lunes, 1 de agosto de 2016

EL DIVINO MORALES: veraz y sagrado a la vez...

Bilbao, 12 de mayo de 2.016


Me desplazo hasta Bilbao. Visito el Museo de Bellas Artes y viajo al siglo XVI para descubrir la obra del maestro Luis de Morales (1.510-1.586). Coorganizada con el Museo Nacional del Prado, la exposición propuesta profundiza en la obra del artista extremeño a partir de las obras de este autor y de su taller pertenecientes a la colección de la pinacoteca madrileña, a las que se han sumado otros préstamos relevantes procedentes de museos nacionales e internacionales, colecciones privadas e instituciones religiosas.


Luis de Morales es un referente fundamental de la pintura del Renacimiento español y una de las personalidades artísticas más originales y reconocibles de la segunda mitad del siglo XVI. Inmerso en la corriente marienista de su época, a su original estilo se le añaden una prodigiosa técnica atenta a los detalles, un dibujo preciso y una suavidad lumínica excepcional.
Vivió y pintó en Extremadura, donde realizó numerosos retablos y cuadros de altar, ampliando su producción a Andalucía y Portugal, donde coincidió con artistas procedentes de Flandes. Su instintó comercial le permitió ofrecer a la clientela de su tiempo un producto devocional de factura meticulosa en el que se proyectaba sutilmente el ambiente religioso de la época. Su capacidad para fijar un modelo iconográfico de devoción, veraz y sagrado a la vez, le valió el sobrenombre de 'el Divino' que ha perdurado hasta nuestros días: "fue cognominado 'el Divino', así porque todo lo que pintó fueron cosas sagradas, como porque hizo cabezas de Cristo con tan gran primor en los cabellos que al más curioso en el arte invita a querer soplarlos para que se muevan, porque parece que tienen la misma sutileza que los naturales."

"La Virgen del Pajarito" (1.546) es la obra con la que los comisarios han decidido abrir la exposición, un cuadro de altar de grandes dimensiones que presenta algunas similitudes con "La Virgen del jilguero" de Rafael.

"La Virgen del pajarito" (1.546)
Iglesia de San Agustín, Madrid

Sencillo en su composición y muy cercano al creyente, sus creaciones iconográficas más conocidas son obras de tamaño bastante reducido con figuras de busto o medio cuerpo representadas sobre fondos negros y resaltadas por una iluminación contrastada que las aproxima al espectador. Se trata de cuadros destinados a oratorios y capillas privadas que contienen una indudable carga espiritual, a menudo dramática y atormentada, que apela a la emoción de quienes los contemplan y que sintetizan la compleja filiación artística del artista, poniendo de manifiesto su vinculación con la pintura italiana y con algunos artistas flamencos y del norte de Europa.
Temas como la Virgen con el Niño, el Ecce Homo, la Dolorosa, Cristo con la cruz a cuestas o la Piedad tocaban la sensibilidad de la gente en el siglo XVI y convirtieron a Morales en un pintor afamado cuyas obras se recogen en colecciones e inventarios desde fechas muy tempranas.


"La Virgen de la Leche" (1.565)
Museo del Prado, Madrid
La imagen de María amamantando al Niño o mostrando un peño desnudo fue muy habitual en el arte bizantino pero desapareció progresivamente a lo largo del siglo XVI por considerarse el tema indecoroso e inconveniente. Morales encontró una solución para tratar el tema de un modo más recatado, sugiriendo la lactancia materna mediante el gesto del niño. María está sentada y sostiene en brazos al pequeño que, de espaldas al espectador, aparta un velo transparente y busca con la mano el pecho de su madre. La inquietud del niño y el semblante ensimismado de la Virgen transforman la aparente amabilidad del tema en un inquietante recordatorio del destino redentor del pequeño.

"Ecce Homo" (1.560-1.570)
Museo del Prado, Madrid
La representación de Cristo vejado en su supuesta condición de Rey de los Judíos era muy frecuente en la pintura europea de la época. Morales lo muestra en absoluta soledad, coronado de espinas, con el rostro demacrado, boca entreabierta, pómulos marcados, ojos acuosos y la mirada levantada en actitud de entrega a la voluntad celestial.


