el sendero de pequeño recorrido PR S-69 que se extiende a lo largo de unos tres kilómetros salpicados de marcas blancas y amarillas y nos debería de llevar hasta un paraje denominado La Garma considerado el nacimiento del río Pisueña.



Atravesamos los soportales de la pequeña ermita de piedra y echamos a andar por un estrecho sendero que discurre paralelo al río, permitiéndonos disfrutar de sus abundantes, pequeños y cantarines saltos de agua.



El camino es cómodo y entretenido.
Remontamos el curso del río atravesando unos cuantos puentes y cruzando varios arroyos que alimentan su caudal y pasamos junto a un buen puñado de típicas cabañas pasiegas.


Ésta es una construcción propia de las cuencas de los valles del Pas y del Miera que simboliza un modo de vida y aprovechamiento pastoril con quinientos años de historia.
Son edificios sencillos y funcionales de planta rectangular de reducidas dimensiones formados por una cubierta a dos aguas que consta de una estructura de madera y lastras de piedra pizarrosa y descansa sobre los muros perimetrales ejecutados con mampostería caliza del lugar. Sólo las cabañas más grandes, denominados cabañas 'vividoras', constan de dos plantas y requieren de uno o dos poyales para apoyar la viga cumbrera.
La planta baja, a la que se accede directamente desde el nivel de los prados que circundan la cabaña, se utiliza como establo para los animales, mientras que en las cabañas 'vividoras' la planta superior, a la que se accede mediante una escalera exterior formada por losas de piedra ('patín'), se utiliza como pajar y vivienda ocasional.
Durante el verano el ganado era trasladado a los prados altos y los pastores se recogían en estas cabañas y al llegar el otoño los animales y sus dueños regresaban al valle.

Atravesando prados y pasando junto a varias cabañas, unas en uso y otras medio derruidas, continuamos nuestro camino y frente a nosotros, al fondo, se recorta la impresionante silueta de los Picones de Sopeña.


Después de algo más de hora y media las marcas blancas y amarillas desaparecen y el camino se pierde en el interior del arroyo. 


No estoy muy seguro de que este sea el paraje denominado La Garma y creo que podría merecer la pena continuar caminando entre las piedras pero los peques están cansados y tenemos hambre. Buscamos un prado y sacamos los bocadillos. El paseo ha merecido la pena. Volveremos...

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