jueves, 1 de mayo de 2014

DOWNTON ABBEY (temporada 1): el hundimiento del Titanic

Mogro, 30 de abril de 2.013


Hace una semanas los peques se quedaron a dormir en casa. Me tocó sofá: era tarde y no conseguía dormir. Encendí la televisión justo cuando en alguno de los canales afines a Antena 3 empezaba el primer capítulo de una serie que no conocía. La cabecera me me cautivó...
Anoté el título y apagué el televisor. Desde el primer momento supe que quería verla pero la opinión de Mary terminó de convencerme...
Este puede ser un buen momento para ver las tres primeras temporadas de Downton Abbey, una serie inglesa estrenada en 2.010 creada por Julian Fellowes, con una fotografía y una banda sonora magníficas, en la que destaca la magistral interpretación de Maggie Smith, y que nos permitirá asistir a una serie de acontecimientos históricos que originaron la completa transformación de un modo de vida del que aún quedan algunos vestigios.  


Amanece. Despuntan las primeras horas del día...
Un tren recorre la campiña inglesa. Su imagen se refleja sobre las aguas de un tranquilo río y el vapor de su locomotora se mezcla con la niebla de la mañana. Sentado en uno de los vagones un hombre contempla como a su lado desfilan los postes que sostienen el hilo por el que viajan los pitidos de un telegrama urgente que ha de entregarse en una fabulosa mansión de Yorkshire: ¡¡¡Dowton Abbey!!!


Abril de 1.912. Son las seis de la mañana. El servicio se pone en movimiento: abren cortinas, encienden chimeneas, planchan los periódicos e intentan desayunar antes de que los señores empiecen a levantarse. Entonces los timbres comenzarán a sonar y no habrá un segundo de reposo: tendrán que servirles sus desayunos, llevarles la prensa, ayudarles a vestirse...
La cámara se desliza tras ellos para presentarnos los rincones de una fastuosa mansión que habrá de convertirse en una protagonista más de la serie.

Su propietario es Robert Crawley (Hugh Bonneville), Conde de Grantham. El telegrama era para él: ¡el Titanic se ha hundido! Su primo James y su hijo Patrick iban a bordo. Ambos han muerto.



Robert está felizmente casado con Cora (Elizabeth McGobern), una rica heredera norteamericana cuya fortuna fue incorporada al patrimonio de Downton Abbey. Tienen tres hijas: Mary (Michelle Dockery), Edtih (Laura Carmichael), y Sybil (Jessica Brown-Findlay), pero ningún hijo varón.
Las mujeres no pueden heredar el título y la propiedad está vinculada a éste. Lady Mary estaba prometida con su primo Patrick, su legítimo heredero, pero ahora que el joven ha muerto, ¿qué pasará con Downton Abbey?

Si Robert hubiese hecho su propia fortuna y comprado Downton Abbey todo sería para Mary, aún cuando perdiese el título, pero no fue así. Su patrimonio es fruto del esfuerzo de otros que trabajaron duro para construir un gran linaje y él no puede destruir su obra o empobrecer su dinastía.

El nuevo heredero es Matthew Crawley (Dan Stevens), un abogado de clase media especializado en derecho empresarial asentado en Manchester. Su padre era médico, está soltero y vive con su madre, la prima Isobel (Penelope Wilton).
Es primo tercero de Robert por parte de su bisabuelo: un completo desconocido que cuando él muera tendrá derecho a quedarse con todas sus propiedades y capitales, incluida la mayor parte de la fortuna de su esposa, excepto una pequeña cantidad dispuesta para sus hijas y su viuda.


Matthew viaja con su madre a Downton Abbey para conocer la que algún día habrá de convertirse en su propiedad. Donde Robert ve el trabajo de toda una vida él sólo ve un millón de ladrillos que pueden desmoronarse, millas de canaletas y tuberías que pueden estar atascadas o tener fugas, y un montón de piedras que se agrietaran cuando lleguen las heladas. Todavía no ama el lugar, pero llegará a hacerlo.
Es un hombre que se vio obligado a aceptar algo que nunca quisó o planeó poseer pero pronto deseará que Downton Abbey forme parte de su futuro.

Aunque nunca se hayan llevado muy bien, desde el primer momento la Condesa viuda de Grantham (Maggie Smith) y Cora supieron que Matthew y Mary no estaban destinados a ser buenos amigos. Él no sabe cazar y apenas es capaz de sostener un cubierto como un caballero pero si ambos se casasen todos sus problemas estarían resueltos: ella se aseguraría una posición y garantizaría su futuro...


Matthew y Mary no empezaron con buen pie pero se sintieron atraídos el uno por el otro desde el primer momento. Desde entonces han pasado ya dos años: cuando él se ríe y flirtea con ella lo hace porque desea pasar su vida con a su lado. Le ha propuesto matrimonio pero ella necesita pensárselo antes de darle una respuesta porque, aunque le ama casi desde que le conoció, esconde secretos que debería confesarle antes de aceptar su proposición.


El repentino embarazo de Cora hace peligrar el futuro del legítimo heredero de Downton Abbey que interpreta las dudas de Mary como un signo inequívoco de que lo único que le interesa es su privilegiada posición.
Cuando Mary quiso hablar con él fue demasiado tarde: Cora había perdido al niño que esperaba y él ya no podía estar seguro de sus sentimientos. Lo cierto es que se hubiese ido de Downton Abbey aunque no hubiese estallado la guerra y él no hubiese sido llamado a filas...

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