"La Dolorosa" (1.560-1.570)
Museo del Prado, Madrid
La iconografía de la Virgen de los Dolores surge a partir de la exaltación del patetismo propia del final de la Edad Media. Morales pinta a la virgen completamente sola, ligeramente girada hacia la derecha, con las manos entrelazadas en actitud implorante, mirada perdida y los ojos completamente bañados en lágrimas.

"Cristo con la cruz a cuestas" (1.566)
Museo del Patriarca, Valencia
La imagen de Cristo sufriente sin su corona de espinas, inspirada en un cuadro del veneciano Sebastiano del Piombo que puede que Morales conociera durante su estancia en Portugal, aproxima al espectador la crudeza de su padecimiento.


"La Piedad" (1.563)
Parroquia de San Pedro y San Pablo, Polán (Toledo)
La Piedad fue uno de los temas predilectos de Morales que supo plasmar en sus cuadros todo el sufrimiento de Cristo y el dolor de la Virgen al recoger el cuerpo muerto de su hijo.
En esta ocasión, el eje central de la composición es el madero santo y unicamente pinta el torso de Cristo, evitando representar la totalidad del cuerpo sobre el regazo de su madre, acentuando así la intensidad emocional de la escena y alcanzando un delicado equilibrio entre el dolor extremo y la serenidad. Las siluetas de la Virgen y de su hijo emergen de un fondo negro, lo que, unido a los fuertes contrastes lumínicos, le dan a la tabla una mayor fuerza expresiva.


En la catedral de Salamanca se custodia un cuadro de altar de grandes dimensiones en el que la Virgen, sentada en medio de un paisaje, aparece representada junto al niño Jesús y el pequeño San Juanito, un tema habitual de la pintura italiana del Renacimiento. El carácter monumental de María, el gesto ensimismado de su rostro, el simbólico ademán de tomar con la mano el pie del Niño o la fraternal relación de los dos pequeños derivan directamente de modelos cercanos a Rafael, así como el cortinaje que a modo de palio enmarca la escena.

"Virgen con el Niño y San Juanito" (1.545-1.555)
Catedral de Salamanca

La obra de Morales está marcada por una religiosidad que hace hincapié en varios aspectos de la infancia de Cristo que le llevaron a reelaborar algunas iconografías bien asentadas en el arte cristiano europeo.


"La purificación de la Virgen" o "La presentación en el templo" (1.562)
Museo del Prado, Madrid
La purificación de la Virgen y la presentación del Niño en el templo son dos capítulos de la historia sagrada el cristianismo que habitualmente no se consideran coincidentes en el tiempo pero que el artista combinó en un solo cuadro, incluyendo elemento alusivos a ambos episodios.

La procesión de mujeres portando velas hace referencia a la purificación de la madre tras el parto mientras que el grupo formado por la Sagrada Familia y el sacerdote Simeón remiten a la presentación del niño, que acapara todo el protagonismo de la escena.


"La Anunciación" (1.565)
Museo del Prado, Madrid
En una única secuencia se representan la salutación del arcángel Gabriel a María, el anuncio a ésta de su designación como madre del Hijo de Dios y la aceptación del designio divino. San Gabriel aparece a la izquierda, arrodillado ante la Virgen, cubierto con una túnica blanca y con las alas extendidas de color dorado destacando entre la vestimenta y el claro celaje del fondo. El arcángel sostiene en la mano izquierda un cetro dorado de largo astil mientras con la derecha despliega una filacteria con el texto "AVE GRATIA PLENA" y al otro lado de la tabla, enmarcada por un cortinaje de tonos anaranjados, María muestra su sumisión inclinando la cabeza y uniendo las manos en oración, arrodillada ante un reclinatorio en el que descansa un libro cuya lectura acaba de interrumpir para responder: "he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra". Un jarrón con una rama de azucenas blancas simboliza la condición virginal de María mientras en la parte superior el Espíritu Santo, encarnado en una paloma blanca rodeada de luz dorada, se dispone a descender para germinar milagrosamente el vientre de la joven doncella.

Las composiciones elegidas por Morales para sus representacines de la Virgen con el Niño fueron habituales pero muy limitadas, introduciendo pequeñas modificaciones que podían responder a requerimientos personales de cada comprador o al deseo del artista de diferenciar sus creaciones. Se tiene constancian de cuatro asusntos fundamentales: la Virgen de la leche, la Virgen peregrina, la Virgen del tintero y la Virgen del huso. 


"La Virgen de la leche" (1.560-1.565)
Museo del Prado, Madrid
La Virgen de la leche es la iconografía de la Virgen y el Niño más divulgada de todas las composiciones del artista extremeño dedicadas a estas dos figuras. María sostiene a su hijo en brazos e intercambian miradas mientras el busca el seno de su madre.


"La Virgen vestida de gitana" (1.567-1570)
Colección Arango
Una de las composiciones de devoción más bellas de Morales es la Virgen con el Niño vestida de gitana, en la que María luce un sombrerete de ala ancha y un manto anudado sobre el hombro izquierdo, prendas características de las mujeres gitanas que la madre de Dios debía vestir durante su huida a Egipto.

"La Virgen con el Niño escribiendo" (----)
Museo Nacional de San Carlos, México D. F.
La representación de la Virgen del Tintero era habitual en el norte de Europa durante el siglo XV. No está claro el sentido de lo que Jesús escribe bajo la atenta mirada de María, quizá un versículo evangélico...

"La Virgen del huso" (1.566)
La Virgen del huso constituye una inconografía en la que el Niño sostiene con sus manos un pequeño huso con su ovillo de lana y un aspa en forma de cruz que simboliza la entrega de Jesús desde su nacimiento al sacrificio redentor de la humanidad.

En todos los casos María aparece representada como una joven de rostro ensimismado o melancólico en cuyas suaves facciones, de piel impoluta, encontramos el célebre 'sfumato', técnica que permite difuminar los contornos.


"La Virgen con el Niño y San Juanito" (1.565)
Museo Nacional del Prado, Madrid
María vela por el descanso del Niño mientras San Juan reclama el silencio del espectador. El sombrerete de ala ancha que luce la Virgen y el modo de llevar el manto -anudado sobre el hombro izquierdo-, son característicos de la Virgen gitana, o peregrina, y están relacionados con su huida a Egipto. La disposición del Niño, con su mano apoyada en unos frutos silvestres, y la mosca posada sobre el velo con el que le protege su madre, vaticinan la futura pasión y muerte de Jesús.


La religiosidad católica construyó buena parte de su discurso iconográfico en torno al sufrimiento físico y espiritual del Salvador que redimió a la humanidad del pecado original. Morales abordó este asunto en obras de gran precisión naturalista con un carácter táctil que lo aproximan a lo escultórico. Muy iluminada y recortada sobre fondos oscuros que eliminan toda referencia espacial y temporal, la imagen de Cristo invita a la reflexión privada y lleva al creyenta a experimentar el sufrimiento del Hijo de Dios.

"Ecce Homo" (1.565)
Museo Nacional de Arte Antiguo, Lisboa
La imagen de Cristo escarnecido, coronado de espinas, cubierto con un manto rojo y sosteniendo a modo de cetro una caña, fue frecuente en la pintura de Morales. No lo es tanto, sin embarg, la representación de cuerpo entero, de pie sobre un alto pedestal y ante un fondo apenas sugerido, en una atmósfera de claroscuro. Esta composición, de apariencia sencilla, posee una enorme efectividad visual, proyectando la postración física de Cristo y una majestuosa serenidad.
De Morales y su taller conocemos un pequeño grupo de trípticos que prueban la pervivencia de un tipo de pieza devocional que el pintor adaptó, siguiendo formulas precedentes de la pintura flamenca, a los gustos de la clientela local.

"Tríptico de la Piedad, San Juan y Santa María Magdalena" (1.570)
Museo del Prado, Madrid


Como gran parte de los pintores de su época, Luis de Morales realizó un importante número de retablos para cuya ejecución contó con la colaboración de los miembros de su taller. Los conflictos armados con Portugal en el siglo XVII, la Guerra de la Independencia en el XIX y la Guerra Civil en el XX hicieron desaparecer gran parte de estos retablos y los que se conservan lo hacen de forma fragmentada y rara vez in-situ.

En la exposición se muestran tres tablas que debieron formar parte de la predela de uno de los retablos del Convento de San Benito de Alcántara (Cáceres) y en las que aparecen representados tres episodios de la vida de la Virgen: la Visitación, su nacimiento y la presentación en el templo.


La Visitación y la Presentación fueron asuntos tratados en otras ocasiones por el pintor, no así el nacimiento de la Virgen,  ejemplar único en el que se entremezclan elementos tomados de estampas con otros característicos de las tradiciones populares femeninas vinculados con la asistencia a las parturientas.

"El nacimiento de la Virgen" (1.562-1.567)
Museo del Prado, Madrid
Sobre un fondo oscuro contrasta el realismo del gesto de Santa Ana, postrada tras el alumbramiento, con la forma armoniosa del resto de mujeres, de facciones suaves y gesto sereno. En el centro de la tabla la madre de María, con gesto de dolor y cansancio, es asistida por otra que le acerca un tazón con caldo. A su lado una ama de cría amamanta a la recién nacida mientras otra, distinguida entre las demás y aislada  a la derecha, mira directamente al espectador.

"La Adoración de los Pastores" y "La Adoración de los Reyes Magos" son dos tablas procedentes de la prelada de un mismo retablo en las que la participación de los miembros del taller es evidente. El maestro solía diseñar y componer las diferentes escenas que luego eran pintadas por el mismo o por sus discípulos. En "La Adoración de los Pastores" se aprecia la mano de  Hernando de Morales -hijo de nuestro artista-, mientras que "La Adoración de los Reyes Magos" parece una obra completamente autógrafa.


"La Adoración de los pastores" (1.565-1.570)
Museo del Prado, Madrid

"La Adoración de los Reyes Magos" (1.565.1.570)
Museo del Prado, Madrid 


San Juan de Ribera, obispo de Badajoz, es una referencia obligada en la vida y producción pictórica de Luis de Morales, a quien se llegó a considerar pintor de cámara del prelado durante su estancia en Extremadura (1.562-1.-569). Se completa la muestra con una serie de tablas vinculadas al que posteriormente fuera arzobispo de Valencia...


"Calvario con donante" (1.565-1.575)
Museo de Bellas Artes de Valencia
Este Calvario es una obra de ejecución tardía en la que se aprecia una amplia participación del taller. Los vinculos con Valencia sugieren una relación con Juan de Ribera y la inclusión del retrato de un personaje arrodillado hace pensar que pudiera tratarse del mencionado prelado.

"Tríptico con el juicio del alma de Juan de Ribera" (1.568)
Museo del Patriarca, Valencia
Por su cuidada factura y depurado dibujo, esta es una de las obras más importantes del artista extremeño. El cadáver de Juan de Ribera aparece amortajado con sus ropas sacerdotales, tiara y báculo episcopal, tendido en el suelo sobre un gran paño negro. Su alma representada mediante la figura de un niño desnudo es llevada en brazos por un ángel hacia la Trinidad en la que destaca la imagen de Cristo resucitado, que sostiene la cruz con su mano derecha mientras con la izquierda señala la herida de su costado. La posibilidad de que después de la muerte pudiera tener lugar un juicio particular del alma a la espera del Juicio Final había sido sancionada en el siglo XV por el papa Benedicto XIII y era defendida por varios teólogos amigos de Ribera. Un juicio en el que participa toda la Trinidad y en el que se representa un singular combate entre el ángel y el demonio.
En los laterales se situan las figuras de la Virgen y San Juan Evangelista, santa predilecto de Ribera que sustituye la tradicional presencia del Bautista.

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